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Del Pozo: “Los maestros merecen un abrazo por su gran esfuerzo ante la inmigración”

Barcelona Tribuna: el debate educativo

El presidente del Consell d’Educació pide ahondar en la formación humanista

Joan Manuel del Pozo, en el centro, con Enric Masllorens y Susana Quadrado. 

Ana Jiménez

“Yo daría un abrazo a los maestros por la forma en que han superado las dificultades en la última década, con la manera en que han recibido a cientos de alumnos de otros países, con otras culturas, lenguas, religiones. Si el sistema no ha petado es porque se ha hecho un gran esfuerzo colectivo con un alto compromiso ético”, afirmó ayer el nuevo presidente del Consell d’Educació, Joan Manuel del Pozo durante conferencia pronunciada en el Palau Macaya en el foro Barcelona Tribuna que organizan la Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País, la Asociación Española de Directivos (AED) y La Vanguardia .

El acto fue presentado por Enric Masllorens, presidente de la comisión de educació de Amics del País, organización que lidera Miquel Roca, y fue moderado por Susana Quadrado, redactora jefe de Sociedad de La Vanguardia .

El filósofo ensalzó el valor humanista del maestro para hacer frente a las tentaciones tecnológicas, la simplicidad de las ideologías, la falta de ética. Sus recomendaciones son el sosiego y la recuperación de la confianza en para superar un sistema educativo en “desconcierto”, “tensionado”, “fatigado” con docentes “quemados”, familias “decepcionadas” y alumnos “perplejos”. Pero, pese a la complejidad del momento (social, política, medioambiental) no todo es tan “catastrófico” y parafraseando al principito de Antoine de Saint-Exupéry mencionó que “lo esencial es invisible a los ojos”. Quien educa, quien transmite los valores no es un maestro robot sino un humano. “Educar es un acto entre humanos”.

“Hay que superar la desconfianza entre profesores y familias y entre familias y profesores”

Y en ese sentido, consideró que la formación del maestro, desde la universidad y durante el ejercicio de la profesión, debe ser profundamente humanista, con formación ética y con un dominio del lenguaje avanzado para poder explicar la complejidad que vivimos con palabras. Para frenar el interés de ciertas ideologías en simplificar y degradar el lenguaje con insultos. “Tiene que ser una formación más exigente que la actual”, en la que se combine la práctica y la reflexión sobre la misma, la asunción de la responsabilidad y, también, el interés por la investigación.

Es necesario, sostuvo, encontrar un consenso social sobre el “acto educador” lo que actualmente no está claro por una lista de dicotomías que alejan del acuerdo y hacen desconfiar a las familias de los profesores, a los profesores de las familias y aumentan la perplejidad de los alumnos. Por ejemplo, se preguntó, la finalidad de educar es ¿la utilidad laboral o lograr el desarrollo de la persona?

Su respuesta es la transmisión “osmótica” de los valores. El profesor es un referente para el alumno, quiera o no, lo que conlleva una responsabilidad no explícita. Para del Pozo es esencial en la educación la acción tutorial, no entendida como un acto administrativo sino ejercida para ayudar a a los menores a construirse como personas. “Todo maestro, en todo momento, es un tutor de cualquier alumno”.

“El docente debe tener un dominio del lenguaje avanzado para poder explicar la complejidad”

También animó a romper la brecha tecnológica que puede profundizar en la división de clases, en una suerte de “elitismo educativo”. Los desafíos son muchos como el de las inteligencias artificiales. El exconseller con el Govern de Pasqual Maragall pidió no caer ni en la exaltación ni en el pesimismo tecnológico, pero sí mantenerse en guardia y ejercer y promover el pensamiento crítico. “Nuestra inteligencia contextualiza mucho mejor que una máquina que no puede tener una percepción compleja de la realidad. En esto, nosotros ganamos”. Tener maestros excelentes en todos estos sentidos es muy exigente pero posible si la sociedad lo decide y siempre que se dé en condiciones de serenidad y diálogo.

La palabra como vector principal. La necesidad de recuperar la vergüenza al ver políticos utilizando la palabra como dardos. Y la urgencia del diálogo en todos los ámbitos. También en la familia. “Una pequeña fórmula para la vida familiar es no parar de hablar, sin atosigar a los niños, pero hablen en familia”.