El abismo de ser madre en solitario: de la libertad de criar sin pareja a la falta de apoyos

Diversidad familiar

 Se estima que hay dos millones de familias monoparentales en España, en la inmensa mayoría capitaneadas por mujeres

 Denuncian la desigualdad y discriminación a la que es sometido su modelo familiar frente al biparental

Mónica Sanjuan vive en Barcelona con sus dos mellizos Xenia y Aran

Mónica Sanjuan vive en Barcelona con sus dos mellizos Xenia y Aran

Àlex Garcia

Mujeres que deciden encarar la maternidad solas y formar su propio hogar. Este nuevo modelo de familia está aflorando con fuerza en la sociedad española, resultado de la independencia de las mujeres que, con el desembarco a la vida laboral, ya no necesitan a una pareja para realizarse personal ni profesionalmente ni tampoco renuncian a tener hijos. Pero la elección de cuidados en solitario, que supone para las que optan a ello - en su mayoría mujeres- grandes alegrías, también comporta cargas extras: mayores dificultades de conciliación y discriminación social y fiscal frente al modelo biparental. Y todo ello agravado por la pandemia, denuncian. Las estadísticas les dan la razón: se estima que en España hay dos millones de familias monoparentales y el 49,1% están en riesgo de pobreza, según datos del INE.

Pilar Ariza siempre tuvo claro que sería madre en solitario. Con 28 años tuvo a Ibai y espera poder ampliar la familia

Pilar Ariza siempre tuvo claro que sería madre en solitario. Con 28 años tuvo a Ibai y espera poder ampliar la familia

Pilar Ariza

Pilar Ariza es de Zaragoza y tiene 32 años. Esta educadora y psicóloga clínica, sabía desde pequeña que quería ser madre en solitario. Ha tenido parejas y recuerda que a algunas de ellas ya les contaba su intención de ejercer la maternidad sola. No le gusta depender de nadie y ha “peleado” por ser independiente económicamente. Siempre ha sabido que la maternidad comporta una gran responsabilidad “como para tener que buscar el equilibrio con otra persona”. Y valora “no consultar nada con nadie” en lo referente a su hijo. Sin ningún respaldo familiar y siendo mileurista, con 28 años se quedó embarazada de Ibai tras una doble donación de esperma y óvulos después de descubrir que era “infértil”. Se tuvo que “meter” en un crédito bancario de 13.000 euros a devolver en cinco años.

La maternidad comporta una gran responsabilidad, como para buscar el equilibrio con otras persona"

Pilar Ariza, 32 añosPsicóloga clínica y madre de Ibai

Sus inicios en la maternidad no fueron fáciles. Tras 36 horas de parto y una cesárea que “casi se me lleva”, nació Ibai. Cuenta que la matrona buscó por todo el hospital al padre para que cogiera al niño a pesar que ella había informado que era madre soltera y que dos amigas esperaban fuera para poder tomar al recién nacido en brazos. Y, en plena pandemia, se encontró sola con un bebé de ocho meses con ansiedad de separación que le obligó a vivir situaciones límite como no poderse duchar en tres semanas, cuenta. Ahora la vida sigue siendo muy intensa pero ha mejorado en parte, asegura, porque “Ibai es un ser de luz”.

La dedicación de Pilar y la de muchas mujeres que optan por la maternidad en solitario (en el 81% de los casos de familias monoparentales es una mujer la que está al frente) acostumbra a ser 24 horas al día, 7 días a la semana. Y 365 días al año. Y no siempre es fácil el descanso. A ella, por ejemplo, le cuesta delegar en las amigas –ha nombrado a tres como tutoras de su hijo en caso de que a ella le pase algo- para buscar momentos para ella. No los necesita más allá del espacio propio que le da su trabajo como auxiliar de educación especial. Ariza no es partidaria de “romantizar” la maternidad y advierte que es una “bofetada” pero que, a pesar de todo, los momentos positivos son “el triple de lo esperado”. 

