Agatha Christie es patrimonio británico: una figura imprescindible de su imaginario cultural, tanto por la obra publicada como su influencia en el género de asesinatos y el volumen de adaptaciones audiovisuales que ha suscitado en el último siglo. La primera adaptación cinematográfica fue en 1928, The passing of Mr Quin, que traducía un relato corto. Era inevitable que llegase este momento: que una guionista británica y negra como Sian Ejiwunmi-Le Berre, formada en Oxford, buscase la forma de ampliar el material de referencia para incluir una perspectiva racial.
En Matar es fácil, que se basa en la novela homónima publicada en 1939 y que se puede ver en Movistar Plus+, se traslada la acción a 1954 y se cambia el perfil de Luke Fitzwilliam, el protagonista que debe resolver una serie de asesinatos. En vez de ser un detective jubilado de Scotland Yard, Fitzwilliam es un joven nigeriano (David Jonsson, visto en la fantástica Industry) que llega a Inglaterra con la promesa de un buen trabajo en Whitehall, bajo el mando de su superior en África, al que tiene en alta estima.
De camino a su nuevo puesto, conoce a la entrañable señora Pinkerton (Penelope Wilton de Downton abbey), que está convencida que una persona de su localidad está enmascarando una serie de asesinatos como accidentes. Antes de llegar a Scotland Yard, la señora Pinkerton es atropellada, y Fitzwilliam se desvía a Wychwood-Under-Ashe, el pueblo donde muere un vecino tras otro. Así se adentra en una comunidad que, si ya se reserva miradas amables pero desconfiadas ante los desconocidos, todavía es más recelosa de un hombre como Fitzwilliam.
En Matar es fácil, hay pinceladas de esta dimensión racial, sobre todo a partir del intercambio de opiniones que el protagonista tiene con otros compañeros negros que llevan más tiempo en la sociedad británica y que le recuerdan que, por más que su superior fuera amable con él, Fitzwilliam es fruto del colonialismo.
Es interesante cómo David Jonsson se desenvuelve en Wychwood-Under-Ashe: tiene el porte y la educación que se presupone a un detective de Agatha Christie y, al mismo tiempo, la mirada fresca de un hombre que cumple con los estándares de educación de la época pero, por una cuestión de melanina, es tratado con reservas. También aporta su perspectiva Bridget Conway (Morfydd Clark), una atractiva vecina que, consciente de las limitaciones de una mujer de esa época y de su clase social, siente que debe aceptar el cortejo del empresario que corta el bacalao.
Ese Wychwood-Under-Ashe tiene una cualidad casi distópica con la dirección que enfatiza el verde del césped, la amabilidad a menudo postiza, una tranquilidad casi perturbadora en las calles y ese convencimiento tan conveniente por parte de las autoridades y las élites locales que allí no sucede absolutamente nada raro. Es normal, según ellos, que los vecinos caigan como moscas: ahora uno ahogado en un charco, ahora otro que cae mientras limpiaba ventanas y ahora otra que se bebió su tinte de pelo por error.
Nunca se sobrepone a su condición de adaptación menor aunque es un 'happy place' para incondicionales de Agatha Christie
Sin embargo, Matar es fácil nunca se sobrepone a su condición de adaptación menor. Las pinceladas raciales se diluyen a medida que se amontonan los cadáveres y los personajes solo funcionan en la medida que se erigen como sospechosos o fiambres en potencia. También se insinúa una trama con potencial social: la consolidación de un modelo de urbanismo y de especulación inmobiliaria que de forma indirecta está pensado para mantener aislada y pobre a la clase obrera.
Al llegar al final de los dos episodios, nada deja poso con una producción que indica en todo momento que la BBC y Britbox, que están detrás del proyecto, no la contemplan como una apuesta particularmente ambiciosa. Se conforma con ser un happy place para incondicionales de Agatha Christie: tiene el detective elegante, tiene algún secundario destacado (esa Penelope Wilton que desaparece demasiado pronto), tiene un sentido de la violencia inofensivo y tiene esa estructura tan reconocible con su galería de sospechosos.