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Así ha superado HBO su primer verano en la era post-Juego de tronos

Análisis

Era un momento difícil para la plataforma pero ha tenido series que la han mantenido en el candelero

Barbie Ferreira participa en Euphoria, una de las series más discutidas este verano.

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En HBO tenían que estar preocupados por la marcha de Juego de tronos. Puede que su imagen de marca sea pulcra y se considere un productor fiable de buenas ficciones pero no todas ellas atraen el público de la misma manera. La serie escrita por D.B. Weiss y David Benioff, el mayor fenómeno televisivo desde Perdidos y uno de los hitos culturales de esta década, les aseguraba ser imprescindibles mientras durase la historia de los Stark: sabían que, pasase lo que pasase, los seriéfilos necesitarían darse de alta de la plataforma para ver su serie. Desde el 20 de mayo de 2019, cuando la serie finalizó, esta obligación ya no existe. ¿Y cómo se puede sobrevivir sin Juego de tronos?

Lo importante para HBO es tener tres elementos a favor. Quieren la crítica de su parte porque no son los máximos productores de contenidos y las buenas críticas y los premios les ayudan a tener una buena imagen de marca como casi mecenas del arte televisivo. Necesitan visibilidad en los medios porque, si no existes y no tienes las series de las que se hablan, tendrás problemas para hacerte un hueco en un mercado tan amplio (y donde Netflix, ni que sea por volumen, hace mucho ruido). Y, finalmente, debe atraer el público porque necesita sus mensualidades para financiarse.

True blood fue la serie que salvó HBO en la era post-Soprano.

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Este último punto siempre ha sido el más complicado como demostró la era post-Soprano: no es sencillo encontrar una obra que escenifique la compatibilidad de estos tres objetivos. Entre junio de 2007, cuando dijo adiós la familia mafiosa, y junio de 2009, cuando True blood estrenó la segunda temporada y demostró ser un éxito de audiencia (la primera había sido un desastre al principio), en HBO vivieron el pánico de vivir con una parrilla que interesaba a los críticos y pasaba desapercibida entre el gran público.

¿Cómo se justificaban las altas cuotas de los abonados en Estados Unidos? Por suerte, cuando esa locura vampírica se despidió en 2014, consciente de haber mantenido HBO en la conversación mainstream aunque sin la calidad implícita en la marca, Juego de tronos ya estaba subiendo como la espuma. Era la heredera natural de Los Soprano y True Blood, un fenómeno que mantenía HBO en el candelero, y que cumplía un principio no-escrito: el relevo de un fenómeno nunca es una copia del anterior sino el proyecto que no te esperas. Si la repetición de un modelo sirviera para engañar al público, Boardwalk Empire se hubiera llevado el Emmy en alguna ocasión y Vinyl hubiera pasado de la primera temporada.

Hay una precuela de Juego de tronos en camino pero la plataforma no quiso precipitarse.

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Con Juego de tronos, sin embargo, HBO prefirió seguir una lógica opuesta a la que hubiera seguido cualquier otro canal o plataforma de contenidos. Si bien tiene una precuela de Juego de tronos en camino ambientada 8.000 años antes de los acontecimientos ya vistos (y no se descarta que haya más proyectos), no tuvieron este proyecto listo para el final de Juego de tronos. Ni tan siquiera para este septiembre, cuando ya habrán pasado unos meses. Prefirieron dejar descansar la franquicia, que se sintiera Juego de tronos como una obra finita y así cuidar su legado como televisión de prestigio. Pero esto también comporta un desafío, el de sobrevivir sin los dragones.

Sin embargo, HBO se ha mantenido visible y relevante en los meses post-Juego de tronos con producciones propias que marcaban la agenda de los medios. La segunda temporada de Big little lies, que de por si era la propuesta del canal que marcaba un cambio de rumbo (¡por fin producían dramas de una hora protagonizados por mujeres!), volvía con Meryl Streep, presencia en los medios, aumentos de audiencia en las cifras lineales y una audiencia acumulada de más de diez millones.

No tuvimos tiempo de echar de menos a Juego de tronos que llegaba la segunda temporada de Big little lies.

