‘Hospital Valle Norte’ acaba de abrir las puertas... y ya puede cerrarlas
Crítica
Este drama médico es un despropósito
Una televisión sin dramas médico en el primetime no es una televisión. De hecho, debería ser casi obligatorio que hubiera uno en cada país por todo el potencial de situaciones que ofrece, por la cantidad de emociones que puede tocar y la tensión que pueden transmitir. En Estados Unidos dominan el subgénero de “quirófano romántico” con Anatomía de Grey desde 2005 y cuentan con dramas menores como Chicago Med o The Good Doctor, y en el Reino Unido tienen Casualty en la BBC desde 1986. ¿Y qué tenemos por aquí? Pues un despropósito como Hospital Valle Norte, que acaba de abrir las puertas en La1.
Alexandra Jiménez es la cirujana Paula Díaz Del Pino, el nuevo fichaje del Hospital Valle Norte que debe sacar el centro de los números rojos y devolver la frescura al área de cirugía. Su fichaje, evidentemente, no entusiasma entre el equipo médico que ya trabajaba allí, sobre todo al doctor Héctor Salgado Prieto, interpretado por José Luis García Pérez, que intenta hacerle la vida imposible. Si alguien busca un ejemplo de masculinidad tóxica, que mire un rato a este médico pero no demasiado tiempo porque este hospital es una pérdida de tiempo.
Alexandra Jiménez se encuentra con una tibia recepción cuando es contratada como jefa de cirugía del hospital”
Lo es desde su primera escena. En ella se puede ver una familia subiendo a una avioneta. Ellos serán las víctimas que acabarán operándose de urgencias después de estrellarse en medio del bosque. Pero lo peor es que, como quieren que después nos despierten mucha ternura y estemos traumatizados porque acaban físicamente destrozados, su presentación es bochornosa.
Parece un anuncio al estilo “familia feliz” que no veíamos desde los noventa. Es tan cursi que ni tan siquiera veríamos esa escena en los extras de Médico de familia. Y encima esa presentación dura cinco minutos porque, como el episodio tiene que durar 70 minutos, hay que llenar metraje como sea, aunque esto suponga tirar por la borda la respetabilidad que despierta un actor como Ramón Langa, también conocido como la voz de Bruce Willis.
Una vez se entra en el hospital, la cosa no mejora. Alexandra Jiménez está segura y cercana, como siempre, pero está rodeada de mediocridad por todas partes. El enfrentamiento entre su personaje y su némesis durante una reunión del área de cirugía no tiene por dónde cogerse en el momento en el que él le plantea cómo piensa en comprar un robot médico cuando supuestamente están en crisis. ¿De verdad la ambiciosa jefa no tenía pensada una respuesta, teniendo en cuenta que está a punto de presentar prejubilaciones a los trabajadores? Y, cuando presentan a los secundarios, la cosa tampoco mejora.
Por allí tenemos un hombre y una chica más joven que se despiertan en la cama sin conocerse (y que, como hemos visto el episodio piloto de Anatomía de Grey, sabemos que sus caminos se cruzarán en breve). También tenemos una situación con un anillo de prometida que se prueba la persona errónea sin querer y que después no se puede quitar del dedo (y, por supuesto, esta mujer está colada del médico que lo ha comprado y, por supuesto, lo primero que hace no es buscar lubricante en ese enorme edificio con toneladas de lubricante).
Hay actores que ni tan siquiera están cómodos con el argot médico”
Por si las situaciones vistas 1001 vez no fueran suficiente, Hospital Valle Norte intenta fingir que es moderna al mismo tiempo que luce muy barata: en la pantalla aparecen impresas las horas y los cirujanos se miran unas pruebas en lo que se supone que es tecnología punta, pero la percepción es que todo es una baratija, que está hecha a precio de saldo (o, como mínimo, con un presupuesto insuficiente para su ambición).
Incluso se nota que hay actores que no están muy cómodos con el vocabulario médico que tienen que decir. O sueltan diagnósticos de carrerilla o los recitan con una seguridad muy impostada, sin pizca de esa naturalidad que exhiben los médicos en el mundo real, esos que hablan de diagnósticos con sus colegas como quien recuerda la lista de la compra en voz alta.
Puede que Alexandra Jiménez esté cómoda con el argot y esté bien (teniendo en cuenta las circunstancias), pero no puede elevar una serie que ya hemos visto, que es forzada tanto en la comedia como en el drama, que tiene un episodio piloto de 70 minutos y es incapaz de presentar un solo personaje interesante y con una estética mediocre que, para colmo, a ratos parece creerse revolucionaria. Hospital Valle Norte acaba de abrir sus puertas y, si su viabilidad depende de la calidad, ya puede cerrarlas otra vez.
Si el éxito de 'Hospital Valle Norte' depende de la calidad, ya puede ir cerrando sus puertas”