‘Glee’, una serie marcada por la tragedia: de Cory Monteith a Naya Rivera
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El fenómeno televisivo acumula dos muertes, un caso de violencia doméstica y una desaparición
El jueves el público despertaba con una terrible noticia: Naya Rivera, la actriz conocida por interpretar a Santana en Glee, había desaparecido. Había alquilado una barca en el lago Piru para pasar el día con su hijo de cuatro años y encontraron al hijo durmiendo en la embarcación y sin rastro de su madre. Los admiradores de la serie y de Rivera no se lo podían creer: la tragedia golpeaba otra vez Glee, el musical maldito que ya acumulaba dos muertes y un caso de malos tratos.
Heather Morris, que interpretaba a su novia Brittany en la serie, ha utilizado las redes sociales para mantener la esperanza: “Necesitamos todas las oraciones que podamos para que Naya vuelva a casa con nosotros. Necesitamos tu amor y tu luz”. Las autoridades, sin embargo, no se mantienen tan positivas: barajan la posibilidad que Rivera se ahogara y buscan el cuerpo de la actriz de 33 años.
La muerte por sobredosis de Cory Monteith
Es la tercera vez que el reparto de Glee debe enfrentarse a una situación de vida o muerte. En 2013, cuando la serie todavía estaba en emisión, tuvieron que asumir la pérdida de un miembro del reparto: Cory Monteith, que interpretaba a Finn, falleció de una sobredosis en un hotel de Vancouver a los 31 años. Era un caso televisivo traumático para el mayor fenómeno adolescente de la década pasada, heredera de la popularidad de series anteriores como The OC y Sensación de vivir.
El actor, que estaba prometido con Lea Michele, su novia en la ficción y en la vida real, ya había sufrido problemas con las drogas con anterioridad: había empezado con su consumo a los 13 años y a los 19 ya había entrado a un centro de rehabilitación. En Glee le rindieron un sentido homenaje.
El caso de pornografía infantil y la muerte de Mark Salling
En enero de 2018 la muerte golpeaba otra vez la serie Glee, por entonces ya finiquitada, con el suicidio de Mark Salling a los 35 años. El actor, que había interpretado a Puck, había optado por quitarse la vida después de descubrirse que poseía pornografía infantil y ser condenado a cumplir una sentencia de entre cuatro y siete años.
El actor había sido arrestado en diciembre de 2015 por posesión de pornografía infantil, después de la información que había obtenido la policía de una de sus anteriores relaciones. Le acusaron y condenaron por recibir y poseer dicho material. Antes de entrar en prisión, se quitó la vida.
Los malos tratos del matrimonio que salió de ‘Glee’
Mientras que las acusaciones de malos tratos eran una constante para los actores de Glee, con Salling siendo demandado por una exnovia de haberla agredido sexualmente y Rivera siendo demandado también por una expareja de haberle agredido físicamente, en 2019 salía a la luz un caso que dejó a los fans de Glee paralizados.
La actriz Melissa Benoist, que formaba parte de la segunda generación de Glee, había tenido uno de los romances más emblemáticos detrás de las cámaras con Blake Jenner, también actor de la serie. Eran la pareja ideal y, de hecho, acabó en matrimonio en 2013. Sin embargo, al trabajar en Supergirl, divorciarse de Jenner en 2017 y empezar una relación con Chris Wood, que también trabajaba en la serie de superhéroes, hizo público que había sido víctima de malos tratos durante su matrimonio con Jenner.
“Aprendí lo que se siente al ser inmovilizada y abofeteada repetidamente, golpeada con tanta fuerza que sentí que me quedaba sin aire, arrastrada por el pelo por el suelo, golpeada en la cabeza, pellizcada hasta que se me rompía la piel, estrellada contra la pared, ahogada”, reveló en un vídeo de Instagram. No mencionaba a Jenner pero no cabía ninguna duda que se refería a él.
La gota que colmó el vaso, el momento en el que asumió que debía dejarle, fue cuando recibió una de las peores agresiones: Jenner le tiró un iPhone a la cara, le rompió el iris del ojo y también la nariz. En el hospital dijo que había caído pero pronto se empezó a sincerar con sus amistades: era una víctima de la violencia de género. Ahora ver su actuación conjunta de Glee recreando el The one that I want de Grease produce escalofríos:
Batalla de humos en el rodaje
En tiempos de Black Lives Matters, Lea Michelle quiso sumarse a la causa. Poco después la actriz Samantha Ware, que trabajó con ella en Glee a partir de la sexta temporada, aireó los trapos sucios de la serie: quizá tocaba predicar menos falso apoyo online hacia las personas negras y podía tratar mejor a las que se cruzaban en su vida porque, en su caso, le había hecho la vida un infierno.
“Lo supe desde el primer día cuando intenté presentarme. Cuando decidió que no le gustaba, fue muy evidente”, explicó al portal Variety. ¿Esto qué comportaba? “Fue después de mi primera actuación cuando empezó todo: los silencios, las miradas por encima del hombre, los comentarios en voz baja, su extraña pasivo-agresividad”. Ponía sobre la superficie una historia que los medios conocían de sobras: el ambiente tóxico que había en el set de rodaje de Glee.
Era una paradoja porque la serie Glee de Ryan Murphy y Brad Falchuk predicaba sobre la amistad, la diversidad y la capacidad de los jóvenes de salir adelante. ¿Su himno no era, al fin y al cabo, el Don’t stop believin’ de Journey? Pero quizá los humos y las discusiones detrás de las cámaras (destacaba, por ejemplo, la rivalidad entre Lea Michele y Naya Rivera) no eran tan paradójicas.
Los personajes de Glee, entre supuestos momentos de amistad, componían un nido de víboras que se traicionaban e insultaban vilmente episodio sí y episodio no. Era una serie con un mensaje en la teoría y otro en la práctica. Así que tampoco podía sorprender que los actores que Glee hicieran una gira mundial paseando buen rollo por los escenarios y después tuvieran choques de egos en el plató.
Esta situación de tener problemas en el plató ante estrellas emergentes no es sorprendente en la industria de Hollywood. Sólo hay que ver las etapas de infierno que hubo en Sensación de vivir, que incluyen a Shannen Doherty y Jennie Garth peleándose físicamente en el rodaje (o la cantidad de líos que hubo detrás de las cámaras), lo que acabó con Doherty siendo despedida de la serie después de que Tori Spelling se lo pidiera a su padre, Aaron Spelling, productor de la serie.
O también se rumorea que en The O.C. había una clara enemistad entre la mayoría de los actores del reparto, marcados por la fama instantánea que adquirieron y su presencia en las revistas. Pero una cosa es tener estas supuestas rivalidades y choques con compañeros de trabajo y otra muy distinta la situación de Glee, marcada por escándalos y tragedias de vida o muerte. Es la llamada maldición de Glee que ojalá que esta vez tenga un final feliz, a la espera de saber qué ocurrió exactamente con Naya Rivera.