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De promesa del rugby a pintar con la boca: la emotiva historia de Henry Fraser

Gente con alma

Un accidente dejó a la joven promesa del rugby sin movilidad en las extremidades. Ahora con 25 años, ha encontrado un nuevo camino en el mundo del arte

El pintor Henry Fraser en su estudio

Instagram Henry Fraser

Henry Fraser es uno de los pintores más prometedores de Reino Unido. Más allá de crear obras de una calidad impecable, su mérito radica en su método de trabajo. Y es que, por sorprendente que parezca, no son sus manos las que utiliza para plasmar sus trazos, sino su boca. Una realidad que tuvo que aceptar tras perder la sensibilidad de sus extremidades en un accidente.

Su historia la cuenta The Little Big Things, un libro conmovedor sobre las lecciones que ha aprendido de su parálisis. El prólogo lo ha escrito nada menos que J.K. Rowling, autora de la famosa saga Harry Potter, que desde que conoció su historia, se convirtió en una gran admiradora suya. “En realidad soy yo quien la admira a ella”, asegura. El relato también cuenta con palabras del héroe de su infancia, el deportista Jonny Wilkinson, que ha elogiado esta “historia de transformación y de poder interior”.

Fraser sufrió un accidente recién cumplidos los 17 años que le dejó una lesión de por vida en la médula espinal. No fue algo fácil de digerir, pues estaba llamado a convertirse en una joven promesa del rugby. Cuando fue consciente de que no podría volver a ponerse de pie por si solo, sintió que se le caía el mundo encima. Pero sus ánimos decayeron sólo unas dos semanas, pues rápidamente trató de buscar algo nuevo que le pudiera motivar. Sin saber cómo, encontró su refugio en el arte.

Su vida marcó un antes y un después durante unas vacaciones en la costa portuguesa. “El viaje fue mal desde el primer momento. En la puerta de embarque del aeropuerto me di cuenta de que mi pasaporte había caducado hacía dos meses”, reconoce Fraser en su blog, desde el que explica su experiencia. Pero la cosa no acabó aquí. “En el quinto día de vacaciones, fui corriendo hasta la playa. Quería zambullirme y calmar el calor. Pero algo pasó. Recuerdo que me golpeé la cabeza con el lecho marino. Abrí los ojos y estaba boca abajo flotando en el mar, con los brazos colgando sin vida delante de mí y sin poder mover nada de mi cuello hacia abajo. Nunca en mi vida había estado tan asustado”, reconoce.

Me golpeé la cabeza [...] Abrí los ojos y estaba boca abajo flotando en el mar, con los brazos colgando sin vida delante de mí y sin poder mover nada de mi cuello hacia abajo. Nunca en mi vida había estado tan asustado”

Henry FraserPintor

“Estaba totalmente indefenso tratando de pensar qué podía hacer para salvarme. Me las arreglé para girar la cabeza con la esperanza de que alguien estuviera allí. Por suerte, un amigo mío estaba cerca. Me preguntó si estaba bien, pero claramente no lo estaba. Me arrastró hasta la orilla y tuve la suerte increíble de que había dos ex entrenadores de rugby que habían recibido un entrenamiento básico de primeros auxilios y me ayudaron. Sin ellos, hoy no sé si estaría vivo”, confiesa. Una vez en el hospital, en Lisboa, comprobaron que se había dislocado gravemente el cuello y que casi se había salido la cuarta vértebra de su alineación, razón por la que acabó pasando hasta dos veces por quirófano. Tenía miedo. Estaba prácticamente solo en un país extranjero”.

Meses más tarde, el joven volvió a casa, y fue allí donde se planteó qué iba a hacer con su vida. Atrás quedaba el sueño de ser deportista de élite como su hermano. Tocaba plantearse nuevas metas, y no iba a ser nada fácil pues, hasta el momento, casi todas tenían alguna relación con el ejercicio físico. Pero, poco a poco, empezó a valorar las pequeñas cosas que podían hacer a uno feliz y trató de plasmarlas en un lienzo. Como ocurre con todos los inicios, no fue fácil en un primer momento pero, a fuerza de constancia y empeño, empezó a deslumbrar, hasta el punto de crear su propia exposición.

“Todo ocurrió un día que me estaba aburriendo más de lo habitual. Tenía cerca una tableta, en la que había una aplicación que servía para dibujar. Me di cuenta que sosteniendo un lápiz táctil en la boca podía dibujar. Me distraje durante horas. Me encanto. Es gracioso, pero no hubiera estado enfermo nunca hubiera redescubierto mi amor por el dibujo, la pintura y la creación. La adversidad me ha dado un regalo”, sostiene. “El Times me encargó que produjera una pieza para la portada de su primer suplemento de la Copa del Mundo de rugby. He tenido también la oportunidad de presentar mi propia exposición. Y cuando estaba acostado en mi cama del hospital hace seis años, nadie, ni siquiera yo, esperaba que estuviera haciendo algo como esto”.

“Durante mucho tiempo pensé que se me habían cerrado muchas puertas con mi accidente, pero lo cierto es que se me han abierto más de las que jamás hubiera imaginado. Quien sabe, probablemente ahora estaría llevando una vida muy aburrida. Una vez leí: ‘Lo que la oruga percibe como el final, para la mariposa es solo el comienzo’. Y ese es el lema que me he marcado en la vida”.

Lo que la oruga percibe como el final, para la mariposa es solo el comienzo”

Henry FraserPintor