Eric se encontraba supervisando una de las cisternas abandonadas de su propiedad cuando recibió un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza. Todavía medio inconsciente, el hombre sintió cómo lo arrastraban por las piernas hasta colocarlo al lado de un pozo. Segundos más tarde, el recinto sufrió una enorme explosión y Eric murió instantáneamente.
Días después, el socio del fallecido, un reputado dentista, recibió una importante suma de dinero a manos de la viuda de su compañero, a la que había engañado con sus dotes amatorias. Lo que nadie sospechaba era que el odontólogo era realmente el responsable de la explosión y, por tanto, del asesinato de Eric. No sería su último crimen. A partir de entonces, llevaría una doble vida hasta convertirse en un sicario sin escrúpulos.
La codicia
Glennon Edward Engleman, al que todos llamaban Glen, nació el 6 de febrero de 1927 en Saint Louis (Estados Unidos). No hay datos sobre su etapa infantil y adolescente, y la única información fehaciente acerca de nuestro protagonista la encontramos ya en su época adulta cuando sirvió en el ejército y, más concretamente, en el Cuerpo Aéreo de los Estados Unidos.
Años después, dejó las fuerzas armadas para estudiar odontología en la Universidad de Washington gracias a la GI Bill, la conocida como Ley de Reajuste de Militares, que proporcionaba una serie de beneficios a los veteranos de guerra. Tras graduarse en 1954, Glen comenzó a trabajar en una consulta de St. Louis, además de casarse con Edna Ruth. Sin embargo, el matrimonio apenas duró dos años.
De hecho, fue a raíz de su divorcio cuando Glen ideó un maquiavélico plan: matar al nuevo marido de Ruth, James Bullock. Solo había un motivo de peso para ello, el dinero. La codicia hizo que el dentista engañara a su exmujer, con la que todavía mantenía relaciones sexuales esporádicas, para que le entregase el dinero de las pólizas del seguro de vida por un montante de 64.088 dólares. Eso le ayudaría a reflotar su consulta.
Ruth, abatida por la muerte de James, no dudó en ayudar a su exmarido. Pero lo que esta no sabía es que, quien había disparado a James aquel 17 de diciembre de 1958 era, en verdad, el propio Glen. De hecho, los investigadores interrogaron a ambos, pero no encontraron ninguna prueba que los incriminase.
Glen cometió el segundo asesinato el 26 de septiembre de 1963, y esta vez la víctima fue su socio Eric Frey, con quien había adquirido una pista de carreras. Aquella mañana, Glen golpeó con una piedra a Eric y voló la propiedad con dinamita. El forense dictaminó que la muerte fue accidental y la viuda, Sandy, cobró el seguro de vida.
Eso sí, nuevamente el dentista utilizó su poder embaucador para obtener parte de esas ganancias. Sandy cayó en los brazos de Glen y no dudó en invertir en la consulta odontológica. Entonces llegó a su vida Carmen Miranda, una joven a la que contrató como asistente. La mujer, casada con Peter Halm, le contó en confianza que su marido tenía un seguro de vida por valor de 60.000 dólares.
El plan para conquistar a Carmen Miranda y quitarse de en medio a Peter no tardó en llegar. La avaricia le podía. En 1976, Glen aprovechó que el matrimonio paseaba por una zona rural para esconderse entre unos arbustos y disparar al marido. El tiro fue certero y en la cabeza. Las posteriores investigaciones concluyeron que, al ser una zona de caza, podría haber sido algo accidental y se cerró el caso.
Mientras tanto, Carmen Miranda cobró el dinero del seguro, invirtió una parte en la consulta de su exjefe y, posteriormente, contrajo segundas nupcias con él. Sin embargo, el dentista también mantenía relaciones extraconyugales con otras pacientes, como Bárbara Boyle, una futura millonaria.
La lista aumenta
El 3 de noviembre de 1977, Glen mató a Arthur y Vernita Gusewelle, los suegros de Bárbara, en su granja agrícola de Edwardsville (Illinois). El dentista asesinó a golpes a la mujer y de un disparo al hombre. Tras el fallecimiento de los Gusewelle, su único hijo Ronald recibió 340.000 dólares.
Dos años después, el marido de Bárbara falleció en extrañas circunstancias: su cuerpo apareció en el interior de un vehículo con evidentes signos de violencia. Tenía golpes de diversa consideración, además de varios disparos. Era el 4 de abril de 1979.
Con la muerte de Ronald, su viuda percibió el equivalente actual de 1.700.000 dólares, y a su lado, no podía faltar Glen, el afamado dentista y amante. Llegados a este punto, las autoridades comenzaron a percatarse de que se habían producido demasiadas muertes enigmáticas en torno a nuestro protagonista. Pero no había ningún hilo del que tirar. Hasta que el asesino mató a la dueña de su consulta, Sophie Barrera.
La propietaria le había denunciado por impago de 14.000 dólares y tenía que comparecer ante el juez. Pero unos días antes de la vista, el 14 de enero de 1980, Sophie fue asesinada: su coche explotó al colocarle una bomba en los bajos del vehículo. El primer sospechoso fue Glen. Antes de morir, Sophie le había confesado a su hijo que temía que su inquilino la matara.
Tras un interrogatorio de más de tres horas, Glen fue puesto en libertad. No hubo manera de demostrar su culpabilidad en el atentado, solo que el dentista era un moroso. Así que, los investigadores tomaron una decisión clave: hablar con la primera mujer del dentista.
Ruth inicialmente se mostró reacia, pero finalmente explicó la falta de escrúpulos de su expareja y la posibilidad de que hubiese matado a varias personas. Según la mujer, el único objetivo de estos crímenes era obtener beneficios.
Para conseguir atrapar a Glen, la policía utilizó a Ruth como cebo poniéndole un micro oculto. En el tercer y último encuentro entre ambos, en la intimidad de una cama, el dentista acabó confesando pormenorizadamente los asesinatos y proporcionando a los investigadores las pruebas necesarias para arrestarlo. A cambio, Ruth entró en un programa de protección de testigos.
El dentista sicario fue detenido en febrero de 1980 por los asesinatos de Peter Halm, Sophie Barrera, la familia Gusewelle, Eric Frey y James Bullock y, durante los siguientes cinco años, fue condenado a un total de cuatro cadenas perpetuas y dos sentencias de 50 años y 30 años de prisión respectivamente. Por su parte, la viuda de Ronald, Bárbara Boyle, fue condenada a 50 años de prisión por conspiración en el asesinato de su marido, y puesta en libertad condicional en 2009.
Glen Engleman pasó el resto de sus días en el Centro Correccional de Jefferson City, hasta que el 3 de marzo de 1999, falleció por problemas de salud relacionados con la diabetes. El asesino en serie tenía 72 años.