Se puede decir, y no es una exageración, que a Víctor Marsal (66 años y natural de Barcelona) le cambió la vida hace unos cuatro años. Afortunadamente para bien. Por aquel entonces, cuando se levantaba por la mañana se notaba cansado. Tanto, que se dormía al ponerse al volante. Lo mismo le ocurría cuando estaba en una reunión (es empresario). Desconocía a qué se debía ese cansancio tan acusado. Un día le explicó lo que le sucedía a un amigo suyo, médico de profesión, y este le aconsejó que visitara a un profesional: sospechaba que podía padecer apnea obstructiva del sueño (AOS). Ahí empezó a ver la luz.
Este barcelonés es una de las aproximadamente 700.000 personas en España que reciben tratamiento por AOS, una patología muy infradiagnosticada: se calcula que solo el 25% de los que la padecen están diagnosticados. Eso quiere decir que la cifra real de afectados asciende a los dos millones de personas. Los que la sufren experimentan interrupciones en la respiración (apenas) mientras duermen.
Para que sea considerada una apnea patológica, el paciente debe dejar de respirar por encima de los diez segundos y más de seis veces por hora”
“Para que sea considerada una apnea patológica, el paciente debe dejar de respirar por encima de los diez segundos y más de seis veces por hora”, explica a La Vanguardia el doctor Raúl Pérez, asesor médico de Esteve Teijin, empresa que provee al CatSalut el 53% de las terapias respiratorias domiciliarias en Catalunya.
Existen distintos tratamientos en función de la gravedad del cuadro. “No es lo mismo un paciente que deja de respirar 5 veces por hora que uno que lo hace 10, 15, 20 o 30”, arguye Pérez.
Víctor tenía una apnea por minuto. “Cuando me lo detectaron en la clínica a la que acudí, donde pasé toda la noche, vieron que hacía 60 por hora”, esgrime. “Batí todos los récords. Los doctores que me atendieron estaban sorprendidos de que las apneas no me hubieran generado más problemas”.
Esta enfermedad no es baladí si no se trata. Más allá de los síntomas como somnolencia y problemas cognitivos (falta de memoria, de atención…) por la falta de sueño –los afectados padecen microdespertares, de los que no son conscientes-, esta patología puede conllevar otras consecuencias. Y todo por la disminución de la entrada del aire y en consecuencia del oxígeno disponible en el organismo.
Hay casos muy graves de personas que dejan de respirar 130 veces por hora”
“Esas caídas de oxígeno durante la noche pueden acarrear, de no tratarse, alteraciones cardiacas e incremento de la presión arterial. Incluso hay casos de diabetes”, asevera el doctor Pérez. El afectado, además, es más propenso a poder padecer un ictus cerebral. “Hay casos muy graves de personas que dejan de respirar hasta 130 veces por hora”, subraya.
Por norma general, a los enfermos que están por encima de las 30 interrupciones por hora se les prescribe un CPAP (dispositivo de ventilación mecánica). Este artilugio cuenta “con una turbina que envía aire a una presión constante determinada (para cada paciente es distinta) que consigue que la vía aérea se abra para dejar paso al aire de una manera fluida y normal, corrigiendo las apneas”, arguye Adriana Pascuas, responsable del servicio de atención al paciente de Esteve Teijin.
El CPAP va conectado a la corriente y emite un sonido constante, aunque atenuado. “Son bastante silenciosos. Han ido mejorando con el tiempo”, esgrime Pascuas.
La mascarilla que lleva incorporada el CPAP se adapta a la persona, generando una especie de cierre hermético. El paciente goza de cierta libertad de movimiento: puede girarse para ambos lados.
Con el CPAP descubrí la gloria"
No obstante, no es fácil acostumbrarse de inicio. “Al principio fue incómodo”, admite Víctor, aunque afirma que poco a poco se habituó. Sobre todo, porque notó los efectos beneficiosos “desde el primer día”. “Descubrí la gloria. Conducía y no me dormía. Antes tenía que hacer sí o sí la siesta, incluso tenía un sillón en el despacho para hacerla a diario. Si no, no tenía energía. Me ha cambiado la vida”.
El CPAP -que en general los pacientes tendrán que usar de por vida- le resulta tan beneficioso que se lo lleva de viaje (por su profesión, pasa muchas noches fuera de casa). “Si viajo para solo un día no me lo llevo, pero al día siguiente me arrepiento. Me levanto cansado”.
Su mujer también está encantada. “Desde que uso el CPAP, duerme sin tapones en las orejas". Admite que la máquina “hace algo de ruido”, pero dice haberse acostumbrado. También ella. “Ese pequeño ruido es música celestial para mi mujer comparado con mis ronquidos. Además sufría con mis apneas, parecía que me ahogaba”.
Cuenta que ahora está en tratamiento para bajar de peso. “El sobrepeso es muy importante en esta patología”, subraya el doctor Pérez. “La acumulación de grasa en la vía respiratoria más alta (velo del paladar, faringe alta…) hace que aumente el grosor de todas esas estructuras. Y una pequeña caída de la lengua hacia atrás, por ejemplo, con un poco de grasa presionando, hace que la obstrucción respiratoria sea todavía más importante”. “Si los pacientes disminuyeran su índice de masa corporal –añade el doctor- probablemente mejorarían su cuadro e incluso en algunos casos se les podría retirar el CPAP”.
El sobrepeso es muy importante en esta patología”
Las estadísticas dicen que los hombres sufren más AOS que las mujeres (entre dos y tres veces más). Tiene que ver -asevera Pérez- con los estilos de vida. “La cifra prácticamente se iguala cuando ellas entran en la menopausia”, añade. Los niños también pueden padecer AOS, pero en un porcentaje reducido: suponen el 5% de los afectados.
De los 135.000 pacientes con algún problema respiratorio que Esteve Teijin trata en total (ofrecen servicio domiciliario no solo en Catalunya, también en Galicia, Navarra, Palencia, Aragón…), unos 94.000 padecen AOS (un 70%), de los que 39.000 se encuentran en Catalunya.