Raíces y ramas: ¿y ahora qué MeToo?
Vanguardia Dossier Nº73
Las redes y la interconexión entre los movimientos feministas explica la rápida extensión internacional del movimiento #MeToo, pero sería erróneo contemplarlo como algo único. Más bien es la culminación de movimientos similares esparcidos por todo el planeta
El siglo de las mujeres
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En esta edición se publican también los textos en versión original.
Paradis Mahdavi es decana interna de la escuela Josef Korbel de estudios internacionales de la Universidad de Denver.
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Un año después del rápido éxito del movimiento #MeToo, el feminismo y la política sexual han llegado a definir los paisajes de las políticas en todo el mundo. En especial, las políticas sexuales feministas están dando lugar a un nuevo orden mundial al unir explícitamente lo político con cuestiones íntimas del yo.
En octubre del 2017, la actriz estadounidense Alyssa Milano publicó un tuit en el que instaba a las mujeres a hablar sobre sus experiencias en relación con el acoso o la agresión sexual y usó el término #MeToo. Casi de la noche a la mañana, las redes sociales estallaron, y #MeToo se consolidó en todos los rincones del mundo. Los medios de comunicación y los analistas estadounidenses se centraron en el éxito de #MeToo en el país como un ejemplo sin precedentes de la unión entre el sexo y la política. Casi un año más tarde, la confirmación de Brett Kavanaugh como juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos quedó afectada por las acusaciones de agresión sexual, lo cual puso todavía más de relieve la fuerza adquirida por el movimiento #MeToo.
Tres factores han actuado de forma combinada en las últimas décadas: el éxito de las revoluciones sexuales, la interconexión global de los movimientos sociales y el auge de las redes sociales
Sin embargo, ese impulso llevaba toda una década construyéndose globalmente, estableciendo las bases de unas revoluciones sexuales que reclaman un cambio político. En Estados Unidos, acabamos de llegar a nuestro momento feminista (encapsulado en la etiqueta #MeToo) pero esas revoluciones llevan décadas desarrollándose en escenarios no occidentales, sólo que no han sido iluminadas por los focos de Hollywood ni por los medios. Además, el éxito de lo que llamo el Feminism ReBoot (ReInicio Feminista) se inspira en éxitos de todo el mundo y a su vez los inspira.
Ahora que el feminismo está definiendo nuestro momento actual, necesitamos comprender mejor los éxitos y los fracasos de otras manifestaciones de la política sexual en todo el mundo. Al hacerlo, debemos reconocer la interconexión de los movimientos sociales globales.
¿Por qué ahora? ¿Por qué prenden en todo el mundo el feminismo y el #MeToo en este momento? ¿Y qué explica los éxitos globales?
Para responder a esas preguntas, debemos desplazar a Estados Unidos del centro en nuestro análisis del poder y el alcance global del feminismo mediante un marco intersectorial. Podemos conectar el #MeToo con movimientos feministas como #BringBackOurGirls en Nigeria, #MyStealthyFreedom en Irán y #NudeBloggersofEgypt en todo el mundo, así como, en términos estadounidenses, con movimientos sociales como #BlackLivesMatter, #Enough y #TakeAKnee.
Aún no sabemos qué efectos duraderos tendrán esos movimientos que se están produciendo por todo el planeta, pero sí podemos analizar ya la diferencia en cómo el discurso, la política y los medios responden hoy a las políticas sexuales en comparación a cómo respondieron hace veinte años. Vemos que se producen cambios importantes en las representaciones de todas las formas de organizarse en el mundo. ¿Cómo y por qué?
Tres factores principales dan forma al panorama de la política sexual hoy y han actuado de forma combinada a lo largo de las últimas décadas preparando el terreno para un importante cambio sexual, político y social en todo el mundo: el éxito de las revoluciones sexuales, la interconexión global de los movimientos sociales y el auge de las redes sociales.
