Ultras: la pasión por el fútbol llevada al extremo
Rusia 2018
Los aficionados radicales están dispuestos a utilizar la violencia para defender a su equipo
El fútbol es un deporte que levanta pasiones en muchos países del mundo. Piensa en la intensidad con la que se vive un derbi, el partido entre dos equipos de una misma ciudad, o la expectación que provoca el clásico entre el Real Madrid y el FC Barcelona.
Algunos aficionados viven el fútbol con tal intensidad que utilizan la agresividad y la violencia para reivindicar los colores de su equipo: son los llamados grupos ultras, también conocidos como hooligans en inglés. En América Latina los llaman barra brava, ya que suelen colocarse juntos en el estadio y armar barullo.
Cuestión de identidad
El escritor uruguayo Eduardo Galeano decía que, a lo largo de su vida, una persona puede cambiar de partido político y religión “pero no puede cambiar de equipo de fútbol”. Así, el equipo de fútbol al que apoyamos forma parte de nuestra identidad más profunda, junto a otras ideas como la nación y la cultura.
Para muchos ultras, defender a su equipo es una forma de reivindicar un sentimiento de pertenencia. El amor por el lugar de procedencia y la pasión por su equipo se funden.
Para estos aficionados radicales, el fútbol se convierte en un escaparate para hacer bandera de su patriotismo y, a menudo, también expresan opiniones de extrema derecha: rechazan a aquellos que tienen opiniones distintas o siguen a otros equipos. Y utilizan la violencia contra ellos.
Preocupación por los ultras rusos
Coincide que Rusia, la sede del Mundial de Fútbol 2018, es uno de los países donde la pasión por el fútbol llega más lejos. Los aficionados ‘ultras’ de los equipos rusos pueden ser muy violentos y buscar enfrentamientos con los seguidores de otros equipos y países.
En la última Eurocopa, celebrada en Francia en 2016, los hinchas rusos e ingleses se enzarzaron en una feroz batalla campal a las afueras del estadio de Marsella que dejó 35 heridos e importantes destrozos en la ciudad francesa.
En febrero de 2018, el Athletic de Bilbao y el Spartak de Moscú se enfrentaron en una de las eliminatorias de la Liga Europa. Los ultras rusos provocaron graves disturbios y uno de los agentes que formaba parte del dispositivo de seguridad murió durante los altercados.
Los aficionados radicales rusos se entrenan para realizar estos ataques. Practican artes marciales y ya han advertido de que planean actuar durante el Mundial. Por eso, las autoridades rusas han reforzado la seguridad del evento.
Deporte para fomentar la paz
Que haya aficionados radicales al fútbol no significa que este deporte fomente la violencia. Al contrario: el deporte puede impulsar el trabajo en equipo y promover el respeto y la tolerancia.
Un ejemplo reciente los tenemos en los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang donde Corea del Sur y Corea del Norte, dos países en conflicto, desfilaron bajo una misma bandera y jugaron juntos en un mismo equipo de hockey.
Este gesto propició un acercamiento prometedor entre los dos países: el primer paso para promover la paz y resolver el conflicto.
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