Mónica Sanjuan se decidió a ser madre en solitario casi a los 40 después de fracasar su intento de hacerlo en pareja

Mónica Sanjuan se decidió a ser madre en solitario casi a los 40 después de fracasar su intento de hacerlo en pareja

Àlex Garcia

Y no se plantea tener pareja porque supone un “esfuerzo” que no se asemeja a tener un hijo, aunque sí que echa en falta un “achuchón”. Está tan encantada con su faceta de madre en solitario que en unos meses quiere ir a por el segundo hijo. Pero critica que personas como ella están “desamparadas por el sistema” y sin apenas ayudas. “No hay una sola ley que nos ampare”, lamenta. Reivindica que “no queremos paguitas” pero que familias como la suya se encuentran “ahogadas” y sin poder conciliar”.

Una noche en vela por vómitos o diarreas es mucho más fácil en pareja"

Mónica Sanjuan, 43 añosComercial y madre de Xenia y Aran

No encontrar una pareja con la que formar una familia es una de las motivaciones para optar por la maternidad (o paternidad) en solitario. Mónica Sanjuan es comercial -aunque maestra de formación- vive en Barcelona y siempre supo que quería ser madre; pero las parejas con las que convivió o no querían formar una familia o preferían dejarlo para más tarde. Ello motivó la maternidad tardía de Sanjuan, que con 43 años tiene a los mellizos Xenia y Aran, de un año y medio. Con 38, se había congelado los óvulos y lamenta que a pesar de los avisos de no retrasar la maternidad, se habla poco de “preservar la fertilidad”.

Empezó el proceso de reproducción asistida, del que quiere subrayar el desgaste y carga emocional que comporta cada uno de los estadios por el que pasas y que no siempre acaban en embarazo, con 40 años. Acabó con donación de embriones. Su apuesta por la maternidad le ha hecho “pulirse” todos los ahorros y necesitar la ayuda de sus padres, que la han apoyado desde el principio y que cada tarde se turnan para facilitar la logística de los baños y las cenas. Y sigue haciendo colecho porque las noches con dos niños pequeños al cargo a veces son complicadas. Y más si se ponen los dos malos a la vez: “una noche en vela por vómitos o diarreas es mucho más fácil en pareja”, bromea.

Sin ahorros

Asumir costosos tratamientos médicos y los cuidados de un hijo dejan a muchas madres en solitario tocadas económicamente

Por suerte Mónica, que trabaja con su madre, tiene flexibilidad, pero el gasto que supone para ella conciliar –especialmente en verano- la ha empujado a cambiar de trabajo y en septiembre empezará en una escuela como maestra. Su nuevo horario le supondrá tener un sueldo menor que le obligará, a su vez, a buscar una vivienda con un alquiler más bajo. Sanjuan lamenta las pocas ayudas con las que cuenta: “pago sola el alquiler y la manutención”. Y pide que familias como la suya sean igualadas a las numerosas o a las de hijos con viudos. También que a la hora de solicitar becas se tenga en cuenta que en el caso de monoparentales es una única persona quien corre con los gastos.

Lydia Rodriguez Guillem, madre 
soltera por elección, con su hija Maria de 5 años

Lydia Rodriguez Guillem, madre soltera por elección, con su hija Maria de 5 años

Dani Duch

Mónica aún no se ha separado de sus hijos y no disfruta de momentos de descanso, aunque con el grupo de madres con las que comparte maternidad en solitario hacen tribu y muchas actividades en familia. “Hemos pasado la betaespera, la medicación y el duelo de no tener hijos en pareja y eso une mucho”, explica. Esta catalana valora lo positivo de la maternidad en solitario cuando tiene momentos de “bajón” como decidir sola su educación o el nombre de los pequeños. Y aunque anhela tener pareja, es consciente que ahora mismo el poco tiempo de que dispone se lo impide. Y cree que si llega una pareja, no habrá la presión de tener hijos.

