Triunfos de Castella y Roca Rey en el Domingo de Resurrección de La Maestranza

Toros

Morante de la Puebla se va sin premio del coso sevillano

Roca Rey, al natural con la muleta en su primer astado

Roca Rey, al natural con la muleta en su primer astado

La meteorología que ha pasado por agua la Semana Santa sevillana (como en el resto de la piel de toro) quiso hacer un último guiño en la corrida de Domingo de Resurrección, tan relevante en el calendario taurino. Faltaba poco más de una hora para el inicio del festejo, el cielo parecía confirmar el pronóstico de que la lluvia no haría acto de presencia y los operarios retiraron la lona protectora del albero de La Maestranza.

De pronto el cielo se hizo negro y dijo ¡agua va!, jarreando como cuando enterraron a Zafra. El albero, un lodazal, el público refugiado en los accesos a los tendidos; las cuadrillas, los matadores al frente, comprobando lo resbaladizo del terreno... y quien más quien menos barruntando suspensión. Pero, ya sobrepasada la hora del paseíllo, cesó la lluvia, apareció en el horizonte, sobre el tejadillo del coso, un arco iris que auguraba que -con retraso- la corrida iba palante.

Lleno de no hay billetes, expectación máxima y temor por el aguacero que retrasó el paseíllo

Lleno de no hay billetes, expectación máxima, tres figuras al frente de sus cuadrillas y un paseíllo que no arranca porque -sin motivo y esperemos que sin sentar precedente- suena el himno nacional. Después, el pasodoble devolvió las cosas a su cauce.

Abrió plaza un toro de Matilla de amplio volumen y precioso pelaje al que Morante de la Puebla le dibujó un par de preciosas verónicas pero que no tuvieron continuidad pues Esaborío -premonitorio nombre- no dio opciones a mayores logros. En banderillas, dos soberbios pares de banderillas de Curro Javier le hicieron saludar una ovación.

Torerísimo inicio de faena del genio de La Puebla con un pase de trinchera sublime en él. Toreó Morante con sutileza en redondo pero cuando cambió de pitón el toro ya no era el mismo y no tuvo otra que abreviar.

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Sebastián Castella cortó una oreja de gran mérito al primero de su lote, limando asperezas y genio a base de valor y templanza, en una faena que fue in crescendo y que acabó con el toro entregado a un Castella pletórico, que culminó la obra con un estoconazo a ley.

Devuelto el tercero por manifiesta invalidez , se corrió turno y salió el que iba para sexto -del mismo hierro- que no aventuraba grandes cosas en los primeros tercios pero el planteamiento de faena de Roca Rey dando distancia en el cite de inicio de las series y siempre asentado de plantas y poderoso, jugó a favor para que los muletazos tuvieran enjundia, largura y ligazón. La espada lo rubricó y el trofeo que paseó en la vuelta al ruedo no tuvo discusión.

Tampoco el cuarto -otro Esaborío, qué cosas- permitió a Morante lucir con el capote más allá de un par de lances a la verónica con su sello. João Ferreira banderilleó con brillantez siendo ovacionado y el inicio de faena de Morante, cadencioso, con muletazos en redondo pura armonía y templanza hizo concebir esperanzas, pero el toro duró un suspiro y Morante, con la misma desilusión que el público, fue a por la espada.

Morante se fue mohíno, pero le quedan tres tardes más en la feria abrileña para cambiarlo y seguro será

Como sucedió en su primer turno, el tercio de varas del segundo del lote de Castella apenas fue un trámite de mínimo castigo y el toro llegó con pujanza a la muleta, después de un tercio de banderillas espléndido de José Chacón y la lidia de Rafael Viotti.

El inicio de faena, muy firme el torero francés, auguró mucho más de lo que después llegó pues el ejemplar de Matilla pronto se vino abajo y con él las ilusiones de Castella, que tenía la Puerta del Príncipe entreabierta.

Algo pasó en los chiqueros para que el que cerraba plaza no fuera el primer sobrero consignado, sino el segundo, del hierro de Román Sorando. Roca Rey hizo todo a favor de un toro que nunca se entregó, remiso y descastado, pero su loable esfuerzo se quedo en eso.

Acabó el festejo , Morante se fue mohíno (le quedan tres tardes más en la feria abrileña para cambiarlo y seguro será), Castella y Roca con premio y el público en busca de un caldito caliente y reparador de fríos.

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