El caso del jesuita Cesc Peris, hoy octogenario y retirado en una residencia de Manresa, ha sido como remover un avispero con un palo. Denunciado por presuntos abusos sexuales en Bolivia, donde pasó una corta temporada, más de 234 exalumnos de la escuela Jesuïtes Casp de Barcelona, donde estuvo 30 años, se preguntaron por qué aquí no se le había denunciado si su “conducta inapropiada” fue un secreto a voces.
Pero Sex Penis, como lo apodaban, no fue el único. A raíz de las informaciones publicadas por La Vanguardia, El País y El Periódico de Catalunya, entre otros muchos medios, han sido señalados al menos una decena más de jesuitas. Un día después de que V., médico de 71 años, denunciara en esta misma web al “hermano C.” y a “los padres P.L.C. y A.P.P.”, otro exalumno telefoneó a esta redacción para refrendar sus palabras.
A., ingeniero, de 78 años, que también estudió hasta el bachillerato en Casp, recuerda que el hermano C. “se ocupaba de la custodia de los más pequeños en actividades no estrictamente lectivas: el recreo, el comedor, el aula de los deberes... Se sentaba en un pupitre, sobre una plataforma con tres escalones para dominar todo el aula. De vez en cuando nos llamaba a algunos de nosotros para escucharnos en una especie de confesión”.
V., el primer denunciante, ha presentado un escrito ante el bufete Cremades & Calvo Sotelo, encargado por la propia Iglesia para auditar sus casos de pederastia. Según V., el hermano C. le manoseó los genitales. A. sostiene que con él no llegó a tanto, aunque también vivió situaciones incómodas: “Nos acariciaba las piernas y nos preguntaba: ‘¿Espías a tus hermanas o a tu madre en la ducha?’. ¡Éramos niños, algunos de nueve años!”.
Otra llamada telefónica a esta redacción hace pensar en el título de una novela de Manuel Andújar, Historias de una historia. Como antes hicieron su padre y su abuelo, J., de 67 años, un conocido profesional en su sector, estudió en Casp. Al igual que otros muchos exalumnos asegura que la preparación que recibió en este centro académico fue excelente y que no se arrepiente de haber estudiado allí: “Volvería a hacerlo”.
J. formó parte de la primera clase de BUP que tuvo a Cesc Peris como tutor. Recuerda que un día el profesor de inglés dijo enel aula: “Preguntadme lo que queráis”. Y el típico guasón del grupo exclamó: “¿Con cuántas mujeres te has acostado?”. Cuando el jesuita Peris se enteró de lo sucedido, “lo expulsó una semana”. El sexo era un tabú en el colegio desde mucho antes, como saben muy bien los exalumnos de más de 70 años.
Uno de estos antiguos estudiantes recuerda que en los años sesenta un amigo fue expulsado de Casp (“como gran favor lo aceptaron en los Jesuitas de Sarrià”). Su delito fue coleccionar las fotos de Brigitte Bardot que se publicaban en Paris Match y otras revistas. El mismo claustro tan duro con chiquilladas así albergaba a profesores a quienes excitaba saber si niños de nueve años eran mirones o con tendencia al voyeurismo.
A Sex Penis lo recuerdan guapo y seductor, con ropas y maneras que no se parecían en nada a la del resto de profesores. “Su indigno comportamiento sorprende a pocos a estas alturas”, explica un integrante de la promoción de 1981: “No era trigo limpio. Lo tendrían que expulsar de la congregación. Nada que ver con jesuitas muy queridos del colegio”. Y cita a seis. Se queda bloqueado cuando le explican que dos de ellos han sido señalados por alumnos que vivieron otra historia de la historia.
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