La liberadora renuncia a ser madre: “Cada no embarazo era un trauma”

No maternidad por circunstancias

 Mujeres que intentaron la maternidad y decidieron desistir por problemas de fertilidad, de salud o económicos cuentan su experiencia

Anna Berruezo (en proceso), Míriam Aguilar y Mireia Pintó decidieron dejar de intentar ser madres tras un largo y duro camino lleno de duelos

Anna Berruezo (en proceso), Míriam Aguilar y Mireia Pintó decidieron dejar de intentar ser madres tras un largo y duro camino lleno de duelos

Pau Venteo / Mané Espinosa

Ser mujer no implica ser madre. Pero en el anhelo de muchas de ellas por la maternidad -marcado también por las convenciones sociales- hay mujeres que a pesar de quererla, no la logran por problemas de fertilidad, salud o económicos. Es la llamada “no maternidad por circunstancias”. Se han plantado en el camino asumiendo que no podrán ser madres, una faceta por la que aún hoy las mujeres reciben una presión social enorme. La no maternidad por circunstancias es un trayecto marcado por el tabú, la incomprensión y un duelo que permanece silenciado. También por la liberación. Miriam Aguilar pasó por este proceso en los ocho años que intentó ser madre y no lo logró. Decidió dejar de intentarlo. Tras asumirlo, empezó a ayudar a otras mujeres en su aceptación de la no maternidad que ahora ha plasmado en un libro ¿Y ahora qué? Una misma pregunta que se hicieron o se siguen haciendo Mireia, Mar, Anna, Myriam o Mamen. Cada una con su historia, porque hay “muchos caminos” que llevan a no ser madre.

Míriam Aguilar

Ocho años intentando ser madre

Horizontal

Míriam Aguilar acompaña a mujeres que, como ella, no han podido ser madres 

Mané Espinosa / Propias

Con 33 años y en pareja. Así empezó para Míriam Aguilar su búsqueda de la maternidad. Tarde, aunque en la dramática media española. Paradójicamente, asegura que su ginecóloga le recriminó que las mujeres quieran tener hijos “muy pronto”. Pasó los siguientes ocho años de su vida –con pausas- intentando quedarse embarazada. Los siete primeros logró embarazos de manera natural que acabaron en pérdidas gestacionales en el primer trimestre. Hasta que decidió que no quería pasar por otro aborto. Pero le dio “miedo” no intentarlo una última vez con un tratamiento de fertilidad. 

La presión de la sociedad la empujó a este último intento, pero reconoce que ella misma quería hacerlo después de tantos años “alimentando la ilusión” de ser madre. Y lamenta que de esto se aprovecha la gigante industria de la infertilidad. Tras un intento mediante ovodonación, con su pareja decidieron parar. Iniciaba así el cierre de un duelo que había empezado años antes con los diferentes baches: el duelo de no poder ser madre a pesar de quererlo.

Mireia Pintó

Dejó de intentar ser madres tras no funcionar la fecundación in vitro

Mireia Pintó tuvo una batalla entre la parte laboral y la maternal. Con su marido dejaron de intentar quedarse embarazados cuando les propusieron usar material genético de otras personas

Mireia Pintó tuvo una batalla entre la parte laboral y la maternal. Con su marido dejaron de intentar quedarse embarazados cuando les propusieron usar material genético de otras personas

Mane Espinosa

Mireia Pintó, psicóloga de 43 años, también ha pasado por este duelo. Es la primera vez que cuenta su historia fuera de su círculo. Aunque reconoce que no siempre tuvo el deseo de ser madre, a una determinada edad notó la “presión” a su alrededor. Amigas que empezaban a quedarse embarazadas o compañeras de trabajo que iniciaban tratamientos de fertilidad hicieron que tuviera el tema “muy presente”. Durante un tiempo siguió anteponiendo el trabajo a pesar de las “advertencias” por dejarlo para demasiado tarde. “Pensé que a mí esto no me iba a pasar”, confiesa. Con 35 años –uno después de casarse- con su marido decidieron dejar de tomar precauciones, pero el “agobio” por estar en un momento profesional intenso les hizo parar un año más. 