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En julio, para colmo, descubrían que habían colocado Succession de Jesse Armstrong entre las nominadas al mejor drama en directa competición con Juego de tronos. Con el boca-oreja viento en popa y nominaciones al mejor guión y la mejor dirección y con la segunda temporada en emisión, quizás no sea tan descabellado que pueda dar una sorpresa en septiembre contra Juego de tronos. Además, los nuevos episodios están teniendo mejores audiencias que en verano de 2018, así que los abonados reaccionan favorablemente a los millonarios deplorables que son los miembros de la familia Roy. Sea como sea, ya tiene sustituta en la categoría reina de los premios Emmy para cuando los Stark no compitan.

Y, para rematar esta jugada, entre junio y agosto han tenido en emisión una de las series de moda de este 2019: el drama juvenil Euphoria de Sam Levinson. Es una genialidad, sí (como podéis leer en esta crítica), pero también prueba que HBO tiene capacidad de transformación, de encontrar nuevos mercados sin renunciar al sello de calidad y está encontrando admiradores de lo más peculiares: Rosalía, Leonardo DiCaprio y, por ejemplo, Lili Reinhart estaba esta semana diciendo que el final de temporada de Euphoria era lo mejor que ha visto en su vida (y ella justamente trabaja en Riverdale, una serie de adolescentes).

'His Dark Materials' es una de las propuestas más ambiciosas, basada en la saga literaria de ‘La materia oscura’ de Philip Pullman.

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Puede que Euphoria, Big little lies o Succession no sean el fenómeno de audiencia que representa Juego de tronos pero son el combo de verano más efectivo que ha estrenado HBO en mucho tiempo. En la península ibérica, además, este vacío existencial se ha notado todavía menos con adquisiciones de primer orden como El cuento de la criada y Pose para estos últimos meses. Y se avecinan series interesantes.

Por ejemplo, con la coproducción con la BBC de His Dark Materials, una adaptación de las novelas de Philip Pullman, demostrarán que pueden volver al terreno fantástico pero para un público más familiar y sin intentar emular el éxito de Poniente de forma literal. Tendremos la adaptación de Watchmen, el cómic mejor considerado de la historia, de la mano de Damon Lindelof. Parece que, después de Perdidos y de The leftovers, quiere mezclar ambas filosofías artísticas: la masiva con su vertiente más existencial y de autor.

¿Cómo distinguir los policías de los enmascarados fuera de la ley? Nadie lo sabe. Pronto en ‘Watchmen’.

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Y qué decir de la miniserie que tiene Helen Mirren sobre Catalina la Grande, el thriller que Nicole Kidman y David E. Kelley, juntos en Big little lies, preparan para 2020, o las nuevas temporadas de Insecure y Westworld. El parque de atracciones de Lisa Joy y Jonathan Nolan sale por 100 millones por temporada y no ha sido el éxito de audiencia que esperaban (supera los 10 millones de espectadores por temporada pero no fue en ascenso en la segunda sino que sufrió un leve bajón), pero sí ayuda a mantener el canal a flote si el resto de la programación es sólida, entre todas las producciones mantienen los tres objetivos del canal (visibilidad, crítica y público masivo) y Westworld no es la única en tener buenas audiencias. En terreno autóctono, también se avecina la adaptación de Patria y una serie de Isabel Coixet sobre amor y comida.

Con este arsenal, más la precuela de Juego de tronos protagonizada por Naomi Watts también para 2020 o una serie fantástica de Joss Whedon (Buffy, la cazavampiros), HBO parece estar lista para entrar en la nueva etapa. De momento, ni tan siquiera nos hemos dado cuenta y como mínimo ha encontrado los activos necesarios para ser esencial en este panorama televisivo. Esta es la finalidad esencial de cualquier plataforma: que no te quedes sin producciones estimulantes por ver para no darte una razón para dejar de pagar la cuota mensual. Y, con su modelo de emisión de un episodio a la semana, no necesita tanta producción como Netflix: una serie suya, si funciona, puede hacer ruido durante dos o tres meses.

No se puede quedar sin producciones estimulantes por ver y, de momento, HBO ha dado razones de sobras para mantenerse inscrito en la plataforma”