Cuphead, una carta de amor a los dibujos animados de los años 30
Videojuegos
Un sorprendente juego de acción y plataformas que en pocos días ha superado la barrera del millón de descargas
Cuando hace casi cuatro años La Vanguardia se hacía eco de la existencia de Cuphead, pocos hubiesen pensado entonces que aquel prometedor videojuego acabaría generando tal revuelo. Desde hace unos días que en el mundo del ocio electrónico no se habla de otra cosa que de este título cuya estética rinde homenaje a los dibujos animados de los años treinta. Tal está siendo su éxito que, pocos después de su lanzamiento en PC y Xbox One, ya ha superado el millón de unidades vendidas.
Cuphead es una obra que entra por los ojos gracias al extraordinario trabajo visual que hay detrás de cada una sus imágenes. Es inevitable no sorprenderse ante el titánico trabajo que el pequeño canadiense Studio MDHR ha llevado a cabo para convertir los dibujos animados de principios del siglo pasado en el imaginario visual de un frenético juego de acción y plataformas.
Después de perder una apuesta a los dados frente al mismísimo diablo, los hermanos Cuphead y Mugman se ven obligados a emprender un viaje que los llevará a recorrer un mundo inspirado en los cortos de animación de algunas de las más clásicas factorías de animación de la época. En esta oda a los dibujos animados de los lejanos años treinta están presentes los primeros cortos de la Disney, ComiColor o Van Veuren Studios, pero por encima de todos destaca la influencia de la factoría Fleischer Studios, responsable de seriales tan míticos como Betty Boop o Popeye.
Cuphead es, pues, heredero de los desvergonzados personajes animados del período de entreguerras, una época previa al estreno de Blancanieves y los Siete Enanitos de Walt Disney, el filme que revolucionaría para siempre el cine de animación. El trabajo de recreación de personajes y escenarios está cuidado hasta el último detalle y los efectos visuales y filtros de imagen ayudan a crear en el jugador la sensación de que está jugando sobre el celuloide gastado de una antigua película.
Tampoco hay que olvidar la banda sonora obra del canadiense Kristofer Maddigan, un acompañamiento musical que recrea a la perfección el sonido que podía escucharse en estos desternillantes cortos de animación. El mimo, casi enfermizo, con el que se ha cuidado absolutamente cada detalle en este proyecto explica el hecho de que el desarrollo se haya visto prolongado durante casi un lustro.
Todo ello dentro de un juego que, además de destacar por su estética visual y sonora, también se presenta como un gran exponente dentro del género “run and gun”, el mismo de tantos arcade de acción frenética sobre los que también se inspira esta pequeña gran obra. Así, el proyecto que los hermanos Chad y Jared Moldenhauer empezaron con la idea de crear un juego en el que únicamente te enfrentaras a enemigos finales ha evolucionado hacia algo más grande, con niveles de plataformas al estilo Super Mario y un mapa central lleno de elementos y personajes con los que interactuar. Como en muchos de los juegos clásicos a los que Cuphead hace referencia, la dificultad también es seña de identidad. Ahora bien, cuando acompaña un despliegue artístico como el que hace gala este título, hasta luchar contra el final boss más complicado se convierte en un enorme placer.
Además de destacar por su estética visual y sonora, Cuphead también es un gran exponente dentro de los juegos de acción y plataformas”