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Mujeres fuera del plató

El feminismo mantiene su lucha en la calle pese al olvido electoral

Protesta el lunes en la plaza Sant Jaume contra la sentencia de la manada de Manresa

EP

Marlène Schiappa, secretaria de Estado de Igualdad del Gobierno de Francia, hacía suyo este mes de septiembre el concepto de “terrorismo machista” siguiendo el ejemplo español. “En España –decía– se habla de terrorismo machista como una forma de subrayar la magnitud y la dimensión sistemática de estas violencias”. Lo citaba como ejemplo que seguir del camino que está realizando aquí el feminismo, pese a que la campaña electoral que acaba el viernes ha vuelto a dejar en las orillas de los debates la lacra de la violencia machista.

Pese al ruido de una campaña que pivota esencialmente sobre el escenario político catalán, más de cuarenta ciudades españolas fueron escenario el lunes de manifestaciones en protesta contra la sentencia de la manada de Manresa. La Audiencia de Barcelona condenó por abuso y no por agresión sexual a cinco de los seis acusado de violar a una menor de 14 años, y más de 2.000 mujeres en Madrid, 500 en Barcelona, en Pamplona, en Murcia, en Logroño… volvieron a manifestarse bajo el lema “No es abuso, es violación”. Reclamaban de una vez por todas “la reforma del Código Penal y la aplicación del artículo 35 del convenio de Estambul” que establece que sin consentimiento explícito es violación o, dicho de forma directa, el “sólo sí es sí”.

Ni las 51 víctimas de violencia machista ni la sentencia de Manresa alteran el discurso de los partidos

Las protestas que salpicaron todo el mapa se producían muy poco antes de que empezase el debate electoral de los cinco candidatos de las elecciones generales del 10-N. Nuevas elecciones en un año en el que ya son 51 las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas.

Un debate con candidatos, sólo hombres, que abordó el tema de la igualdad porque así estaba establecido en uno de los bloques, pero sin que en términos generales trascendiese la gravedad del problema y la imperiosa necesidad de afrontar este “terrorismo machista”.

Sí fue explícito Pablo Iglesias, y en el sentido contrario Santiago Abascal, intentando desmontar las políticas de igualdad de género. Pedro Sánchez, en el tono general monocorde con el que abordó todo el debate, desgranó las medidas de su programa subrayando la necesidad de reforma del Código Penal. Pablo Casado y Albert Rivera intentaron hablar más bien poco.

Pero más allá de este debate único a cinco, con las temáticas preestablecidas, la violencia machista apenas ha tenido hueco. La sentencia contrala manada de Manresa sobre la violación de una menor, tal como se recordaba en el manifiesto de los movimientos feministas, violada por turnos durante un botellón mientras estaba inconsciente, no ha desatado una gran polémica ni debate institucional.

Con el telón casi único de la crisis en Catalunya, la violencia machista, las medidas de igualdad vuelven a desaparecer del eje estratégico de los partidos. Pero el feminismo sigue en la calle. Ayer ya eran más de 315.000 las firmas recogidas en Change.org para que se modifique el título VIII del Código Penal sobre delitos y la violencia sexual.

La cuestión, como ya se preguntan algunas feministas, es si todo esto es suficiente.