¿Por qué las personas mayores son más vulnerables al calor?
Salud
Con la edad se reducen la percepción térmica y de sed y los síntomas del golpe de calor pasan más desapercibidos
Con la llegada del verano o de olas de calor como la actual se multiplican las advertencias y las recomendaciones para protegerse de las altas temperaturas haciendo especial énfasis en el cuidado de las personas mayores. ¿Por qué? ¿Qué hace más vulnerables al calor a los ancianos?
Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) explican que el riesgo de sufrir un golpe de calor aumenta a partir de los 65 años porque con la edad se reduce la sensación de calor, las personas no notan tanto las altas temperaturas y por tanto adoptan menos precauciones y se protegen menos.
Pero, además, con los años también disminuye la percepción de sed, no se siente la necesidad de beber, y ello aumenta las probabilidades de deshidratarse. Y ese riesgo es mayor cuando la persona mayor tiene alguna enfermedad crónica, toma medicación, tiene sobrepeso o padece una enfermedad neurodegenerativa. O en los casos en que la persona tiene una dependencia física que le dificulta cambiar de vestimenta, desplazarse o adaptar su entorno cuando percibe que está pasando calor.
Otra de las razones que hace más vulnerables a los mayores ante las altas temperaturas es la dificultad a la hora de reconocer los síntomas de un golpe de calor. La sensación de debilidad, de agotamiento, la confusión, la falta de sudoración o la piel seca que acompañan el proceso de deshidratación a menudo se confunden con “achaques de la edad” o con síntomas de otras enfermedades crónicas o del deterioro cognitivo de la persona.
Además, explican desde la SEGG, como en los ancianos estos cuadros no suelen ir precedidos de un ejercicio físico intenso o de un esfuerzo como normalmente ocurre en el caso de jóvenes o adultos, no se suelen relacionar tales síntomas con el golpe de calor. Y aún es más difícil reconocerlos si la persona mayor tiene alterado su estado mental o tiene fiebre.
Todas estas circunstancias convierten a la población de más edad en grupo de riesgo en el caso de olas de calor, porque la gravedad y pronóstico de una deshidratación están directamente relacionados con la rapidez de actuación. “Si aparece la deshidratación y no se trata de forma adecuada y progresa se puede llegar a una situación de shock en la que sucede un fallo multiorgánico –riñón, corazón y cerebro– y se puede entrar en coma”, alertan los geriatras.
Si aparece la deshidratación y no se trata, se puede llegar a una situación de shock y fallo multiorgánico
Esto ocurre porque el principal mecanismo del cuerpo para afrontar un aumento de la temperatura es dilatar los pequeños vasos periféricos para favorecer el paso de la sangre por la piel y esto, unido al aumento de la sudoración, hace que se pierdan calor y líquidos por evaporación, lo que tiene consecuencias en distintos órganos: riñón, corazón, cerebro...
Para evitar todos estos problemas y prevenir la hipertermia, los especialistas de la SEEG aconsejan tomar muchos líquidos aunque no se tenga sed, realizar comidas ligeras, no exponerse al sol, no realizar ejercicio ni esfuerzos que aumenten la sudoración en momentos de calor, mantener la casa fresca y ventilada, llevar ropa ligera y clara, protegerse la cabeza del sol con sombreros o gorra, y no permanecer dentro de vehículos estacionados o cerrados.