Eneko Sagardoy: “Roland Emmerich es un hombre poderosísimo en cuanto a imágenes”

Entrevista

El actor vasco presenta 'Those about to die', el péplum en el que comparte reparto con Anthony Hopkins y Iwan Rheon

Eneko Sagardoy (a la derecha), acompañado de sus hermanos en la ficción, Pepe Barroso y Gonçalo Almeida.

Eneko Sagardoy (a la derecha), acompañado de sus hermanos en la ficción, Pepe Barroso y Gonçalo Almeida.

Reiner Bajo

Eneko Sagardoy tiene un Goya como actor revelación por Handia y protagonizó Irati, la película vasca más taquillera de la historia. Era parte del elenco de Patria y el año pasado se estrenó como director con el cortometraje Betiko gaua. Ahora, para rematar que cumplió los 30 a principios de año, estrena Those about to die: un péplum coral de Roland Emmerich, uno de los maestros del cine de acción gracias a títulos como Independence Day o El día de mañana, donde comparte protagonismo con el oscarizado Anthony Hopkins o Iwan Rheon (Juego de tronos). Es Andria, un experto en caballos llegado del sur de la península ibérica con el sueño de encontrar fortuna en la corrupta Roma del emperador Vespasiano.

¿Cómo es grabar con Roland Emmerich?

El primer mes todavía te dura el susto. Es impresionante. Son cientos y cientos de personas trabajando: una cadena humana que asusta. Hay una disciplina y exigencia jamás vistas: tienes que ser un actor muy técnico y controlar muy bien lo que es un set de rodaje para entrar en esa rueda y sentir que haces algo de lo que eres mínimamente consciente. Pero, pese a que era la serie de más presupuesto del año pasado, el ritmo no variaba tanto a las películas que hacemos aquí. Iba todo muy rápido pero en cada toma se veían involucradas 400 o 500 personas, así que sentía mucho más la presión. Pero te acabas acostumbrando y Roland Emmerich es un hombre muy amable y poderosísimo en cuanto a imágenes. Llegábamos al set los actores y tres o cuatro jefes de departamento, y veías cómo él construía el storyboard al momento. Era un genio de la imagen montando su serie en muy pocos minutos. Luego entraba el equipo técnico y en otra media hora tenían todo dispuesto para empezar a rodar.

“Llegábamos al set los actores y tres o cuatro jefes de departamento, y veías cómo él construía el storyboard al momento”

Imagino que, al leer los guiones, buscaba si tenía escenas de acción…

Daba por hecho las escenas de acción porque Roland me contó el arco de mi personaje: un vendedor de caballos de Andalucía que acaba de auriga en el circo romano. Sabía que eso iba a pasar. Nos llevaron un mes y medio antes a entrenar con caballos: primero con carros muy grandes y después con un equipo húngaro demencial. Para Irati había aprendido a montar a caballo y era algo que me motivaba, pero también sabía que contaría con la ayuda de los efectos visuales. La pantalla de LED de 180 grados es una cosa impresionante.

¿Como la empleada en The Mandalorian?

De hecho, creo que es la misma pantalla.

La acción y las carreras de caballos, puntos fuerte de la producción de 10 episodios.

La acción y las carreras de caballos, puntos fuerte de la producción de 10 episodios.

Reiner Bajo/Peacock

En una serie como Those about to die debe haber mucha distancia entre lo que se rueda y el producto final. ¿Se ha llevado alguna sorpresa?

En producciones más pequeñas, dan miedo las escenas con efectos especiales o con un montaje muy complejo, porque sabes que los recursos son muy limitados. Con Those about to die, si en el rodaje pensaba “esto no es creíble” o “esto no es posible de montar”, de repente me acordaba que estaba con Emmerich, que había cinco mesas con 20 técnicos de VFX que habían venido de Londres para trabajar cada plano al instante, y sabías que no tenías que preocuparte de nada.

Husmeé en sus redes sociales y parecía haber buen rollo en el rodaje. ¿Fue como un erasmus?

Claro. Me hubiera encantado que me hubiera pillado con 20 años, aunque con 29 tampoco está mal. De febrero a noviembre viviendo en Trastevere con actores iraníes, suizos, ingleses, sudafricanos, estadounidenses, canadienses, australianos, islandeses… Con Iwan Rheon, por ejemplo, hablábamos de su Gales natal y de mi País Vasco: enseguida entablamos una conversación muy interesante y quedábamos para tomar algo después de los rodajes. Era como un rodaje muy vasco: de quedar después con los actores, de callejear, de hacer planes los fines de semana… Había unos egos muy colocados, gente muy ubicada de la que he podido aprender.

Un reparto internacional

“Había unos egos muy colocados, gente muy ubicada de la que he podido aprender”

¿Qué quiere decir?

No lanzaban expectativas pero estaban muy motivados. Aquí, cuando trabajas, los implicados dicen que será “la serie del año” o puedes oír al director decir que “esto va a los Goya seguro”. Pero bastante es hacer lo que estamos haciendo cada día: luego ya se verá qué recorrido tiene. Sin embargo, Those about to die, que tiene el presupuesto que tiene, tenía unos actores y unos trabajadores que estaban concentrados en el día a día sin pensar en la exposición que tendría. No ayuda ni es sano estar pensando esas cosas en el rodaje.

¿Ahora qué podemos esperar de Eneko Sagardoy?

Después de rodar Those about to die, rodé la última de efectos de primeros planos de las carreras, y después pasé al teatro con ensayos con Israel Elejalde para Tan solo el fin del mundo y estrené Lucha y metamorfosis de una mujer de Édouard Louis. Luego hice la película de Asier Alduna, Karmele. Ahora estoy de vacaciones. No sé. Me divierte mucho pasar de una cosa diferente a otra muy diferente. Me divierte, me siento muy entrenado, muy estimulado. Toda esa heterogeneidad me ayuda a ser director porque me quedo con cosas muy específicas de proyectos muy distintos.

El audiovisual, todo igual

“Cambian los sueldos, los países y los actores con los que trabajas, sí, pero de “¡acción!” a “¡corten!” siento que juego con elementos muy parecidos de mí mismo”

¿Con qué se queda del péplum?

Con el valor que ha adquirido lo técnico como actor, de ser rápido en ejecución. Me ha servido también para ganar mucha autoestima como actor en inglés y para las escenas de acción. Y sobre todo he entendido que esos sueños inalcanzables, en realidad, son lo mismo de siempre en el día a día. Cuando fui a trabajar a Madrid, me sorprendió que era igual que en Bilbo. Aquí me ha pasado lo mismo: es igual trabajar en Those about to die que en casa. Esto desinfla los sueños pero relaja muchísimo. No lo romantizo. Cambian los sueldos, los países y los actores con los que trabajas, sí, pero de “¡acción!” a “¡corten!” siento que juego con elementos muy parecidos de mí mismo. Me ubica con menos ansiedad de cara a los proyectos que puedan llegar.

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