“Tuve esa batalla entre la parte laboral y la maternal”, reconoce. Lo volvieron a intentar, pero el bebé no llegaba. Con un estrés laboral tremendo, esta psicóloga, “petó” en 2021 en plena pandemia y dejó su empleo. Decidió entonces centrarse en la maternidad, pero ya tenía 39 años, así que con su marido optaron por ir “directos” a la reproducción asistida. Dos intentos fallidos. Tenían claro que “o lo conseguíamos con nuestros genes o nuestra vida está predestinada a no tener hijos”. Mireia lo habría intentado una vez más, pero su pareja no quería y se plantaron.

Anna Berruezo

Está en proceso de asumir que quizás no podrá ser madre

Anna Berruezo tiene endometriosis y los médicos le advirtieron que no podría ser madre de manera natural

Anna Berruezo tiene endometriosis y los médicos le advirtieron que no podría ser madre de manera natural

Pau Venteo / Shooting

A Anna Berruezo, maestra de infantil de 40 años, los médicos le dijeron hace más de una década que no podría quedarse embarazada de manera natural con su marido, con el que lleva 13 años casada. Tiene endometriosis. Ha hecho 9 FIV sin éxito, algunas por la seguridad social. Ha sufrido un aborto espontáneo y en otros casos ha habido implantación pero el embrión no ha llegado a crecer. Hace ya dos años le dijo a su marido que deseaba parar y aunque asegura que la decisión está en stand by, en realidad reconoce que está en proceso de asumir que es muy posible que no sea madre. “No lo tengo asimilado, pero es una realidad que está ahí”.

Mar

Problemas de salud y económicos le han impedido alcanzar la maternidad

“Desde que tengo uso de razón quise ser madre”, explica Mar, arquitecta técnica barcelonesa de 48 años. En su historia de no maternidad se aúnan problemas económicos y de salud. Con poco más de 20 años ya sopesaba la posibilidad de ser madre en solitario si no encontraba pareja. Pero llegaron años de trabajo en precario que lo dificultaban. En 2010, ya en pareja y con 35 años, se quedó en paro una semana después de hipotecarse y decidió parar el proyecto de la maternidad. Y tras remontar la situación económica, a Mar le detectaron una enfermedad autoinmune por la que tenía que medicarse con yodo radioactivo y que la obligaba a posponer nuevamente la maternidad, esta vez por salud. Tenía 41 años y toda la situación vivida había empezado a hacer mella en la pareja. Mar se había puesto como tope para ser madre los 45 años y explica que hace tres cerró esa etapa. “La vida me ha llevado por unas circunstancias y priorice unas cosas erróneamente”, explica. Reconoce que llegó un momento en que pensó “esto no es un vale todo, por mi salud y por la pareja”.

Mamen Chaparro

Intentó ser madre de manera natural, mediante reproducción asistida y adoptando

“Tienes madre y piensas que tu también lo serás”. Mamen Chaparro tiene 48 años, está casada y nunca ha estado embarazada. Esta funcionaria extremeña que vive en Zafra (Badajoz) reconoce que el deseo “como tal” de la maternidad empezó cuando se casó, a los 30. Y luego se convirtió en “obsesión” al ver que todas las mujeres a su alrededor se quedaban embarazadas. Lo intentaron durante largo tiempo con su marido y reconoce que “cada no embarazo era un trauma”. Inicialmente no se plantearon FIV por temas “morales” y en 2009 iniciaron el proceso de adopción, que acabó siendo un nuevo duelo. “No solo en la maternidad biológica, sino también en la adoptiva te venden la película de que si quieres puedes ser madre y no siempre es así”, denuncia Míriam Aguilar. 