El éxito inspira el éxito. Y hoy, en un mundo más globalmente interconectado, las mujeres pueden enterarse fácil y rápidamente de las victorias de otras mujeres, tanto en su país como en países lejanos. La inspiración se hace viral: el éxito de un movimiento lleva a otro éxito. Es importante considerar el fenómeno #MeToo en su contexto global y reconocer los múltiples éxitos recientes de los que extrae inspiración e impulso. Por encima de todo, los éxitos de esos movimientos diversos han alentado a las mujeres de todo el mundo a mostrarse más optimistas acerca de la perspectiva de lograr un cambio en sus países y en todas partes.
La campaña #BringBackOurGirls por el secuestro en Nigeria de 200 colegialassensibilizó las conciencias de todo el mundo
Consideremos el caso de Nigeria. Después de que el grupo extremista Boko Haram secuestrara a más de doscientas colegialas en abril del 2014, los activistas nigerianos recurrieron a las redes sociales y lanzaron la campaña #BringBackOurGirls para llamar la atención mundial sobre la suerte de aquellas niñas y abogar por su liberación. La campaña tuvo tanto éxito a la hora de sensibilizar las conciencias que de todo el mundo se elevaron voces, incluidas las de la primera dama estadounidense Michelle Obama y del Papa, para expresarse en contra de los secuestros.
Los movimientos femeninos de Guatemala y Chile también han alcanzado hitos importantes en los últimos dos años. En febrero del 2016, un tribunal guatemalteco juzgó a dos antiguos militares por haber cometido terribles actos de violencia sexual durante el conflicto militar que se prolongó entre 1960 y 1996. En una sentencia histórica para las supervivientes de violaciones en Guatemala, los dos acusados fueron declarados culpables de crímenes contra la humanidad por esclavizar sexualmente a quince mujeres indígenas y sentenciados a un total de 360 años de cárcel. Esa victoria alentó a más mujeres a atreverse a denunciar a sus abusadores. Hoy numerosos grupos de mujeres están colaborando para lograr un cambio legislativo.
En agosto del 2017, un movimiento de mujeres chilenas conocido como Mujeres en Marcha Chile abogó por la aprobación de una nueva ley para legalizar el aborto bajo determinadas circunstancias. En un país donde las mujeres llevan década presionando en favor del derecho al aborto, esa ley supuso una gran victoria en favor de los derechos reproductivos y señaló que la puerta estaba ya abierta para nuevas reformas.
El 6 de septiembre de ese mismo año, el Tribunal Supremo india votó unánimemente la revocación de la Sección #377, una ley colonial que criminalizaba la homosexualidad. La decisión fue recibida con enorme júbilo en el país y sirvió de inspiración a muchos activistas de todo el mundo en los que hacía ya mella el desgaste por el esfuerzo de su lucha en favor de los derechos sexuales y de género.
“En medio de toda esa oscuridad, de todo ese vivir en lo que parecía una edad media, de enfrentarse a un patriarcado y una represión casi constantes, de repente apareció el arco iris”, dijo Neeti, una activista de los derechos LGBT en Delhi. “Parecía que nunca lograríamos un cambio, nos habíamos dedicado a presionar, organizar, presionar, y a contemplar lo que ocurría en Estados Unidos y el resto del mundo y de pronto... el éxito”, añadió.
El impulso que produjo ese cambio se había estado acumulando en India en las últimas dos décadas. En el 2003 se creó el Blank Noise Project, un movimiento contra todas las formas cotidianas de acoso sexual. En el 2009 empezó a hacerse notar el Pink Chaddi Project, protestando contra las normas oficiales que pretendían controlar la moralidad y la circulación de las mujeres en público. En el 2011 también ganaron fuerza Slut Walk, en protesta contra la culpabilización de las víctimas, y Why Loiter, un proyecto que denunciaba prohibiciones a la presencia de mujeres en determinados espacios. Todo ello alcanzó un punto crítico en el 2012, cuando se produjo la violenta violación en grupo y el asesinato de Jyoti Singh en un autobús. La indignación causada por ese episodio hizo que las mujeres se unieran para elaborar estrategias con objeto de conseguir un cambio más amplio. Como ocurrió con el éxito mundial del #MeToo en el 2017, las mujeres y sus aliados empezaron a organizarse para denunciar a políticos implicados en casos de acoso sexual. El éxito de sus esfuerzos propició la creación de una base para revocar la Sección #377 porque el clima en el Tribunal Supremo había cambiado de un modo significativo.
