La imperdible comedia de Netflix que te saca de la rutina y es una oda a las ganas de vivir
La recomendación
Si ‘Gambito de Dama’ es la sorpresa de la plataforma en el terreno dramático, ‘Amor y anarquía’ es la revelación en comedia
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En Netflix se repite cada vez más a menudo la siguiente situación: si una serie se estrena rodeada de expectación, te sueles llevar un chasco ( Alguien tiene que morir, La maldición de Bly Manor, Away) y, en cambio, las joyas aparecen de forma calmada, confiando que el público las encontrará en el catálogo y con la ayuda del boca-oreja. Si Gambito de Dama es el fenómeno inesperado en el terreno dramático, no cabe duda que Amor y anarquía es la sorpresa absoluta en el terreno cómico.
Es una comedia, sí. Se podría discutir si hablamos de una comedia romántica, de una sexual, vital o laboral. Quizá el tema es que combina todos elementos con mucho sentido del humor, afecto hacia los personajes y entendiendo que los personajes tienen conflictos dramáticos que merecen ser tratados desde la empatía. Pero no nos adelantemos.
¿De qué va Amor y anarquía? Sofie (Ida Engvoll) ficha temporalmente por una editorial en decadencia para poner la empresa al día en un periodo de seis meses y evitar que tenga que cerrar. Ella también es esposa, madre de familia y de mentalidad capitalista implacable, posiblemente en contraposición con un padre antisistema.
Pero tiene que rebajar su tono frío en la empresa cuando Max (Björn Mosten), un informático al que habla de malas maneras, se la encuentra masturbándose en la oficina cuando piensa que no hay nadie más. Esto cambia las dinámicas de la empresa, sobre todo cuando Sofie y Max entran en un bucle simpático de desafíos que, sin darse cuenta, se convierten en el motivo por el que quieren ir cada día a trabajar.
Y ahora vayamos por partes. Se pueden hacer unos cuantos comentarios sobre las virtudes de la serie pero hay una que debe mencionarse por delante de todas las demás: Amor y anarquía puede ser tremendamente divertida. Es una comedia que no teme adentrarse en terreno dramático cuando Sofie tiene un conflicto determinado pero la creadora Lisa Langseth tiene claro que esto es una comedia. ¿Es posible que un servidor no haya podido reír más que cuando Sofie camina? Puede ser.
Después tenemos otros elementos. Ida Engvoll está impecable en un papel exigente que se mueve entre dos aguas (ella es quien tiene las escenas dramáticas pero también es la más cómica del reparto) y dota de matices cada una de sus escenas (su mirada te lo dice todo). La química y la dinámica con Björn Mosten es íntima, fresca y vertebra perfectamente el espíritu cómico y el corazón de la serie.
Mientras que los secundarios se verán beneficiados de más temporadas donde continuar siendo desarrollados, la creadora crea un espacio y un entorno para la desafiante pareja que funciona porque se crea un clima laboral y se ofrecen pinceladas de los conflictos de todos ellos. Y, si hablamos del sentido del humor, se agradece la naturaleza europea de esta comedia: dinamita cualquier paralelismo con la comedia estadounidense gracias a la mirada que tiene Langseth sobre el sexo y los desnudos.
Y, cuando piensas que Amor y anarquía ha puesto todas las cartas sobre la mesa, te das cuenta del canto a la vida que es la serie. Sí, queda claro que los desafíos entre Sofie y Max son herramientas para salir de la monotonía. Pero el listón se eleva en los últimos episodios y esa sed de libertad se convierte en contagiosa y rupturista: el derecho a gozar, a reír, a ser absurdos, a evolucionar más allá de las preconcepciones sociales y el molde que se atribuye a las personas adultas.
Es un canto a la libertad, al derecho a gozar de la vida, a evolucionar, a ser absurdos, a ir más allá del molde que la sociedad atribuye a los adultos”
De la misma forma que a finales de verano descubrimos que necesitábamos una serie como Ted Lasso , después tocó el falso biopic de Gambito de Dama como otro fichaje indispensable y ahora Amor y anarquía remata un trío de series buenas y edificantes para cuidar el espíritu en un 2020 complicado.