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El casero de la joven desaparecida en París la esperó toda la noche dentro del piso

Natalia Sánchez Uribe

Natalia Sánchez Uribe, desaparecida en París hace una semana

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El dueño del piso que ocupaba Natalia Sánchez Uribe, la joven estudiante española de Erasmus desaparecida en París hace una semana, entró en la vivienda el día de su cita para la entrega de llaves, el pasado jueves, 2 de mayo, y la esperó durante toda la noche.

Eso declaró ayer a La Vanguardia Angelo Pavia, italiano, de 42 años y dramaturgo de profesión, aunque actualmente sin trabajo. Unas horas después de la conversación, dos policías de paisano se llevaron a Pavia –no esposado– en un vehículo.

El propietario

Angelo Pavia, dramaturgo italiano, subió a un vehículo con dos policías

Los acontecimientos en torno al misterioso caso podrían precipitarse. Durante su largo relato para este diario, en una cafetería, Pavia tuvo un momento de sollozos. “No la conozco, ¡eh!”, dijo, como si se sorprendiera él mismo de su emoción. En varias ocasiones insistió en que nunca vio personalmente a la inquilina. Siempre se comunicó con ella por teléfono y WhatsApp, aunque esos contactos –en lengua italiana– le permitieron apreciar en Natalia a “una chica vivaz, inteligente, educada y con sentido del humor”.

Pavía reconoció haber entrado en el apartamento –de 35 metros cuadrados, en el barrio de Montsouris, en el sur de la capital– “como un ladrón”, si bien recordó que “es mi casa”. No resistió a abrir la puerta porque tenía un juego de llaves y estaba preocupado tras ver desde la calle que las ventanas estaban abiertas. Todos los mensajes enviados horas antes a Natalia para confirmar la cita no tuvieron respuesta. Ver el interior del apartamento hizo aumentar su inquietud. “En la casa no había sangre, no había objetos rotos, pero era extraño”, indicó. La puerta estaba cerrada pero sin haber pasado la llave. Había cosas personales por el suelo, así como pan y jamón a medio comer. “No había signos de violencia pero había señales de una persona que huye o que no ha logrado volver a casa”, agregó. El casero, muy angustiado, decidió permanecer en el piso y mandó nuevos mensajes a Natalia. “¿Estas viva?”, le preguntaba. “Ahora me mordería las manos por haberlo escrito –comentó–. Estaba bromeando”. Según su testimonio, no pegó ojo hasta las 5 de la mañana.

“Yo no tengo nada que ver”

El casero habló para ‘La Vanguardia’ antes de la llegada de los agentes

Pavia llamó a una amiga francesa, quien intentó tranquilizarle. Quizás la chica española se había ido de largo fin de semana y “había encontrado a un guapo (lo dijo tal cual, español) y se estará divirtiendo”. “Espero que sea así; si no, la mato yo”, contestó Pavia, sin percatarse de las palabras que estaba utilizando.

El dueño del piso acabó durmiéndose en el sofá, hasta mediodía. Después llegó un amigo italiano de Natalia preguntando por ella. Este amigo y Sandra, una catalana en cuya casa la estudiante desaparecida iba a mudarse, fueron a la comisaría a dar parte a la policía. Pavia iría a declarar también, por propia voluntad, al día siguiente. No se fiaba de la declaración de los amigos, por no hablar bien francés.

El casero –natural de Anzio, residente en Roma y que trabajó hace unos años en París y también en España– es consciente de haber “contaminado” con su presencia el piso (“hice pipí, me soné la nariz, me duché”) y las eventuales pruebas, de haber complicado por tanto la labor de la policía, pero dijo que ésta le dejó quedarse allí “porque el daño ya estaba hecho”.

La Fiscalía de París abrió anoche oficialmente una investigación. Se ocupa la brigada de represión de delincuencia a las personas (BRDP). Antes, dos policías de paisano permanecieron varias horas en la vivienda, con Pavia. Luego subieron juntos a un vehículo. Se desconocía anoche si lo llevaron a declarar. La familia de Natalia pidió discreción para que el caso no se convierta en un circo mediático.

“¿Cuál es su hipótesis?”, habíamos preguntado a Pavia. “Yo creo que no se ha suicidado, porque la habría encontrado en mi casa”, repitió Pavia en varios momentos de la charla. “Una persona que se suicida, ¿sale de casa para hacerlo?”, se preguntó. “Sus amigos no me gustaron”, dejó caer, varias veces, durante una conversación. “Yo no tengo nada que ver; sólo tiene que ver mi casa”, se lamentó. El casero vive una pesadilla y su estancia en París se está alargando.

En la charla con el periodista, Pavia habló en italiano y se desfogó. “Soy un homme de lettres”, enfatizó, con ganas de puntualizar las cosas, de “escoger las palabras”.