En Corea del Sur, los movimientos de mujeres han ganado lentamente fuerza en los últimos cinco años. Después del #MeToo, se han visto revitalizados y han actuado como catalizadores de reformas a gran escala. El asesinato en el 2016 de una mujer que salía de los servicios públicos de la estación de metro de Gangam fue muy importante para la organización de las mujeres en el país. Tras ese crimen, las mujeres tomaron las calles en protesta contra el acoso y la violencia sexual. Esas protestas dieron lugar a importantes represalias, y muchas mujeres perdieron su empleo o se vieron excluidas de sus comunidades, pero también pusieron de manifiesto el éxito del #MeToo a la hora de hacer que muchas mujeres alzaran su voz, lo cual ha alimentado unas protestas que continúan en la actualidad.
El presidente surcoreano abordó el fenómeno del movimiento #MeToo en abril de 2018 pidiendo públicamente un cambio social y, de manera específica, un cambio en el seno de la cultura corporativa
En particular, en enero del 2018, Seo Ji Hyeon, una conocida fiscal, hizo pública la acusación de que un antiguo funcionario del Ministerio de Justicia la había manoseado en un funeral en el 2010. Esa acusación pública fue un momento decisivo: entre enero y abril del 2018, centenares de otras mujeres hicieron públicas sus propias historias. En marzo del 2018, el candidato presidencial y gobernador Ahn Hee Jung dimitió después de ser acusado de violar a su secretaria. Unos días más tarde, el 23 de marzo, miles de mujeres participaron en una protesta maratón durante la cual 193 de ellas contaron a lo largo de 2.018 minutos sus experiencias en relación con las agresiones sexuales. El acontecimiento fue importante por su magnitud y por el emplazamiento; se llevó a cabo en el mismo lugar en el que, el año anterior, miles de personas se congregaron con velas contra el hoy destituido presidente. Los surcoreanos conocen el poder de la protesta. Y, en abril del 2018, el presidente Moon Jae In abordó el fenómeno del movimiento #MeToo pidiendo públicamente un cambio social y, de manera específica, un cambio en el seno de la cultura corporativa.
En Egipto, muchas mujeres experimentaron agresiones físicas y sexuales, detenciones e incluso el exilio por su destacado papel en la primavera árabe. No obstante, han persistido y abierto un nuevo diálogo sobre los derechos de las mujeres. En el 2011, muchas jóvenes, inspiradas por los posts de Aliaa Elmahdy iniciaron el movimiento #NudePhotoRevolutionary, subiendo a las redes fotografías de sí mismas que constituían auténticas declaraciones políticas sobre la capacidad de actuar, la moralidad y la autonomía. Tras la fatiga experimentada en el 2011, cuando las activistas se sintieron frustradas por la falta de progresos, el éxito del #MeToo ha servido a las mujeres que estuvieron en primera línea en la plaza Tahrir como poderosa llamada a la acción para que continúen abogando por los derechos sexuales y reproductivos.
La marcha de las mujeres, que empezó como una respuesta estadounidense a la elección de Trump, tuvo como inspiración los movimientos transnacionales de mujeres y sirvió a su vez para inspirarlos. En enero del 2017, millones de mujeres desfilaron por las principales ciudades de todos los continentes. En el aniversario de este último mes de enero, las marchas han vuelto a sacar a millones a las calles, y las organizadoras pidieron a las manifestantes que llevaran su poder a las urnas (#PowertothePolls). Esas marchas contaron con la participación de mujeres que antes no se habían sentido dispuestas o capaces de implicarse en procesos políticos e incrementaron la visibilidad de la acción política de las mujeres.
Además, movimientos sociales como #BlackLivesMatter y #Enough también han sido importantes a la hora de establecer las bases e inspirar cambios en la política de género de un modo global. Los movimientos sociales se basan en los éxitos de los llamamientos en favor de la igualdad con respecto a las diferencias de género, raza, clase, capacidad y orientación sexual. Como vimos en buena medida en el movimiento estadounidense de los derechos civiles, las revoluciones sexuales y sociales se basan y refuerzan en el impulso mutuo.
