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Esta es la enésima serie que está bien “si te esperas al tercer o cuarto episodio”

La recomendación

No dábamos un duro por el arranque de temporada pero ahora es una propuesta distinta de ciencia ficción

La Luna és soviética.

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Los contenidos de Apple no redefinían el panorama seriéfilo pero poquito a poco están destacando en sus respectivos campos. Bueno, de See mejor no hablo porque se presentaba como un despropósito y no merece la pena perder el tiempo. Pero, si ya dije en su momento que la serie de The Morning Show con Jennifer Aniston y Reese Witherspoon era muy disfrutable y una de las alegrías de estos últimos meses de 2019, ahora es el turno de reivindicar Para toda la humanidad (For all mankind). No podía ser menos interesante en sus primeros episodios y no puede ser más entretenida en estos momentos.

Con esta propuesta de historia alternativa y ciencia ficción, se necesita un poco de paciencia. No es que los primeros episodios sean un tostón pero sí son mediocres y no representan en absoluto el potencial que captura la premisa. Ronald D. Moore (Battlestar Galactica) proponía un pasado en los sesenta donde los estadounidenses perdían la carrera espacial con los soviéticos, que aterrizaban antes en la Luna y clavaban allí la bandera comunista. Era un acto de humillación para el pueblo americano y un toque de atención para Richard Nixon, que no podía permitirse la prensa negativa.

No era un tostón pero sí mediocre y con unos personajes sin interés, como mínimo hasta que las mujeres entran en la dinámica”

No se puede decir que Moore se luciera con la presentación de personajes. Edward Baldwin (Joel Kinnaman), un astronauta con el ego herido por no haber sido el primero en pisar el satélite, posiblemente era el personaje menos atractivo del reparto. Gordo Stevens (Michael Dorman) tampoco se podía decir que aportase en exceso como el clásico mujeriego que aprovecha la fama cada vez que sale de la ciudad.

Como la historia alternativa no se distanciaba en exceso de los conocimientos del espectador (como mínimo de los míos, que eran escasos en cuanto a la carrera espacial), quedaba un drama de época mediocre que brillaba en los instantes más espaciales (allí se notaba la pasta) y perdía en las escenas más familiares y una trama de momento sobrante (la familia mexicana con una hija que sueña con ser astronauta).

Hay muchas sorpresas en la serie.

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Con el tercer episodio, sin embargo, comenzaba la redención. Los avances soviéticos en el dominio lunar obligaban a la Casa Blanca a mejorar la imagen del país y asegurarse la presencia de mujeres en el programa espacial. Y, una vez entran las mujeres, Para toda la humanidad (For all mankind) se adentra en terreno donde se ven las oportunidades de la historia alternativa. No solamente te toca el lado más emocional, también permite renovar las dinámicas de los personajes y que incluso los hombres planos muestren unas cuantas aristas.

Cada episodio es un paso adelante. Cada episodio se distancia más de la historia que conocemos y abre más la puerta hacia un pasado imprevisible. Ayudan unas elipsis temporales que te permiten pensar que las posibilidades son infinitas. ¿No podría, al fin y al cabo, acercarse o superar el presente con una versión opuesta de la historia reciente? ¿Y no son Sonya Walger y Sarah Jones dos sólidas protagonistas cuando les dan cancha? Por no hablar del bonito homenaje de Ronald D. Moore a personas olvidadas de la historia porque su sexo les impedía prosperar en la NASA.

Ellas llegan y la cosa mejora.

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Y así, a lo tonto a lo tonto, Para toda la humanidad (For all mankind) es una de las series que hay que ver. Se necesita paciencia y tiene margen de mejora pero cada vez toca mejor las teclas. Si mantiene esta capacidad de abrir el universo, desviarse en el momento más oportuno y desarrollar unos personajes solventes, resulta imposible calcular dónde pueden llegar los y las astronautas.

Si mantiene esta capacidad de abrir el universo y desviarse en el momento oportuno, resulta imposible calcular el potencial de los y las astronautas”