¿'Una nueva jugada', la nueva comedia de Netflix, merece la pena?

Crítica

El primer episodio tiene unas gotas evidentes de 'Ted Lasso' aunque después intenta desmarcarse

Kate Hudson es Isla Gordon, una mujer con reputación de cabra loca de joven que tiene que demostrar que vale para presidir un equipo de la NBA.

Kate Hudson es Isla Gordon, una mujer con reputación de cabra loca de joven que tiene que demostrar que vale para presidir un equipo de la NBA.

Courtesy of Netflix

Una serie no se crea en un vacío cultural. A menudo, al ver un primer capítulo, casi se puede oír cómo se vendió a los directivos para recibir luz verde. En el caso de Una nueva jugada, la nueva comedia de Netflix, uno se puede imaginar a Mindy Kaling, la creadora más conocida del cuarteto que la concibió, mencionando las palabras “Ted Lasso” de pasada durante el pitch. Quién no quiere emular la comedia original más exitosa de los últimos años, tanto a nivel de público como de premios. Y se entiende que es una serie heredera, como sitcom deportiva, de la misma forma que también se puede comprobar que busca su propio terreno a medida que avanzan los capítulos.

Kate Hudson, en la serie, es Isla Gordon, la única hija entre los cuatro hijos del difunto propietario de Los Angeles Waves, uno de los equipos más populares de la NBA. Cuando su hermano Cam (Justin Theroux) tiene un accidente de coche hasta las cejas de todas las drogas habidas y por haber y debe renunciar a la presidencia, no elige ni a Sandy (Drew Tarver), que domina de números pero no tiene ni idea de baloncesto, ni a Ness (Scott MacArthur), que tiene buena relación con los jugadores pero no es particularmente listo. Confía el equipo a Isla, consciente que su juventud alocada no fue representativa de quién es como mujer: conoce el equipo al dedillo y tiene la cabeza muy bien amueblada.

Scott MacArthur es Ness, Drew Tarver es Sandy, Justin Theroux es Cam y , Kate Hudson es Isla Gordon, con Alan Barinholtz como el abogado de la familia.

Scott MacArthur es Ness, Drew Tarver es Sandy, Justin Theroux es Cam y , Kate Hudson es Isla Gordon, con Alan Barinholtz como el abogado de la familia.

Courtesy of Netflix

Las similitudes con Ted Lasso son reconocibles sobre todo en el primer capítulo. Tenemos a una mujer protagonista que sufre el machismo de la industria deportiva; un equipo que tiene una temporada terrible y que podría ni calificarse para los play-offs; vemos que en los vestuarios hay unos cuantos egos que controlar, especialmente el de Travis (Chett Hanks, el hijo de Tom), que da más importancia al rap que a su rendimiento en la cancha; y hasta se nos introduce a Jackie (Fabrizio Guido), un vendedor del estadio que tiene un corazón de oro y que al final del capítulo se entiende qué papel tendrá en el esquema global de la ficción. Son lugares reconocibles, como si Una nueva jugada dijera “eh, si te gustó Ted Lasso, te gustará esta versión más americana y donde la pelota no se chuta”.

Esta comedia deportiva, sin embargo, desarrolla un molde más anclado en la comedia familiar, con las puñaladas (siempre en clave humorística) que se dedican los hermanos, que acumulan su ración de traumas debido a un padre tóxico y el privilegio que han mamado desde siempre. Aquí, Kate Hudson se mueve con soltura como heroína del conjunto: se la declara como la persona más válida desde el comienzo y cada capítulo intenta demostrar su inteligencia y sus ideas no-convencionales para sacar el equipo a flote.

Jay Ellis es el entrenador...

Jay Ellis es el entrenador...

Katrina Marcinowski

Es curioso cómo se pasa por alto el rol del entrenador en los malos resultados de los Waves, para dar más relevancia a la protagonista y sobre todo porque Jay Ellis, que interpreta al entrenador también llamado Jay, ejerce claramente de interés romántico de la protagonista. Puede que Isla esté prometida con un hombre judío y entrañable (Max Greenfield), cuya religión tiene sentido mencionar por el retrato que se hace del personaje, pero cada aparición del entrenador como ser calmado, reflexivo y musculado chilla “tienen que acabar juntos” de forma casi explícita.

Si alguien siente que de buenas a primeras hay demasiados personajes es porque los hay. Los personajes se mueven por terrenos muy masticados como Kate Hudson como mujer contra el patriarcado (y utilizando su antigua solvencia como protagonista de comedias románticas de Hollywood como Cómo perder a un chico en 10 días) o Drew Tarver como el hijo homosexual que siente que está a la sombra de sus hermanos (y repitiendo exactamente el mismo papel que en The Other Two, una comedia adorada por la crítica americana).

El vestuario es importante según el episodio.

El vestuario es importante según el episodio.

Katrina Marcinowski

Justin Theroux, por ejemplo, se reserva un rol excéntrico de drogadicto de fulares, como si hubiera hecho valer su popularidad (como protagonista de The leftovers, chico Lynch o ex de Jennifer Aniston) en las negociaciones de contrato, y Chett Hanks se divierte en un trabajo que parece hecho a medida de sus ridiculizadas aventuras musicales. Y, en esta abrupta coralidad, Jay Ellis (de la extraordinaria Insecure), Max Greenfield (New Girl) o Brenda Song (Dollface) como la mano derecha de Isla tienen que utilizar su dominio de la televisión para sacar adelante personajes a medio cocer.

Esta es, en cierto modo, la esencia de Una nueva jugada, que tiene demasiada prisa en presentar y engrasar todas las piezas que, en una televisión más convencional, se habría desarrollado con el paso del tiempo y de los episodios. Intenta ser simpática (y a ratos lo consigue) sin haberse ganado esta simpatía. Y, debido a estas prisas que no deberían confundirse con dinamismo, se construyen personajes reduccionistas, desaparecen tramas por completo en algunas entregas (ese vestuario, que se presenta como una pieza fundamental, a veces brilla por su ausencia), se impide que los actores encuentren la forma de encajar sus ritmos cómicos, y se entregan las victorias a Isla con demasiada facilidad.

Es una serie muy Netflix, en el sentido que se deja ver con extrema facilidad, pero se echa en falta que una plantilla actoral tan reconocible y no precisamente low-cost tenga un material tan apresurado y simplista entre manos. Y, si alguien se lo preguntaba, no servirá como sustituta de Winning Time (Tiempo de victoria), la serie deportiva sobre la época de esplendor de los Lakers, equipo que parodia Una nueva jugada.

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