Quince detenidos tras obtener datos personales y estafar simulando ser empleados de telefonía
SUCESOS
La organización, que se centraba en víctimas mayores de 65 años, llegó a hacerse de forma ilícita, según los cálculos, con un millón y medio de euros
La Policía Nacional ha detenido a quince personas en un golpe contra una organización criminal que llegó a estafar un millón y medio de euros a víctimas, principalmente mayores de 65 años, simulando ser empleados de empresas de telefonía para lograr hacerse con datos personales.
Según ha informado el cuerpo policial, han sido arrestados un total de quince sospechosos, entre ellos los cabecillas de la banda, en Madrid, Barcelona y Sant Adrià de Besòs (Barcelonès Nord) por estafar a más de 150 personas mediante vishing, una técnica que consiste en ganarse la confianza de las víctimas por teléfono para obtener datos sensibles como credenciales bancarias.
La investigación comenzó en verano del pasado año a raíz de numerosas denuncias por fraude que describían un mismo modus operandi: los estafadores se hacían pasar por trabajadores de operadoras de telefonía móvil y contactaban con los supuestos clientes para ofrecerles una oferta o una rebaja en el precio de sus servicios.
Confidencialidad rota
La policía sospecha empleados de las compañías filtraban información a la banda
Para darle mayor verosimilitud al engaño, los criminales, a quienes se imputa un delito de estafa y otro de pertenencia a organización criminal, se hacían con todos los datos personales de sus interlocutores, así como con los relativos a los productos que tenían contratados con su operadora de telefonía, lo que hace pensar que podrían haber obtenido esta información confidencial de trabajadores de la compañía.
Cuando los delincuentes ya se había ganado la confianza de la víctimas, intentaban obtener las credenciales de su banca por internet para operar con ella de manera fraudulenta.
Para ello, desvinculaban los elementos de confirmación que suelen tener los usuarios en su banca online para recuperar sus contraseñas y vinculaban los suyos propios, de tal manera que, al cambiar la contraseña, era la organización criminal la que recibía la nueva. Con esos datos vaciaban las cuentas corrientes y hasta se hacían tarjetas de crédito contra ellas y hacían grandes compras por internet.
Para evitar ser detectados, los delincuentes cambiaban de piso regularmente, realizaban los desplazamientos en patinetes eléctricos por zonas peatonales para dificultar que los siguieran, cambiaban frecuentemente de móvil y utilizaban "mulas" para mover el dinero y recibir los paquetes que contenían las compras realizadas.
La organización tenía también una ramificación en Perú, de manera que los máximos responsables en España estaban en contacto con una parte del grupo instalada en el país sudamericano -cuyos miembros podrían ser arrestados próximamente- encargada de acceder a la banca por internet de las víctimas para realizar las transferencias y compras. Algunas de estas adquisiciones han sido intervenidas así como 60.000 euros en efectivo.