Hacer 'tribu'

Muchas de estas mujeres deben enfrentarse a duros tratamientos con escasa información

La maternidad en solitario puede ser agotadora, pero si además es por partida doble la afrenta es olímpica. Es el caso de Mónica, pero también de Eva o de Juana. Eva (48 años, Madrid), también se aventuró después que su última pareja no quisiera tener hijos y de descartar la adopción porque la “discriminación hacia las madres solteras es bestial”. Tenía 35 años y “ya no llegó nadie interesante”, cuenta esta bióloga molecular, que explica que lograr ser madre fue un proceso “larguísimo y durísimo”. Con 38 años la rechazaron en la Seguridad Social madrileña por ser madre soltera y se sintió muy desamparada en lo que respecta a información hasta que se asoció. “Hay que enfrentarse a las clínicas y está bien saber qué tipos de pruebas te hacen”, explica esta madrileña que asegura que en las tres primeras clínicas por las que pasó no le miraron la reserva ovárica.

Maria Joseé con su hijo Jan , Madre soltera por decisión propia Sant Andreu de la Barca

Maria José con su hijo Jan

Miquel Gonzalez / Shooting 

Después de siete in vitros, optó por la ovodonación aunque su entorno le recomendaba que lo dejara. Se quedó embarazada con 40 y con 41 tuvo a su primer hijo después de una preeclampsia. Y tres meses después se volvió a quedar encinta. Sus dos hijos, se llevan 15 meses. Tuvo que contratar a una canguro, porque su madre no vivía cerca, y recuerda los inicios de la maternidad como “muy duros”. Se puede considerar afortunada porque teletrabaja y tiene cierta flexibilidad, pero sin un techo y una estabilidad económica no se habría planteado la bimaternidad sola. La sobrecarga que supone su modelo de familia soporta muchas discriminaciones, cuenta, y por eso dice que si las reconocieran como familia numerosa, ayudaría mucho porque tendrían reducción de IBI y otras ayudas.

Eva empieza a “ver la luz”, tiene pocos momentos de descanso. Su madre se lleva a los niños algún fin de semana, pero la pandemia lo ha complicado todo. Y reconoce que echa en falta una pareja con la que compartir la vida “las cargas y las alegrías”. También percibe cierto rechazo social a su opción de familia “algunos te dicen que eres valiente y otros te miran mal porque creen que vas de autosuficiente” explica. Pero ella clama: “no soy valiente, solo he seguido mi sueño: tener una familia”.

Conciliar

El crucial apoyo familiar para poder sobrellevar el día a día y a veces toca volver a casa de los padres

El apoyo familiar se vuelve fundamental y en no pocos casos, las mujeres que optan a la maternidad en solitario acaban volviendo al hogar familiar. Es el caso de María José Díaz, de 47 años, que dio a luz a Jan pocas semanas antes del inicio de la pandemia. Ahorró durante para poder ser madre y empezó a intentarlo a los 39 porque por motivos laborales y familiares no pudo antes, pero “la reserva ovárica te abandona pronto”, bromea. Su infancia no fue fácil y la ausencia del padre le hizo creer que podía encarar la maternidad sola, pero ha sido duro. Su hijo nació en la semana 30 después de una preeclampsia grave y Jan tuvo que estar más de un mes en la UCI. 

Debido a los problemas de salud, en febrero de 2020 decidió hacer las maletas y trasladarse con el recién nacido de Barcelona a la cercana Sant Andreu de la Barca para vivir en casa de su madre con la idea de estar unos días, pero llegó el confinamiento. Cree que la sociedad aún hoy debe abrir la mente a la diversidad familiar. “A mí no me ayuda nadie y no solo eso, sino que nos discriminan”, lamenta.

María José es madre en solitario de Jan y después de casi tres años aspira a encontrar un piso de alquiler para su familia monoparental

María José es madre en solitario de Jan y después de casi tres años aspira a encontrar un piso de alquiler para su familia monoparental

Miquel González / Shooting

Para Díaz ser madre en solitario es “supervivencia” y “una guerra constante”. Los problemas de salud de Jan, que tiene retraso en su desarrollo por su prematuridad, y la pandemia han hecho mella en María José, que reconoce que está saliendo de una depresión. Pide que se les quite la etiqueta de “solas” y que para optar a ayudas “no tengamos que pasar por tanta burocracia”. Quiere darle un hogar propio a su hijo más allá de una habitación en casa de la abuela pero los bancos, asegura, no lo ponen fácil. Tuvo que dejar escapar la oportunidad de comprar un piso por las condiciones que le exigían y espera ahora instalarse en uno de alquiler.

