La Guardia Civil podría de estar muy cerca de colocar la última pieza que les faltaba en el puzle del 'caso Mateo'. Un barrendero encontró el miércoles por la mañana un cuchillo de cocina en un descampado cercano a la calle Dali, y uno de los perros adiestrados en la búsqueda de restos biológicos humanos ha marcado positivo.
Ese utensilio de cocina se llevó a un laboratorio para proceder a su análisis. Aunque hubiese sido lavado —en la primera inspección ocular no se apreciaron restos de sangre— esa prueba determinará si el cuchillo tiene o no restos biológicos de Mateo.
A primera hora de la mañana de ayer la Guardia Civil recogió otro cuchillo, en este caso de untar, que los agentes ya ha descartado tenga nada que ver con el crimen. Una vecina ha asegurado, además, que ese cubierto era suyo.
El detenido, que este jueves ha pasado a disposición judicial, habría dicho que usó un cuchillo de cocina y señaló una acequia. La búsqueda se ha ampliado, sin embargo, más allá del canal señalado por el joven, pues dado su estado mental no se descarta que pueda estar confuso sobre el punto donde asegura arrojó el arma. O que mienta, lo que habría hecho si se confirma que el cuchillo encontrado en ese descampado es el usado en el crimen de Mateo. La Guardia Civil tiene ya también en su poder la ropa que llevaba el domingo. La puso su abuela a la lavadora.
Funeral
Un último adiós al pequeño Mateo
La parroquia de San Esteban Protomártir de la localidad toledana de Mocejón ha acogido este miércoles el funeral. A las 12:00 horas ha llegado el coche fúnebre a las puertas de la parroquia junto a otro vehículo de la funeraria lleno de coronas y flores. Un silencio absoluto ha inundado este momento en señal de respeto por el niño asesinado y por su familia.
El municipio se ha volcado con la familia, a la que ha querido acompañar en estos duros momentos, y multitud de vecinos han llenado la parroquia y seguido la misa desde una de las puertas laterales. Sobre las 13:00 horas, los familiares de Mateo y los vecinos se han trasladado al cementerio del municipio toledano para dar sepultura al pequeño en la más estricta intimidad, tal y como había solicitado con anterioridad la familia.
Juan narró el crimen en tercera persona, como si lo hubiese cometido otra persona
La primera declaración de Francisco fue delirante. Ha sido mi otro yo. Estaba en un videojuego. Se metían conmigo, no sé por qué lo hice... Estuvo plagada de lagunas e incongruencias. Narró el brutal crimen del niño de 11 años cómo si él hubiese sido un mero espectador, no el autor. Parte de ese relato lo hizo en tercera persona. El estado mental del joven —su padre reiteró este martes que sufre una discapacidad intelectual del 75%— determinará el castigo por la brutal agresión. No pasará a disposición judicial hasta mañana jueves, según confirman fuentes de la Guardia Civil.
En psiquiatría la posible enfermedad mental que se augura que podría padecer Juan, a tenor de sus declaraciones, se llama psicosis esquizofrénica. Los que la sufren padecen en sus estadios más graves un desdoblamiento de la personalidad. Cuando se demuestra ese delirio, en fase aguda, son declarados inimputables.
El estado mental de Juan
Sus delirios determinarán el castigo final por la brutal agresión
Pero en estos momentos, indican fuentes cercanas al caso, todavía es muy pronto para determinar si Juan Francisco puede o no ver atenuado su castigo por su estado mental. De hecho, su padre aseguró ayer que su hijo “no ha dado problemas nunca”. Lo que pasa, añadió, “es que no lo han tratado con amor”. El hombre criticó que muchos se “rieran de él y lo trataran de tonto”. Sobre su confesión, el padre apuntó que su hijo ha contado lo que le “han dicho que dijese”. Y denunció que han apedreado su casa y le han pintado la palabra “asesino” en el coche. Se siente acosado.
Lo que sí queda claro es que el detenido no tiene declarada ninguna incapacidad por esa discapacidad intelectual. De existir esa medida, Juan Francisco no habría pasado las dos últimas noches en un calabozo. Lo que marca la norma, si hay declarada una incapacidad, es el traslado a un centro psiquiátrico. Falta saber también si este joven recibía algún tratamiento o era sometido a controles periódicos debido a esa discapacidad intelectual de la que habla su familia. Su padre asegura que no se medicaba. Aunque al no tener una incapacidad declarada, la responsabilidad de seguir o no las directrices marcadas por profesionales, si las había, sería solo suya.
El padre de Juan: “No ha dado problemas nunca, pero siempre se han reído de él; no lo han tratado con amor”
Lo que se conoce por ahora del perfil psicológico de Juan sí ayuda a comprender mejor su inopinado y brutal ataque. El joven mantenía una enemistad manifiesta con otro adolescente de Mocejón y se cree que fue a buscarlo al campo de fútbol, el domingo. Y al no poder agredirle se ensañó con el pequeño Mateo, el más lento a la hora de escapar. No tenía nada contra ese niño. Una violencia demasiado gratuita, sea provocada o no por un delirio.
Los exámenes psiquiátricos a los que va a ser sometido Juan Francisco serán determinantes para fijar ese castigo final por el ataque. Si no hay eximentes y se califica el caso como asesinato, la pena de cárcel podría ser de hasta 25 años. Y si se determina que el autor sabía lo que hacía, cabe la posibilidad de una condena de prisión permanente revisable, pues la víctima es un menor. La decisión que tome el juez marcará el futuro que le espera. No es lo mismo que se decrete prisión o que se acuerde un ingreso en un psiquiátrico.