“Bienvenidos a la vida en directo” fue el lema con el que la televisión en España cambió para siempre. Corría el año 2000 y Telecinco se aventuró a emitir por primera vez el Gran Hermano. Un formato que ya funcionaba fuera de nuestro país, y que en primera instancia se servía como el experimento sociológico ideal para ver cómo un grupo de desconocidos se relacionaba al vivir encerrados durante meses dentro de la misma cara.
Así, con la ya entonces veterana en el medio Mercedes Milá, la generalista de Mediaset puso en marcha un programa que fue fenómeno. Y lo sigue siendo, pues un cuarto de siglo después sigue en emisión, tanto en su versión con anónimos así como con famosos y parejas. El caso es que es probable que los que han comenzado a verlo por primera vez en los últimos años sabrán de buena tinta que la magia ha venido aconteciendo en Guadalix de la Sierra. Pero esto no siempre fue así.
Tenía un cuadro icónico
La primera casa estaba en Soto del Real y no era nada ostentosa
El 23 de abril del año 2000 entraron a la casa más famosa de la pequeña pantalla un total de diez concursantes. Perfiles tan míticos de nuestra historia catódica como Ismael Beiro, el gaditano que terminó erigiéndose en ganador, María José Galera, la primerísima expulsada, o Jorge Berrocal, quien popularizó aquello de preguntarse “¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?”.
Todos con ilusión, pero también con la incertidumbre de no saber qué pasaría durante su estancia… En Soto de Real. Sí, en Soto del Real, y es que el primero de los habitáculos donde los ‘grandes hermanos’ residieron mientras se les grababa durante todo el día estaba ubicado en este municipio madrileño. Y no solo eso, sino que poco o nada tenía que ver aquel inmueble con las modernísimas construcciones que la sucederían. La casa de GH1 fue más bien austera.
El salón de la casa de 'Gran Hermano 1'.
Austera, pero con toda la infraestructura necesaria, pues en ella se instaló un total de veintinueve cámaras que seguían el día a día de los participantes. Fuese dentro de la misma, con aquellas paredes en color crudo y sofás de colores, desde el rojo hasta el azul, o en aquel amplio jardín en el que no podía faltar una piscina.
Así era el exterior de la casa de Soto del Real.
Sea como fuere, si hubo un elemento distintivo de aquella primera casa, ese fue el cuadro que decoró la pared del primer confesionario. El espacio turquesa donde los habitantes podían desahogarse ante el espectador, que por entonces solo disponía de un sillón rojo, pero también una pintura icónica. Las mil y una noches de Henri Matisse en el centro. Un lugar privilegiado.
El primer confesionario de 'Gran Hermano', con el cuadro de Matisse.
Nuevo destino
De aquel hogar no queda nada, pero en Guadalix tampoco
El tiempo ha pasado y de aquella primera vivienda donde no había cabida para la intimidad queda más bien poco. Lo documentó la propia Milá en sus redes sociales el pasado 2020, cuando se animó a visitar las inmediaciones de ese lugar que marcó un antes y después en su carrera, y que ahora se ve como una simple nave industrial.
Así lucía el exterior de la casa de 'Gran Hermano 1' en 2020.
“Este almacén que hay detrás de mí”, lo definía la periodista en un texto para deleite de sus seguidores de Instagram. El recuerdo de algo efímero, pues la segunda edición –la que ganó la malagueña Sabrina Mahí– ya tuvo lugar en Guadalix. Todo con el propósito de evitar problemas de seguridad, y sin saber que ese sería el lugar para quedarse. Hasta ahora, pues el pasado 17 de marzo de 2025 advirtió el programa que busca nuevo destino. ¿Dónde aterrizará Gran Hermano 20?