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Hoy no

MAÑANA. Santiago Segura, que sabe mucho de televisión de entretenimiento, se pone el parche tras infligir junto a José Mota (el director del programa) la primera herida de “Hoy no, mañana” (La 1, viernes noche) y dice: “Sí, ya sé que podría haber sido más gracioso el programa, con más risas, más ingenioso...” Estoy muy de acuerdo con Santiago Segura, que es el presentador de “Hoy no, mañana”, nuevo programa muy viejo. Segura simula ser el conductor de un noticiario y enlaza sketches satíricos que se suceden a buen ritmo, pero cada uno de ellos de extensión demasiado larga y de vuelo demasiado corto. Los interpretan buenos actores cómicos y admirables caricatos como Javier Quero o Raúl Pérez, así que por ese lado no tengo queja. Se trata de parodias sobre la actualidad política, con escenas por las que desfilan los muy manidos Pedro Sánchez, Manuela Carmena y la consabidísima tumba de Franco, que empiezo a desear que no hubiéramos decidido tocar, para obligar a nuestros humoristas a buscar otras chanzas menos cansinas, vistas y fatigadas. “Pero ¿qué queréis?, ¡esto es televisión en abierto!”, remata Segura. Es un chiste, claro. Esmeraos tu y Mota un poco más, Segura: hacedlo como si fuera de pago. “Volved la semana que viene, y haremos este gran programa”, se ha despedido. Y volveré porque tú me lo pides, Santiago Segura, aunque... si me sale otra cosa... igual te devolveré eso de “Hoy no, mañana”. El título del programa sí nos da mucho juego.

SUICIDAS. Un año más, veo en pantalla el espectáculo televisivo más intenso del mundo: en menos de tres minutos, seis pares de filosas astas de toro avanzan a cuarenta kilómetros por hora por estrechas calles, impelidas por musculosas moles de 500 kilos por cabeza, y cientos de personas se les ponen delante y corren, corren, se atropellan, sienten el calor de los belfos, caen ante los cascos de las bestias. Sería imposible sufragar un espectáculo así, televisado en directo, si no fuese porque todos estos corredores han decidido exponer su vida por propia voluntad, todos han elegido arriesgarse a ser corneados. Corren por ti, para recordarte que podrías morir al salir a la calle dentro de un rato. Me obligo cada año a sentarme ante el televisor a las ocho de la mañana, me obligo a presenciar los encierros de Sanfermines, y siempre me resulta igual de inverosímil. Hasta que evoco cierto día de mi juventud en que fui yo aspirante a suicida, y entonces recupero fugazmente el pálpito del pánico, y sonrío al volver a entender que vives con más colores y más sabores y más exaltación si la espada del miedo te ha atravesado las vísceras, ha entrado y ha salido y no estás muerto.

Qué gran error enfadarse con Javier Solano, pues su gracia es que ni él sospecha qué insensatez va a decir...

SOLANO. Javier Solano, veteranísimo comentarista de Sanfermines, por ganas de defender la dignidad de la ciudad de Pamplona (¡era innecesario, Solano!) suelta que la violación de La Manada” fue un “accidente” a causa de una “juerga con alcohol”. Ya se ha disculpado, claro. Bien. Solano es un valor televisivo, y lo es en buena parte porque ni él mismo sospecha qué insensatez está punto de decir... Qué gran error enfadarnos con él, qué gran pérdida despedirle. – @amelanovela