Así fue la partida de los polizones de Lagos que llegaron en la pala del timón
Travesía casi suicida
Los tres jóvenes accedieron al petrolero saltando desde un cayuco cuando el barco estaba saliendo del puerto y afirman que hicieron todo el viaje “de cuclillas”
“Solo quiero vivir en libertad”. Con esta contundencia se expresó uno de los tres polizones que llegó el pasado lunes al puerto de Las Palmas escondido en la pala del timón del petrolero Alithini II durante el interrogatorio que se le hizo el martes a bordo del buque, una vez que se le había dado el alta hospitalaria y esperaba una repatriación que se ha frenado tras solicitar el asilo político.
De la misma forma se expresaron sus compañeros de viaje, que indicaron que su único objetivo cuando decidieron arriesgar su vida y subirse en el petrolero, sin saber siquiera a qué ciudad llegarían, los días del viaje y si lograrían tocar tierra con vida, era “poder vivir en paz, trabajar, tener dinero y ayudar a sus familias”.
Tuve que salir corriendo porque aunque el país no está en guerra la etnia que controla todo iba a matarme”
Los tres jóvenes llegaron a Laos huyendo de la violencia de la región de la que proceden, en la zona sudoriental de Nigeria, muy próxima a la frontera con Biafra. Los chicos, según detallaron, pertenecen a la etnia igbo y actualmente el poder dominante en la región es otra etnia contraria. “Tuve que salir corriendo porque aunque el país no está en guerra la etnia que controla todo me perseguía e iba a matarme”, relató uno de los jovenes en el interrogatorio, según indican fuentes próximas.
Los tres, que saben leer y escribir y lo hacen con una caligrafía “que denota que tienen estudios primarios”, y manejan un nivel de inglés “aceptable”, según fuentes próximas, no trabajaban en Lagos en nada concreto. Según han relatado, “se empleaban en lo que podían”, unas veces en el puerto, otras pescando, “lo que les iba saliendo” y muchos días “no tenían nada que hacer”. No había futuro.
Un día, según han relatado, vieron el barco y la posibilidad de subir a él. No sabían a dónde se dirigían pero “estaban desesperados” por salir de Nigeria y lo intentaron, siendo conscientes de que ponían en riesgo su vida dado el lugar elegido para hacer la travesía y las pocas garantías que había de llegar con vida.
Aunque los tres niegan que pagaran a nadie por conseguir acceder al barco sí han contado que lo hicieron a bordo de un cayuco y cuando el petrolero ya estaba en marcha. “Preguntamos a un hombre que tenía un pequeño barco si nos acercaba y lo hizo. Desde este bote saltamos al petrolero cuando ya había salido del puerto”, han contado los jóvenes.
La Policía Nacional sospecha que los jóvenes fueron ayudados a acceder al barco por parte de las mafias que operan en la zona y que conocen perfectamente qué barcos salen para Europa.
De hecho, según han relatado los muchachos, cuando accedieron al barco el hombre del cayuco les indicó que el “sitio era difícil” y que no podrían ni sentarse. “Estuvimos once días de cuclillas. Era cuestión de vida y muerte”, aseguraron. Algo que para los que les dieron la primera atención en el muelle es verosímil puesto que llegaron “completamente entumecidos”. “Ni siquiera podían mantenerse en pie”, según indican fuentes próximas.
Estuvimos once días de cuclillas. Era cuestión de vida y muerte”
Los tres jóvenes se subieron a la bocina de la pala con una mochila cada uno cargada con productos nigerianos, fundamentalmente galletas. También portaban agua pero al saltar desde el cayuco se les cayó parte al mar. Esta fue la principal dificultad del viaje, ya que durante la travesía tuvieron que restringir lo que comían. “Tuvimos que limitar las galletas que comíamos porque nos daban mucha sed y no teníamos agua”, han apuntado. De hecho, los chicos llegaron al puerto “muy deshidratados” y requirieron asistencia médica.
Desde ayer los tres jóvenes se encuentran en dependencias policiales a la espera de que se resuelva su petición de asilo. Fuentes próximas apuntan que el expediente se tramitará de forma rápida y que en ocho días habrá una respuesta. La semana que viene se sabrá si finalmente se quedan en España o regresan a Nigeria, donde su futuro es incierto y su vida corre peligro.