Adoptar también suponía largas esperas, algo que provocó un cambio de chip en Mamen y su marido: “pierdes convicciones y una de ellas fueron las reticencias a la reproducción asistida”. Hicieron tres FIV y en ninguna lograron embarazo. Y cuando les plantearon la ovodonación “porque me dijeron que mis óvulos estaban viejos”, la pareja se negó. Es cuando reconoce que empezó a cerrar el capítulo de la “maternidad biológica”. “Después hay que pagar psicólogos”, denuncia esta extremeña cuando asegura que tras intentar la reproducción asistida se acabó rompiendo. Se centraron en la adopción, que tampoco fructificó. Tocó hacer entonces el duelo por la no maternidad adoptiva.

Myriam Martin

Las Navidades pasadas decidió con su marido dejar de intentar un embarazo

“Desde pequeñas nos introducen en el deseo de la maternidad” cuenta Myriam Martín (1981), relaciones públicas madrileña. Ha pasado por cinco tratamientos y un aborto. A su alrededor, la mayoría ya habían empezado a tener hijos, pero con su marido (se casó en 2016) no sintieron esa presión social y se pusieron a ello a finales de 2017, cuando Myriam casi tenía 40 años. A los pocos meses llegó el embarazo y a las semanas la primera pérdida gestacional. Decidieron intentar la reproducción asistida por la Seguridad Social. Myriam tiene un gen que provoca una alta probabilidad de padecer cáncer, por lo que recomendaron la selección genética. Llegó la pandemia y un traspapeleo de historias les obligó a empezar de nuevo. Paralelamente, probaron suerte en una clínica privada en la que lograron tres embriones. Pero la estimulación hormonal le generaba hiperplasia (la madre de Myriam había fallecido de cáncer) y le aconsejaron no estimularse más. Así que, tras un largo debate, se fueron a la ovodonación. “Tenía que deshacerme de toda mi carga genética y eso también es un duelo”, explica. 

Lograron dos embriones y entre la primera implantación, que no salió, y la segunda, Myriam se quedó embarazada de forma natural, pero no evolucionó. Y las Navidades pasadas pusieron fin a la búsqueda. “Mi marido me decía que esto iba a acabar conmigo”. Porque esta madrileña recuerda que muchas parejas se rompen por el camino. Ella priorizó su salud física y emocional. Ha pasado duelos “gordos” en su vida y ha intentado “integrar” la nueva normalidad de la no maternidad en su vida.

Miriam Aguilar ayuda a mujeres que no han logrado ser madres y ha escrito el libro ¿Y ahora qué?

Miriam Aguilar ayuda a mujeres que no han logrado ser madres y ha escrito el libro ¿Y ahora qué?

Mane Espinosa

“De pequeña te enseñan que debes tener hijos y cuando una pata se rompe, hay que reestructurarse”, explica Martín. Por su parte, la autora de ¿Y ahora qué? decidió dejar de intentar ser madre cuando se dio cuenta que “no sabía cómo iba a ser no ser madre, pero estaba siendo desgraciada intentando serlo”. No quería dedicar “más tiempo y más energía” a un proyecto que no sabía si iba a poder realizar. Parece fácil, pero asumir ese momento es un microduelo, cuenta. Aunque confiesa que fue más duro el proceso, las pérdidas gestacionales y la “incertidumbre” que decidir parar. Porque esta decisión le trajo “liberación”. Confiesa que tuvo miedo y notó también la presión social de “sentirme débil por no seguir cuando es todo lo contrario: hay que poner mucha fuerza para tomar una decisión así”, reivindica. “Entendí que mi felicidad y mi bienestar no iban a depender de si era madre o no”.

Recibí el mensaje que era débil, pero hay que poner mucha fuerza para tomar una decisión así"

Míriam Aguilar

“Es como un manual: te preguntan por el novio, cuando tendrás hijos, cuando tendrás el segundo…” lamenta Martín sobre la presión que soportan especialmente ellas. “Nadie sabe la lucha que hay detrás”, reivindica.