#MeToo no surgió en el vacío. En realidad, Taranah Burke había iniciado el movimiento una década antes de que el post de Alyssa Milano en Facebook desencadenara una reacción en cadena. ¿Por qué? Porque el momento político del 2017 estaba maduro de un modo en que no lo estaba en el 2007. La obra lograda por activistas de todo el mundo abonó el terreno para el éxito del 2017 y sigue abonándolo hoy.
El #MeToo ha extraído fuerza de los movimientos globales, pero también ha inspirado en todo el mundo a activistas víctimas del cansancio y les ha dado fuerzas para que sigan luchando por los progresos y conquistándolos. Es probable que esos éxitos continúen a medida que las activistas sigan aprendiendo unas de otras y compartiendo sus logros de un modo casi instantáneo en las redes sociales. Varias generaciones de movimientos de mujeres han establecido las bases de una importante reforma social y política en todo el mundo. Y, si los meses recientes pueden servir de indicio, las generaciones de activismo seguirán consiguiendo cambios duraderos para las mujeres así como para otros movimientos de resistencia en las futuras generaciones.
Compartir éxitos en un mundo interconectado
En la actualidad, un elemento evidente pero no por ello menos importante de los éxitos de la política sexual y los movimientos sociales son las redes sociales. Los activistas pueden compartir ahora sus éxitos de forma inmediata con todo el planeta. En un mundo interconectado, pueden enterarse rápida y fácilmente de los progresos realizados por otros, tanto en su país como en el extranjero.
Las personas también pueden documentar los abusos que se producen y compartir esas pruebas de forma inmediata. En particular, el poder de las cámaras de los teléfonos móviles ha sido muy importante para catalizar el cambio social durante la primavera árabe y el movimiento verde iraní. Los activistas de Black Lives Matter también han señalado que las redes sociales han permitido una documentación y una inspiración sin precedentes. Durante la primavera árabe, así como durante el movimiento verde, los activistas utilizaron las cámaras de los teléfonos para documentar los abusos violentos contra manifestantes pacíficos. Esos vídeos se publicaron en las redes sociales como llamada a la acción. Esa misma labor de base fue realizada por el Movement for Black Lives, que canalizó los vídeos que documentaban la brutalidad policial contra personas negras inocentes y logró que esos abusos se hicieran virales.
Hoy en día no sólo se unen activistas individuales, sino movimientos y redes enteros que entran en una dinámica de conversación, estímulo y representación
Las redes sociales ayudan a vincular movimientos sociales ya interconectados. En el caso del momento de los derechos civiles en Estados Unidos, está claro que la revolución sexual de la década de 1960, junto con los movimientos de mujeres y los movimientos por los derechos sexuales, al aparecer todos ellos al mismo tiempo, sentaron unas bases comunes y se proporcionaron inspiración mutua. Hoy en día, ese proceso se ha acelerado, y no sólo se unen activistas individuales, sino movimientos y redes enteros que entran en una dinámica de conversación, estímulo y representación. Esos éxitos se basan unos en otros, y la capacidad de documentar los éxitos y los desafíos ha ayudado a motivar a los activistas de todo el mundo.
Por ejemplo, en una fría mañana de otoño del 2018, Elizabeth E., organizadora del Movement for Black Lives y activista anticarcelaria, se preparó para cumplir su propia sentencia de prisión. Publicó en Facebook que acudiría ese mismo día a la cárcel, pero que quería que sus amigos de Facebook hicieran que el centro penitenciario se hiciera responsable de ella. Les pidió ayuda porque estaba preocupada por la violencia y las amenazas a su vida en la cárcel. En cuestión de minutos se creó una comunidad con voluntarios que se inscribían en la página para diferentes acciones y para conseguir su liberación. Activistas de todo el mundo hicieron capturas de pantalla de su post, se comprometieron a mantener la vigilancia sobre la cárcel del condado y a continuar con la lucha. En un post posterior, Elizabeth escribió que su comunidad activista de las redes sociales la había ayudado a mantener la cordura mientras cumplía condena.
