Un intento frustrado, una cita cancelada y un correo electrónico como cortafuegos. Así se truncó el momento en el que Pepe Navarro y Alejandro Reyes estuvieron a punto de verse cara a cara.
El mensaje, enviado por Ivonne Reyes la víspera del encuentro, fue conciso: “Alejandro no va a acudir porque así me lo ha trasladado”. Esa frase bastó para que el comunicador dejara en suspenso un acercamiento que había comenzado con cautela y que parecía abrir una nueva vía de diálogo tras años de silencio.
El primer paso lo había dado Marlo Navarro, hijo del presentador, que entabló conversación con Alejandro Reyes sin intermediarios. Según explicó el periodista en su intervención en el programa ¡De Viernes!, ese contacto entre ambos jóvenes fue lo que le animó a dar un paso más. “Mi hijo Marlo empieza a hablar con él, empieza a tener contacto con él y me lo dice. Me preocupo”, relató Navarro durante la entrevista emitida en Telecinco.
La historia, sin embargo, lleva más de dos décadas atrapada en la contradicción y la tensión. Alejandro Reyes tiene ya 25 años, y sobre su origen biológico continúa pesando una disputa judicial que se resiste a cerrarse del todo.
Versiones opuestas
Una prueba, una sentencia y muchas dudas
En el mismo programa, pero una semana antes, Ivonne Reyes insistió en que no hay margen para la duda: “No es supuesto hijo, es su hijo. Hay una verdad judicial que lo demuestra”. Después de esa afirmación, la modelo evitó seguir profundizando en el tema y abandonó el plató visiblemente molesta.
Pepe Navarro, por su parte, replicó con la misma contundencia. Recordó que no se sometió a una prueba de ADN en el momento del juicio y que la sentencia se dictó sin esa base científica. Más tarde, cuando finalmente se hizo el test, el resultado fue negativo. “Él sabe que no soy su padre. Él tiene la prueba”, aseguró durante su intervención en el programa, subrayando que la verdad genética contradice la resolución judicial.
El presentador ha admitido que el tema sigue abierto en su vida, sobre todo por sus hijos, a los que considera también víctimas colaterales de este proceso. “Sé que les he dejado un problema muy gordo a mis hijos que les podría generar problemas más adelante”, confesó, al explicar que ellos conservan los documentos que, según él, desmontan legalmente la relación paterno-filial impuesta por la justicia.
La posibilidad de un acercamiento real sigue siendo remota, aunque las líneas de comunicación entre Marlo y Alejandro permanecen abiertas. Y en medio del desgaste, la verdad parece seguir dependiendo de una conversación que aún no ha llegado.