Mireia Pintó ha tenido que escuchar que tacharan a su marido de “egoísta” y a la vez convivir con el reproche social de que “aposté por el marido en lugar de por un hijo”. Algo que se añade a su propio duelo porque lamenta el sufrimiento que también supone la no paternidad. Aunque es cierto que “a él no le preguntan por qué no es padre”, reconoce. Anna Berruezo no niega la presión social existente entorno a la maternidad, también hacia las mujeres que dicen abiertamente que no quieren ser madres. Reivindica que la endometriosis es “la gran desconocida” y aconseja a las mujeres que se sometan a revisiones.

“Las mujeres tenemos que librar una batalla interna contra los convencionalismos sociales”, explica la socióloga y trabajadora social especializada en violencia de género y sexual y profesora de la Universidad Complutense, Cristina Mateos Casado. Lamenta que el género “sigue marcando e imponiendo el deseo de ser madres”.

Reproducción asistida

Someter al cuerpo

La mayoría de entrevistadas de este reportaje empezaron a buscar el embarazo a una edad en la que la fertilidad empieza a estar comprometida. No son la excepción según las cifras . “Nos han educado para impedir el embarazo alertando de los riesgos, que está muy bien, pero no nos explicado cómo podemos quedarnos embarazadas, más allá de lo básico”, denuncia Míriam Aguilar. Apunta que hay mujeres que están teniendo un primer hijo con 45 años. No lo juzga, pero cree que no hay que normalizar que esté pasando esto porque existen técnicas cada vez más agresivas. Porque todas las testimonios tienen una concepción crítica sobre la gestión que hace la industria de la fertilidad. 

Aguilar critica que la encaminaran a la donación de óvulos “por haber tenido cuatro abortos” sin haber hecho más pruebas específicas. Como ella, también hay mujeres que “se quedan en el camino ” recurriendo a la reproducción asistida. Sin hijo, dañadas emocionalmente y con menos dinero, lamentan las entrevistadas . Porque Aguilar explica que a muchas mujeres les queda de herencia seguir pagando el crédito del tratamiento. La experta en no maternidad denuncia que “hay un interés económico muy grande por parte de la industria de la infertilidad”. “Hormonalmente es malo y también es duro psicológica y físicamente”, apunta Anna Berruezo.

Mireia Pintó ha tenido que escuchar que le reprocharan no seguir intentando ser madre

Mireia Pintó ha tenido que escuchar que le reprocharan no seguir intentando ser madre

Mane Espinosa

Mireia Pintó y su pareja dijeron desde el principio que no querían donación de esperma ni de óvulos, pero en el primer mail que recibieron de la clínica les enviaron información de la ovodonación. “Fue muy frustrante”, lamenta. Aguilar reconoce que cada vez se visibiliza más la existencia de la infertilidad, pero que “hay un interés económico muy grande por parte de la industria”. Porque todas las mujeres consultas tiene concepción crítica sobre el tratamiento y la gestión que se hace desde la industria. “Son tratamientos muy agresivos”, detalla Myriam Martín.

El estigma

La no maternidad en una sociedad organizada alrededor de ello

Mar recuerda el momento en el que decidió que dejaría de intentar ser madre como algo “muy duro”. Fue el inicio del duelo final que había empezado mucho antes “Me encontré perdida y de lo que se trata es de volver a encontrar un nuevo proyecto”. “Estoy convenciéndome de que no tiene que ser peor mi vida sin ser madre, pero cuesta porque socialmente aún está todo muy montado entorno a la unidad familiar”, asegura. Ahora, en proceso de revisión de su faceta por descubrir, quiere estar lo mejor posible “para ser lo más feliz posible”. Mateos Casado denuncia que lo natural es ser madre y “lo que se sale de esa imposición” es tratado como una “patología” usando frases del estilo “pobrecita, está sola”.

Mireia Pintó reconoce que siempre había vivido con la idea de que una familia sin hijos “da pena” y lo veía como un fracaso. Ha tenido una crisis vital y se ha tenido que reconstruir laboralmente.