En el 2009, cuando los activistas iraníes utilizaron las redes sociales para documentar abusos tras la reelección del presidente Ahmadineyad y empezaron a formar el movimiento verde, el Gobierno intentó cerrar plataformas como Twitter. Una llamada de un activista iraní a un simpatizante en Estados Unidos impidió el cierre, y Twitter fue reabierto y proporcionó un medio necesario para organizarse por todo el país. Hoy, numerosos activistas iraníes declaran que el movimiento verde, como ocurrió con la primavera árabe, nunca se habrían producido de no ser por Twitter.
Conclusión
El progreso es necesariamente desordenado y a menudo produce reacciones violentas. Dos de las críticas más ruidosas dirigidas a nuestro momento actual son que los movimientos sociales no deberían ir encabezados por la victimización de las mujeres y, en segundo lugar, que las sobrevivientes se han alejado del progreso realizado por el movimiento del positivismo sexual. Sin embargo, esas revoluciones sexuales en todo el mundo nos dicen que lo contrario es cierto. Las mujeres que han dado un paso al frente, como Ford, Gallagher y Archila, no se ven a sí mismas como simples víctimas. Más bien, están afirmando su capacidad de actuar y reclaman su sexualidad para que el sexo vuelva a ser positivo. Ese movimiento procede de un aspecto del empoderamiento que ha inspirado el éxito y seguirá haciéndolo en años venideros.
Tras las audiencias de Kavanaugh, aparece una crítica a Christine Ford en la pregunta que flota en el aire: “¿Por qué ha denunciado ahora?”. Debemos reconocer que ahora es el momento en que se ha sentido por fin segura y empoderada para contar su historia debido a los cambios globales que se están produciendo y al apoyo que puede recibir de aliados en todo el mundo. La presidencia de Trump ha despertado una clase diferente de revolución sexual en la que las mujeres utilizan cada vez más su sexualidad para responder a un régimen con el que no están de acuerdo. El hecho de que las mujeres tomen posesión pública de su cuerpo constituye un elemento importante de ese movimiento. Cuando el péndulo de la moralidad se mueve hasta el lugar en que lo ha hecho en los últimos años, hace falta un gran impulso para que oscile hacia el otro lado. En Estados Unidos, hemos visto enormes éxitos en el campo del diálogo sobre la moralidad, así como a millones de personas saliendo a las calles para protestar contra las atrasadas y patriarcales posiciones del presidente acerca de la sexualidad. En efecto, esta revolución sexual es muy diferente de los años sesenta, pero sigue siendo una revolución sexual.
Como han señalado muchos comentaristas, el momento #MeToo está ligado a acontecimientos estadounidenses. Sin embargo, son igual de importantes los numerosos movimientos que han allanado el camino y que están haciendo avanzar el mensaje.
Gracias a los esfuerzos concertados de activistas de todo el mundo, es visible un cambio en nuestro lenguaje en relación con la injusticia. Los jóvenes denuncian la opresión, hacen sitio para el cambio en las normas sexuales y de género, crean espacios públicos y privados para reunirse, organizarse y resistir. El movimiento #MeToo ha alentado y empoderado sus esfuerzos. Los estudios de caso presentados a lo largo de este artículo se han elegido para demostrar las raíces y las ramas del movimiento #MeToo y evaluar las políticas sexuales de ese movimiento en todo el mundo.
Los movimientos se construyen a lo largo del tiempo y por encima de las fronteras. La labor de las mujeres en todo el mundo no sólo ha alimentado el movimiento #MeToo, también ha creado un paisaje en el que el cambio es posible. Modificar de modo fundamental la injusticia sistémica requiere paciencia, trabajo e impulso. Los movimientos que han tenido más éxito se han basado en los cimientos establecidos por quienes los precedieron. Hoy, los movimientos de mujeres se están volviendo sostenibles y cada vez más poderosos porque son globales, están organizados e interconectados, y porque se basan en los esfuerzos y los éxitos de otras activistas. Por todo el mundo, las mujeres alzan juntas sus voces, y sus desgarradoras historias, ahogadas durante mucho tiempo, expresan un potencial de cambio revolucionario.
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