Loading...

“Fue mi mano, no yo”

Salud mental y crimen

Algunos asesinos han evitado la prisión al entender los tribunales que una enajenación en el momento del crimen les impidió discernir el bien del mal; algunos sanos han intentado engañar con ello a la justicia

Hay una parte de los crímenes en los que los trastornos mentales tienen incidencia en mayor o menor grado 

Getty

Este texto pertenece a 'Dossier Negro', un boletín inspirado en el podcast del mismo nombre, que Enrique Figueredo enviará los miércoles con periodicidad quincenal. Si quieres recibirlo, apúntate aquí.

Hay personas que desconfían de la justicia penal y al enfrentarse a un episodio grave o especialmente repugnante, con homicidios en el caso, proclaman con cierta fatalidad cosas tales como “su abogado alegará locura transitoria y quedará libre enseguida, es una injusticia”. La realidad es que en ciertas ocasiones hay homicidas o asesinos que no llegan a ser juzgados porque se determina su inimputabilidad. Esta rimbombante expresión se resume así en lenguaje común: el acusado no era dueño de sus actos y, por tanto, no se le puede culpar de lo que hizo por muy sanguinario que fuera. En la mayoría de los casos se determina su ingreso en un centro psiquiátrico. Los tribunales, en todo caso, no toman estas decisiones a la ligera y su asunción es el resultado del examen de expertos forenses del mundo de la psiquiatría y la psicología. El caso de Manuel Delgado Villegas, más conocido como El Arropiero, asunto del que se encarga la última entrega de Dossier Negro, es uno de esos expedientes en que el crimen y las alteraciones mentales van de la mano. Estaba afectado por psicopatía, esquizofrenia, necrofilia, alcoholismo, epilepsia y drogodependencia. Nunca fue juzgado por los siete crímenes que se pudieron probar de los 48 que confesó. Deambuló hasta su muerte de psiquiátrico en psiquiátrico.

Caso muy parecido es el de Francisco García Escalero, El Matamendigos. Se trata de otro esquizofrénico altamente tendente a la necrofilia, que mató y quemó a once indigentes. Fue llevado a juicio y se le declaró inimputable por enajenación mental. Sin embargo, por su alta peligrosidad, los jueces lo ingresaron en 1996 en el psiquiátrico penitenciario de Fontcalent, donde falleció en 2014.

Ismael, chico que mató a su padre supuestamente inducido por una amiga, junto a su madre y su hermana

Xavi Jurio

Manipulación mortal. Hay situaciones en las que al enfermo mental se le trata de usar como una herramienta para el mal. Esto es lo que se pensó que había ocurrido en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) en el verano de 2019. Se presupuso que la novia virtual de un joven esquizofrénico obligó al chico a matar a su propio padre. A pesar de la tragedia, la madre y la hermana del muchacho siempre le han apoyado a pesar de haber perdido a un marido y a un padre. La acusada fue absuelta de todos los cargos.

Psicosis colectiva. En la ciudad manchega de Almansa, se dio en 1990 el caso de una niña asesinada por su madre y una amiga, con la ayuda de la hermana de la segunda, porque creyeron que la cría, de 11 años, estaba embarazada del diablo. La justicia determinó que habían vivido juntas un delirio inducido en concurrencia con una psicosis que les había llevado a cometer el atroz crimen. Dos de ellas pasaron un tiempo en un psiquiátrico y llevan años libres.

¿Hacerse el loco? Marcelo Ruíz Ospina dijo en 2013 al tribunal que lo juzgaba que si decapitó a su hija de un año y medio fue porque “la voz de Satán” se lo ordenó. También pidió al tribunal de la Audiencia Provincial de Girona que lo juzgaba que le practicaran un exorcismo. Su alegato no convenció a fiscales ni a jueces y fue condenado a 19 años de prisión.

Al calor de Sam. Entre 1976 y 1977, David Berkowitz mató con un revólver a seis personas de manera aleatoria en la calles de Nueva York. Dijo que se lo ordenó el perro de su vecino poseído por el demonio, pero luego cambió su versión y habló de una secta satánica. El tribunal lo condenó y no apreció enajenación alguna. Sigue vivo y encarcelado. El director de cine estadounidense Spike Lee dirigió en 1999 El verano de Sam –tráiler-; una tragedia urbana con los crímenes de Berkowitz como telón de fondo.