La casa de papel: Los secretos de su éxito internacional
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Se puede pensar y calcular la forma de crear un éxito indiscutible pero es una ciencia incierta sobre todo para los títulos originales. Es imposible que el equipo de La casa de papel pudiera imaginar que la propuesta se convertiría en tal fenómeno internacional con unos actores que ya son estrellas (sólo hay que ver el volumen de seguidores que tienen en Instagram). Lo que sí se puede entender, sin embargo, es por qué la serie de Álex Pina ha acabado siendo tal éxito que, ahora que estrena la cuarta temporada este viernes, tiene más de 30 millones de hogares en todo el mundo esperando ver los episodios.
Un concepto llamativo y claro
La audiencia internacional no estaba esperando nerviosa la siguiente producción española. Había series que habían tenido éxito en el mercado latino (por ejemplo, Velvet) y que han tenido remakes por todas partes (Polseres vermelles, Los misterios de Laura, Cuéntame), pero faltaba esa sensación de “los medios de todo el mundo están pendientes de tal serie”. ¿Y que pudo ayudar a La casa de papel para funcionar en el boca oreja y en la promoción que le hizo Netflix? Tener un concepto muy claro.
Si te preguntaban acerca de qué iba La casa de papel, era rápido explicarlo: “Va sobre una banda de ladrones que quieren hacer el mayor atraco de la historia”. Después puedes elaborar que es La Fábrica de Moneda y Timbre, que los personajes tienen mucho carismo y todo lo que tú quieras. Pero esta sencillez de la premisa es clave para vender rápidamente la serie al espectador sobrepasado por la oferta televisiva (y con unas producciones americanas con unos presupuestos mastodónticos en comparación).
Además, este concepto también iba atado a una idea de temporalidad: podías comprometerte con la serie porque sabías que el atraco debía tener un final. Es lo mismo que sucede con los whodunnits que tan bien les funcionan a los británicos y los países nórdicos: el público sabe que debe estar pendiente de la serie hasta que se resuelva el asesinato de turno.
¿Y lo mejor de todo? Que, quienes estaban satisfechos con el atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre, podían renovar su contrato con la premisa de la tercera temporada: “Ahora atracan el Banco de España. ¿Te apuntas o no?”. Y otra vez el público sabía que el atraco no duraría eternamente (todo apunta que se cerrará ahora al final de la cuarta temporada).
Un mensaje universal
Si el concepto es fácil de comunicar, también se entiende a la primera el mensaje de la banda del Profesor. El creador Álex Pina aprovecha la mirada cada vez más desconfiada y al mismo tiempo conformista de la sociedad hacia el sistema capitalista y propone unos atracadores que no dejan de tener aroma de Robin Hood. Sí, no querrías estar encerrado en la Fábrica de Moneda y Timbre o en el Banco de España pero quizás pensarías “les está bien a todos los poderes que alguien les desafie de verdad en lo que les hiere de verdad”.
Una estética cuidada
A pesar de que la primera y segunda temporada, planificadas como una sola por Atresmedia pero finalmente emitidas en dos partes, tenían un presupuesto que ni se puede comparar con una producción de los Estados Unidos, el éxito de La casa de papel no se entendería sin el trabajazo de Álex Pina con el director Jesús Colmenar y el director de fotografía Migue Amoedo. Juntos habían desarrollado la opresiva atmósfera de Vis a vis y aquí entendieron los requisitos estéticos y narrativos para que funcionase este thriller dramático, con dosis cómicas y de esencia palomitera, y un uniforme (mono rojo, máscara de Dalí) que ya es icónico.
Si La casa de papel no tuviera este objetivo de ser puro entretenimiento, de hecho, quizás no hubiera tenido el éxito que ha tenido. Al fin y al cabo, las series que parecen funcionar mejor en Netflix son aquellas que priorizan el vicio, el dejarte pegado a la butaca, y no es casualidad que Stranger things sea la número uno de la plataforma y después lo sean Tokio, Río y cía, con otras series con un rendimiento fantástico como YOU o Élite (tenemos que guiarnos un poco a ciegas, que conste, porque ya hemos expuesto unas cuantas veces que Netflix es muy opaca en cuanto a las audiencias de sus producciones).
Y, finalmente, Netflix
Este éxito internacional, además, no existiría sin Netflix. La plataforma de contenidos se dio cuenta que tenía un posible pelotazo en La casa de papel y promocionó la serie en el catálogo. Esto no le quita mérito a Atresmedia, que es quien en realidad dio luz verde al proyecto, pero en la plataforma tenía el terreno para correr y triunfar libremente.
En abierto, La casa de papel tenía las de perder. Se movía en un marco temporal muy pequeño y el espectador estaba obligado a vivirlo durante meses y meses. Así, después de un estreno por encima de los cuatro millones en Antena 3, se desinfló semana a semana en un contexto televisivo donde cada vez los contenidos de ficción tienen más problemas para lucirse.
Dentro del catálogo de Netflix, en cambio, existía la posibilidad de consumir La casa de papel a mayor velocidad, más acorde con la trama que proponía, así que tuvo sentido que la plataforma comprase una tercera temporada para convertirla en un contenido exclusivo de la plataforma. También fue una suerte: de esta forma se pudo permitir nuevos episodios donde sí se olía un incremento del presupuesto y con localizaciones alrededor del mundo.
El modelo 'atracón' de Netflix tiene más sentido para una serie para 'La casa de papel', que se mueve en un espacio de tiempo bastante breve”