Dos hermanos de corta edad se pelean y hacen ruido a última hora de la noche. El padre, en una habitación contigua, trata de concentrarse para trabajar. “No lo hagas, así no ayudas, entras ahí, gritas, ellos lloran, tú te arrepientes… Respira, habla con ellos, haz las cosas mejor”, reflexiona el padre mientras se dirige a la habitación de los niños. “¡Me cago en todos mis muertos! ¡Cuántas veces tengo que deciros que no gritéis! ¿Creéis que voy a aguantar esto? ¡Yo me piro! Es más, decidle a mamá que papá se ha ido porque no ha aguantado este escándalo y cuando se lo digáis, la veréis llorar y así podréis llorar todos juntos”, suelta a grito pelado el padre para a continuación, arrepentido, pedir perdón a sus hijos.
Es la desternillante primera escena de Bendita paciencia (Breeders) , una comedia británico-estadounidense que sigue a una pareja que se enfrenta a lo que supone ser padres, con un enfoque realista y riguroso, y aunque el punto de partida es la comedia, la serie no renuncia al drama y a veces incluso roza la tragedia, poniendo a los espectadores el corazón en un puño. Martin Freeman ( Sherlock , Fargo ) y Daisy Haggard ( Back to life ) dan vida a esos padres, Paul y Ally. De hecho, Freeman es uno de los creadores de la serie y algunas de sus tramas se basan precisamente en su experiencia. HBO acaba de estrenar en España su segunda temporada, que consta de 10 episodios de unos 25 minutos, como la primera.
“Moriría por nuestros hijos pero a veces sólo quiero matarlos”, confiesa Paul. “Sí, es un dilema decidir con qué edredón vas a asfixiarlos”, responde Ally. Bendita paciencia es una bendición para los padres, valga la redundancia. Ayuda a no sentirnos tan mal. O al menos no tan solos. Cada episodio es un trozo de vida, lleno de tareas rutinarias y mundanas.Y hace revivir a los padres escenas muy habituales como algunas noches en vela, llevar al niño a pasear en el coche para que se duerma, los agobios de dónde escolarizar a los niños, el sufrimiento permanente a que sufran algún accidente y la angustia cuando están enfermos, remordimientos por haber tenido algún ataque de ira, el miedo a que crezcan demasiado rápido…
Freeman y Haggard ofrecen sólidas interpretaciones y emanan una buena química que da verosimilitud al retrato que Bendita paciencia ofrece de los altibajos de la paternidad, con sus inquietudes y desasosiegos. Y aunque todos los títulos de los episodios empiezan con un “no” (no dormir, no mentir, no amigos...), reflejo de las renuncias que hay que hacer cuando se es padre y madre, el espíritu de la serie es positivo, ayuda a relajarse un poquito como “criadores” (traducción literal de breeders ), y la recomendación es clara: tener paciencia, como reza su título en castellano.