A pesar de los avances legislativos y del compromiso del sistema educativo con la educación inclusiva, aún no puede hablarse de aulas inclusivas. Ni el sistema ni los docentes, piezas clave, están preparados. Por ello un estudio del Servicio de Información e Investigación Social (SIIS) de la fundación Eguía Careaga recomienda empezar por los cimientos, la formación universitaria de los futuros maestros, para que sean agentes de cambio y no perpetúen prácticas no inclusivas que no garantizan el aprendizaje y la participación de todos los alumnos.
Este estudio se publica en el contexto del debate sobre los cambios de planes de estudio de las facultades de educación infantil y primaria. El Ministerio de Ciencias y Universidades debe aprobar un marco común antes del mes de junio. En los borradores de proyectos de órdenes ministeriales sólo incluyen un módulo (Fundamentos de la inclusión educativa y atención a la diversidad), de 6 créditos ECTS, de los 240 créditos de la carrera.
“Esta aportación es totalmente insuficiente e irrelevante si se trata de capacitar al profesorado para que materialice la inclusión en las aulas, desarrolle actitudes inclusivas y dé la posibilidad de generar prácticas de enseñanza más equitativas”, señala el estudio La formación inicial docente para la educación inclusiva , elaborado por Carmen Márquez y Laura Moya.
En los borradores de las órdenes ministeriales de la reforma de magisterio se incluye únicamente 6 créditos obligatorios de los 240 de la carrera
El informe parte del reconocimiento al derecho a la educación de alumnos con diferentes capacidades e intereses, orígenes culturales y lingüísticos, condiciones socioeconómicas, estilos y ritmos de aprendizaje. A pesar de que el profesorado está de acuerdo con estas premisas, se encuentra con serios obstáculos para llevarla a cabo. Impera, por ejemplo, la concepción tradicional del éxito académico. En general, se priorizan las notas que se miden a través de pruebas estandarizadas. Esto refuerza la creencia errónea de que la educación inclusiva podría afectar negativamente al rendimiento de aquellos con mayores capacidades académicas. “Y así surge una amplia resistencia en los claustros y en las familias a adoptar prácticas inclusivas”.
También influye lo que las autoras denominan “pensamiento de curva de campana” con el que se asume que en una clase, la mayoría de alumnos, se encuentra en un punto medio de capacidades y estilos de aprendizaje y cualquier desviación de este punto es considerada como una deficiencia que debe ser tratada de manera especial. “No solo se ignoran las diferencias individuales, sino que se refuerza la segmentación del alumnado bajo la etiqueta de ‘necesidades educativas especiales’, relegando a quienes no encajan en el perfil ‘estándar’ al uso de recursos adicionales y apoyos especializados fuera del aula”. Además, ante la diversidad, los docentes no se sienten preparados.
Las autoras creen que los estudiantes deben reflexionar sobre cómo influyen sus creencias inconscientes en su práctica
La tesis del informe es que la educación inclusiva progresaría con la incorporación de nuevos maestros bien formados no sólo de forma teórica sino en la práctica. Actualmente, apenas hay una materia dedicada a la inclusión en las facultades de Educación españolas, y, en algunas, es optativa. Como consecuencia, la formación generalista que se ofrece “termina perpetuando prácticas docentes que dificultan la participación, rendimiento y desarrollo” de alumnos con más necesidades.
La publicación propone a la administración que incremente el número de créditos (ECTS) dedicados a esta cuestión y amplíe determinadas competencias profesionales como las socioemocionales que mejoran la empatía, la gestión de conflictos y la inteligencia emocional. O competencias en pedagogías inclusivas, competencias digitales así como en perspectiva de género. Asimimo, hace hincapié en la necesidad de incorporar en el currículum de maestros y profesores de secundaria la práctica reflexiva para analizar las propias creencias y reajustar sus estrategias pedagógicas con una mentalidad más abierta y adaptativa. Finalmente ve necesaria la cultura de trabajo en equipo.