Miguel Camacho, el joven de 18 años que ha puesto cara y ojos a la difícil situación que viven las personas con discapacidad en las zonas afectadas por la DANA, ha recibido dos extraordinarias noticias. Las inundaciones que sufrió su localidad, Albal, un municipio de Valencia cercano a Catarroja, se llevaron y dejaron inservible a Arenita, su furgoneta adaptada, bautizada así en honor a un personaje de Bob Esponja.
A consecuencia de una rara enfermedad neuromuscular, miopatía nemalítica, Miguel no puede caminar ni hablar. Y, pese a todo, camina y habla: lo primero con una silla que puede mover con la lengua; y lo segundo, con un ordenador que maneja con la mirada y que transforma sus textos en sonido gracias a un sintetizador de voz. Pero para sus visitas al hospital y para sus momentos de ocio Arenita eran sus alas.
Gracias a la furgoneta y, sobre todo, al amor incondicional de sus padres, nuestro estudiante ha podido hacer de todo. Fue, por ejemplo, a un intercambio escolar en Cascais, Portugal. Miguel padre, perito, y Gádor, ama de casa y cuidadora las 24 horas del día, los siete días de la semana, viajaron con él y cargaron en la furgoneta todas las máquinas que precisa su hijo (que ha de estar conectado permanentemente a una para respirar).
Aquel viaje no solo demostró que la discapacidad puede y debe derribar barreras, sino que conmovió al Servicio Español para la Internacionalización de la Educación, un organismo público adscrito al Ministerio de Ciencia. Esta institución, máxima responsable del programa Erasmus en España, ha comunicado a Miguel que ha sido galardonado por la calidad de su proyecto. Esta es la primera de las dos buenas noticia citadas al comienzo.
El premio busca “visibilizar casos de buenas prácticas y testimonios ejemplares”. La entrega de los galardones tendrá lugar el próximo 17 de diciembre en el Teatro Real de Madrid. Y, ahora la segunda buena noticia de esta historia. Arenita está para el desguace y la familia no tiene dinero para sustituirla de un día para otra. Cuando La Vanguardia habló con él, Miguel se despidió a través de su sintetizador así: “Soy optimista”.
Optimista, sí. Y con motivo. Una campaña altruista en Migranodearena.org ha recaudado en un tiempo récord la cantidad que la familia Camacho se había fijado para poder comprar y adaptar otra furgoneta, aunque sea de segunda mano y “manteniendo a raya nuestra capacidad de endeudamiento”, en palabras de la madre, Gádor (por la virgen de Gádor, tan popular en Almería). Arenita costó en su día 50.000 euros.
Los Camacho pedían mucho menos para afrontar la adquisición de un nuevo vehículo y se propusieron recaudar unos 37.000 euros, cantidad que ya se ha alcanzando de sobra, dos semanas antes de que el plazo de la campaña venciera. No podrán comprar otro vehículo de forma inmediata y la normalidad todavía tardará en llegar (Miguel padre se pasó el fin de semana sacando lodo del garaje de la escalera donde vive), pero...
Pero la cita del 17 de diciembre ya se ve más factible. Viajar en AVE o en transporte público es una odisea para ellos. La silla automática, con todas las máquinas conectadas, pesa 200 kilos. La mejor opción es una sustituta para Arenita y ya han comenzado a visitar concesionarios. “Estamos tan agradecidos como apesadumbrados: agradecidos por la solidaridad de tantas y tantas personas. Y apesadumbrados por los otros Migueles”.
El entrecomillado es de Gádor, esta madre coraje, que para atender la llamada de este diario dejó solo unos minutos a Miguel, que seguía telemáticamente una clase de lengua castellana en su instituto, el IES Albal. Cursa segundo de bachillerato y este año toca la selectividad. “Con la DANA llueve sobre mojado para las personas con discapacidad. Y muchas siguen confinadas, como en la covid, sin poder salir a la calle”.
Por fortuna, el ascensor del inmueble de la familia, que vive en un segundo piso de la calle Torrent, no resultó dañado por el temporal. Resultó providencial que el elevador no llegara hasta el garaje, hoy transformado en un barrizal. “Con la bomba de un vecino pudimos achicar el agua y ahora aún estamos retirando fango del subterráneo, pero podemos bajar a la calle en el ascensor. Y nuestro hijo lo agradece muchísimo”.
Lo primero que hizo cuando salió a que le diera el aire fue visitar su instituto, con un claustro que se merece casi tanto como él un premio. Cuando surgió la posibilidad de los intercambios escolares en Cascais y le llegó el turno a Miguel, las profesoras y profesores del centro se preguntaron “¿Por qué no”. “¿Por qué no?”, repreguntaron sus padres. Y Arenita se puso una vez más en marcha para llevarlos a todos a Portugal.
Y colorín, colorado, este cuento no se ha acabado. La extraordinaria oleada de solidaridad que ha justificado el optimismo de un chaval de 18 años de Albal se empezó a escribir en Valladolid, la ciudad donde vive otro titán que también debe ir en silla de ruedas y que también se comunica a través de un sintetizador de voz: José Carlos Carballo Clavero, de 58 años, a quien todos sus amigos llaman Charlie.
Charlie fue una de las primeras personas que llamó la atención sobre la campaña de Migranodearena.org. Él y nuestro estudiante se conocieron cuando el segundo tenía solo cuatro años, a raíz de unos premios de la Fundación Romper Barreras en los que ambos concurrían (y que, por cierto, ganó Miguel). Puri, la mujer de Charlie, explica que esta familia de Valencia “es extraordinaria, siempre luchando y siempre con una sonrisa”.
Como todos los jóvenes de su edad, Miguel hace servir con extraordinaria fluidez el WhatsApp. Y así, sonriendo, como dice Puri, se lo imagina el cronista mientras este joven invencible se plantea otro reto. Un reto que sin duda encantará a su profesor de lengua castellana, que antes ejerció como periodista. “¿Te imaginas que alguien como yo, que no soy verbal, entrevistara a alguien como Charlie, que tampoco puede hablar?”.