Lo  que se sale de esa imposición de ser madre es tratado como una patología usando frases del estilo 'pobrecita, está sola'

Cristina Mateos CasadoSocióloga y trabajadora social especializada en violencia de género y sexual

Las preguntas en la calle, malintencionadas o no, son una constante explica Mar, que confiesa que le da “pena” no poder hacer abuelos a nuestros padres. Fruto de la convención social, Miriam Aguilar reconoce que concebía una mujer sin hijos como “triste, sola, enfadada… amargada”. Asumir que no podrás ser madre supone un proceso de duelo. También lo es para los hombres aunque asegura que a ellos no se les interpela por el tema de los hijos. Reivindica que no la define como mujer no tener hijos. También lamenta la infantilización a la que es sometida o que bromeen sobre el tiempo que tiene para hacer cosas.

Vivir el duelo

La importancia del (inexistente) acompañamiento psicológico

Aguilar lamenta la “pérdida de autoestima brutal” que supone la situación y que la sensación que se transmite es que “la que lo estás haciendo mal eres tú”. Por eso, dedica un capítulo del libro a reflexionar en cómo se acompañan las “dificultades reproductivas”. Y urge a acompañar en las emociones. La doctora Iratxe López que es psicóloga y tiene un centro de Psicología en Bilbao (Iratxe López Psicología), está acostumbrada a tratar pacientes por duelo y reconoce que debe trabajar de forma específica “los mensajes dañinos que nos envía la sociedad” del estilo “solo estabas de dos meses”, “piensa que siempre puedes adoptar” o “estás nerviosa y por eso no te quedas embarazada”. La doctora cree que para hacer un duelo de forma “sana” la mujer debe sentir que sus emociones “son importantes” y debe darse permiso para sentir tristeza. López cree que se está evolucionando en la gestión del duelo, pero aún falta camino y cree que es vital que la sociedad dé importancia a ello para que la mujer no sienta que es una exagerada y pida ayuda.

Hay que tratar de forma específica los mensajes dañinos que nos envía la sociedad del estilo 'solo estabas de dos meses', 'piensa que siempre puedes adoptar'

Iratxe LópezPsicóloga experta en duelo

Todas las testimonios reprochan la falta de acompañamiento existente en este y en otros procesos. En las pérdidas gestacionales o en la imposibilidad de tener hijos. Miriam Aguilar sintió en este proceso, para el que tuvo ayuda, que le iba a ir bien. Y se “agarró a esa sensación”. Porque haber ‘fracasado’ entre comillas en la maternidad no significa poder vivir otras experiencias y de manera increíble. A las mujeres que están en el proceso les recomienda que conecten con sus necesidades y las de su pareja si la tienen y que no dejen que las proyecciones externas les afecten. Y a las que han decidido que no van a seguir intentándolo, que “validen el duelo”, que no esperen que la sociedad lo haga por ellas “y se abran a una vida plena…no todo tiene que acabar en la maternidad”.

A Mar y a Mireia les hizo mucho bien entrar en los círculos de no maternidad de Mir (Miriam Aguilar). Para Mar fue vital porque te cruzas con iguales como tu “que en la vida real es muy difícil encontrar”.

Se puede vivir sin hijos… la vida no se acaba, aunque al principio lo parezca”

Mar

Mamen asegura que ha hecho el duelo, pero que la herida está ahí. “Es un camino de aprendizaje”. Y es ahora, cinco años después, que reconoce que empieza a verse “tranquila y serena”. “Hay que aceptar lo que la vida te manda”.

Anna Berruezo está en el proceso de asumir que quizás no podrá ser madre y se plantea buscar ayuda. Mireia Pintó es ahora, en la fase final del duelo que empieza a verlo de otra manera y “he sentido dos veces que me gusta mi vida”. Hasta hace pocas semanas no se atrevió a buscar en Google el concepto no maternidad. “Todavía hay algo que duele por dentro, pero nada que ver con el desgarro y la desesperación de antes”. Aconseja a las mujeres que se encuentran en este camino que busquen acompañamiento en grupos de mujeres y que eviten el “ruido externo”.

Mar no se atreve a dar consejos, pero reconoce que cerrar la puerta de la maternidad “da alivio”… “se puede vivir sin hijos… la vida no se acaba, aunque al principio lo parezca”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...