Salvaguardar a las fuentes y aplicar el sentido común a la hora de tratar los crímenes fueron dos de los mensajes más destacados lanzados por la periodista especializada en la información de sucesos, Mayka Navarro, en un encuentro en exclusiva con suscriptores de La Vanguardia , celebrado este jueves en la Casa Seat de Barcelona y que fue moderado por el director adjunto del diario Enric Sierra.
El encuentro empezó recordando su primera crónica en este diario, hace siete años. Cubrió la parte más social del viaje del Papa Francisco a Cuba. “Fue la única condición que le puse al director, poder estar en ese viaje del Papa a La Habana y recuerdo que me di un panzón de llorar cuando vi por primera vez mi firma en la portada de La Vanguardia ”.
Mayka Navarro habló de lo importante que son las fuentes policiales en su oficio. “Lo mejor de tener una agenda es que el que está al otro lado confíe en ti ciegamente y ser capaz de generar una relación de confianza, algo que no se explica en las facultades de periodismo”, siguió.
La periodista destacó la importancia de salvaguardar el anonimato de las fuentes “porque el 90% son funcionarios, y si hay una investigación por revelación de secretos ellos habrían cometido un delito y puesto en peligro su carrera profesional”. Afirmó con orgullo que nunca le han enganchado una fuente y que tiene “el récord de carpetas abiertas en Asuntos Internos de los Mossos d’Esquadra’.
“Es muy difícil gestionar tragedias humanas porque además yo me involucro mucho”
A la pregunta de un suscriptor de que caso le había impactado más, Mayka Navarro comenzó hablando del caso de Diana Quer, que aunque no fue el que más la conmocionó, si la impactó por la escenografía de una noche lluviosa que vivió de cerca, cuando un buzo se metió en un pozo y se encontró el cuerpo de la joven que llevaba un año sumergido.
El caso, no obstante, que más le impactó fue el crimen de Ana Maria Paez en Gràcia. En parte porque le abrieron diligencias judiciales y una investigación sobre quién le había pasado información y luego también porque lamentó el título de una crónica: ‘El crimen perfecto.“No fui consciente del daño que hacía a la familia”. Tampoco se sentía orgullosa de cómo consiguió una foto de Ronny Tapias, un joven asesinado por una banda violenta. “He hecho muchas locuras pero con la edad aprendes”.
“Escribir sobre muertos es una mochila sentimental que va con nosotros y aunque te cuenten que la regla sería seria mantener una cierta distancia para que no te afecte, es muy difícil gestionar tragedias humanas porque además yo me involucro mucho”, confesó. “Los errores de los periodistas de sucesos son terribles porque nuestra materia prima es gente en el momento más dramático de su vida y meter la pata puede tener muchas complicaciones”, comentó.
Sobre si hay un código de conducta para los periodistas de sucesos, Mayka fue tajante: “El código se lo impone cada uno y el mío es aplicar el sentido común; yo no soy la misma escribiendo ahora que con 21 años, cada vez más pongo a la víctima en medio de todo en mis crónicas y trato de empatizar con ella ”.