El restaurante del amor más popular de la pequeña pantalla cerraba sus puertas una semana más. En la noche del viernes, Carlos Sobera y Laura Boado daban la bienvenida a una nueva tanda de comensales dispuestos a darlo todo en sus respectivas citas. Pero presentarse a First Dates no es sinónimo de encontrar el amor y muchas veces los comensales terminan llevándose la mayor de las decepciones.
Dos de los grandes protagonistas de la noche eran Olga y Ricky. La soltera valenciana de 29 años aseguraba estar muy enfocada en el desarrollo personal de uno mismo. ''Soy valiente, segura y espiritual'', declaraba. Además, confesaba ''creer en las energías y en que las casualidades no existían''. En el amor, la valenciana no había tenido especial suerte porque había estado más centrada en conocerse a sí misma. ''Nunca me he enamorado'', declaraba.
Su cita iba a ser Ricky, un soltero valenciano de 33 años, que creía mucho en las energías. La primera impresión entre los solteros no era especialmente buena, sobre todo por parte de Olga. ''No me ha gustado, para gustos colores, pero he dicho vamos a darle una oportunidad'', confesaba. Tras intercambiar sus primeras palabras, Carlos Sobera acompañaba a la pareja hasta su mesa, donde comenzaban la velada hablando de sus anteriores relaciones.
Olga sorprendía al soltero contando que únicamente había tenido una relación hace muchos años. ''He estado muy centrada en mí'', declaraba. En cambio, el soltero contaba que solo llevaba 4 meses soltero tras una relación de ocho años. Algo que chocaba con la actitud de la soltera, que aseguraba que una persona debía estar un tiempo sola para pasar página.
La cita avanzaba y los solteros no parecían estar congeniando en absoluto, a pesar de tener ciertas aficiones en común como la naturaleza. Pero cuando el soltero contaba que una de sus grandes aficiones era tocar la gaita, Olga se mostraba de lo más sorprendida y confesaba incluso que ese instrumento no era de su agrado.
En la recta final de la velada, los solteros confesaban ser personas que creían mucho en las energías. ''Yo acierto desde hace unos años (...) A veces me ha pasado de decir ''venga puede ser'', pero en el fondo sabes que no es así'', contaba ella.
Sin embargo, las explicaciones de la soltera no estaban haciendo mucho efecto en el soltero, que dudaba descaradamente de la veracidad de esas palabras. ''No creo que sea ni una persona espiritual, ni profunda, ni que vaya con energías ni nada. No he notado ese positivismo, todo el rato pensaba en sí misma'', sentenciaba él. Por ello, en la decisión final no había dudas, y los solteros se rechazaban.