El apoyo familiar es fundamental en estos casos. O muy valioso. Es el caso de Lydia Rodríguez Guillem, una madrileña de 45 años que desde hace cinco es madre de María. Es su “pequeño milagro” porque, tras someterse a un tratamiento de fertilidad con 39 años y la reserva ovárica baja, se quedó embarazada a la primera. Vive con su madre y su hermano y ambos ayudan en lo que pueden. “Mi madre me dijo que quería formar parte del proyecto”, explica esta administrativa. Trabaja de secretaria de dirección y el sueldo no le da para independizarse, aunque si pudiera cree que ahora mismo no lo haría porque valora mucho la ayuda logística.

Lydia vive en casa de su madre con su hermano y con María, una niña de cinco años que nació tras un tratamiento de fertilidad

Lydia vive en casa de su madre con su hermano y con María, una niña de cinco años que nació tras un tratamiento de fertilidad

Dani Duch

No tiene un buen sueldo pero sí unas condiciones que le permiten conciliar y empatía por su situación, algo que valora. Lamenta que casi la mitad de la nómina se va en los campamentos de verano y que no hay becas para familias monoparentales y pide más ayudas económicas fundamentales para poder seguir trabajando. Disfruta su maternidad en solitario aunque a veces echa en falta un compañero con el que decidir o tomar decisiones. Y ahora mismo no se ve capaz de tener pareja. Teme al futuro si no está pero sabe que “a María no le va a faltar gente”.

Mi hijo me preguntó con dos años que por qué no tenía padre y le contesté que no había encontrado ninguno"

Deborah SalagresTécnico infantil y madre de Hernán

Deborah Salagres tardó dos años hasta que empezó el tratamiento y tuvo a su hijo Hernán. Tenía 36 años y el apoyo de su familia pero también el temor de su hermano por enfrentar la maternidad en solitario. Tiene la suerte de tener mucha ayuda. “Si mi hijo se pone malo y mis padres no están tengo un montón de voluntarios”, cuenta esta técnica infantil de Gijón. Ahora vive sola, pero los dos primeros años de su vida como madre lo hizo en casa con sus padres porque son los “más duros en la crianza”. Y reconoce que ha pasado momentos malos porque “la carga viene toda sobre mis hombros”.

Deborah y su hijo Hernán vivieron los dos primeros años de vida del pequeño en casa de los abuelos. Hoy lo hacen de forma independiente aunque con mucho apoyo familiar

Deborah y su hijo Hernán vivieron los dos primeros años de vida del pequeño en casa de los abuelos. Hoy lo hacen de forma independiente aunque con mucho apoyo familiar

Deborah Salagres

Esta asturiana asegura que nunca se ha sentido discriminada por su opción de familia pero que sí nota “curiosidad”. Y apuesta por abordar los nuevos modelos de familia con naturalidad. “Mi hijo me preguntó con dos años que por qué no tenía papá y le dije que porque no encontré ninguno”, explica. Aunque le preocupa el futuro, vive el momento pero pide que familias como la suya no lo tengan más difícil. Un ejemplo son las becas y “que no te pidan ganar menos que las familias con dos progenitores para poder acceder a ellas”.

Diversidad familiar

Un modelo que ha venido para quedarse

Juana Ruiz tiene 53 años y trabaja de conserje en Sevilla. Intentó la adopción antes de finalmente ser madre de Leo (8) y Julia (6) mediante donación de embriones. Está encantada con una faceta de madre que al principio le dio miedo y reconoce que vive por y para sus hijos. Y le toca hacer “malabares” para poder conciliar porque tiene la familia lejos. No echa de menos tener pareja, aunque sí una red de apoyo, pero sabe que a sus hijos no le van a faltar voluntarios para cuidarlos cuando ella no esté. Reconoce que “tirar sola del carro” le hace ir siempre “con la lengua fuera” y pide más ayudas para un modelo familiar que “ha venido para quedarse”.

Juana Ruiz intentó adoptar antes de convertirse en madre en solitario de Julia y Leo

Juana Ruiz intentó adoptar antes de convertirse en madre en solitario de Julia y Leo

Juana Ruiz
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