Loading...

Por qué ‘El cuento de la criada’ está en modo chicle

Temporada 3

La elección más inteligente habría sido planear el proyecto como una serie de pocas temporadas

Ahora también tenemos que sufrir por si le sellan la boca.

Hulu

Ver El cuento de la criada solía ser una tortura. El nivel de crueldad de la historia, lo inmersivo de la dirección de Reed Morano y esa distópica República de Gilead ponían los pelos de punta. Servía como ejercicio de empatía hacia todas esas personas que viven oprimidas por la religión en países donde se aplica la Sharia, por ejemplo, y también como moraleja para denunciar que podríamos encontrarnos en ese punto si las religiones toman el mando de la política (como está sucediendo en Estados Unidos, donde el aborto se está prohibiendo en los territorios conservadores).

Sea como sea, El cuento de la criada era una tortura y un placer por el empaque de la propuesta, por su efectividad, por el grado de reflexión que evocaba en quienes la veían. Ahora también es una tortura porque, como espectador, su visionado es frustrante y una decepción continua. Es la sombra de lo que podría ser si Bruce Miller, su creador, no estuviera tan centrado en rentabilizar el universo de Margaret Atwood con el máximo número de episodios y, en cambio, se dejase llevar por un uso más natural de este.

La serie era una tortura y un placer por el empaque de la propuesta, por la efectividad de su mensaje, el grado de reflexión que evocaba en quienes la veían”

Escribir estas líneas es doloroso. Coloqué la primera temporada como lo mejor de 2017 junto con Big little lies y era de sus defensores durante la segunda, cuando en Estados Unidos salió una corriente de opinión que cuestionaba la serie por su explotación del dolor de las mujeres. Estos argumentaban que los criterios tenían más que ver con impactar al espectador que aportar nuevos matices a la historia. Lo que no funcionaba de esos episodios era el bucle en el que se sometían las tramas y las evoluciones de los personajes (y, por supuesto, hay spoilers a partir de aquí de los episodios disponibles en HBO España hasta la fecha).

June (Elisabeth Moss) estaba a punto de escapar en el arranque de temporada, el plan se torcía y terminaba en casa de los Waterford otra vez. Poco después encontraba otra forma de escapar de Gilead pero, en el momento clave, entregaba su hija Nichole a Emily (Alexis Bledel) y ella se quedaba en territorio hostil para salvar a su otra hija Hannah.

Los planos potentes que no falten.

Hulu

Esta decisión creativa era polémica. June era una mujer inteligente y, por más que su instinto maternal la llevase a no querer abandonar a Hannah, tomaba una decisión motivada por las necesidades de los productores de mantener El cuento de la criada el máximo tiempo posible en televisión. Como esclava sexual reproductora, June tenía pocas posibilidades de establecer cambios desde dentro (¡si ni tan siquiera tenía libertad de movimiento...!). Desde Canadá, tenía la posibilidad de ser madre de Nichole y luchar contra la República de Gilead desde otro ángulo, el activista y diplomático, para eliminar esa jerarquía machista y opresora que educaba a Hannah. Pero, como la narración se mantenía inmersiva y estimulante, como espectador tampoco fue difícil hacer borrón y cuenta nueva. Prefería disfrutar de la distopía a enfadarme y dejar de respirar porque había entrado en un bucle. Además, los anticipos publicitaban la tercera temporada como el renacer de Serena Waterford (Yvonne Stravoski), la mujer que había comenzado como sádica villana y se había redimido al permitir que June mandase a Nichole a Canadá.

La evolución de Serena, la mejor hasta la fecha, ha caído en saco roto tras el supuesto punto de inflexión del final de la segunda temporada”

Sin embargo, la evolución del personaje de Serena, después de apuntar maneras y brindarnos una interpretación memorable de Strahovski, parece haber caído en saco roto. El personaje ha vuelto a las andadas después de sacrificarse por el bien de Nichole. ¿El motivo? Posiblemente que Miller necesitaba una trama personal potente para esta tercera temporada y, claro, la tensión entre June y Serena funciona demasiado bien como para desperdiciarla (aunque su sororidad era mucho más gratificante).

Serena, te hemos perdido por el camino.

Sophie Giraud / Hulu

Este bucle Serena, que se desarrolla después del bucle huída, es frustrante porque no parece honesto con la evolución del personaje expuesta hasta ahora. Sí, era malvada pero su expiación había estado bien desarrollada y justificada. Y estas repeticiones de tramas quizás serían menos traicioneras si El cuento de la criada no fuera una narración que se toma su tiempo en desarrollar los personajes. Cuando narras desde una óptica contemplativa, con una protagonista que se mueve a cámara lenta (June tarda un buen rato a responder o obedecer siempre), la invalidación y repetición de tramas es doblemente frustrante. Si encima nos encontramos con una reconstitución (temporal o fija) de Serena como villana al mismo tiempo que nos muestran nuevas formas de torturar a mujeres (esas anillas para cerrarles las bocas y que no puedan hablar), El cuento de la criada se siente artificiosa, como cuando ves la secuela de una película de terror donde la fórmula se repite pero con un extra de maldad y de mala leche porque sí, porque es lo que toca.

La composición de los planos de las directoras y las directoras de fotografía es más sofisticada. Es una serie más seductora con el desarrollo de una estética nazi en territorio estadounidense, las alas de June, la presentación de nuevos espacios como una simple estación de metro, los círculos de reflexión de criadas. Es una lástima que este dominio se vea perjudicado por un instinto mercantilista por parte de los productores y Bruce Miller, el showrunner. Esta necesidad de exprimir Gilead también lleva la narración a tensar su verosimilitud.

La verosimilitud se tambalea con los altos mandos de Washington, la llegada del equipo diplomático de Suiza y la nueva cara de Canadá”

¿Cuántas veces puede personar el régimen a June antes de ahorcarla en mitad de la calle? ¿De verdad Fred Waterford (Joseph Fienes) tenía tanto poder a la hora de tomar decisiones cuando ni tan siquiera conocía a los altos mandos de Washington? ¿Y cómo puede ser que el tribunal mediador suizo se sorprendiera por el pasado de Nick o incluso la propia June?

Esa lógica de “Nick no nos sirve como espía y fuente de información de Gilead porque luchó en el frente de forma voluntaria y por lo tanto no es de fiar” es como si los estadounidenses hubieran buscado filtraciones en el Kremlin durante la Guerra Fría de “camarada de las altas esferas que no haya tomado nunca una decisión en contra de los intereses de EEUU y que, en resumen, no haya roto nunca un plato capitalista”. Es absurdo. O la pesadilla en la que están metiendo a Emily las autoridades diplomáticas de Suiza y Canadá.

Anda, resulta que Nick había hecho cosas malas en el regimen de Gilead. ¿Sorpresa? No.

Hulu

¿De verdad, quién en su sano juicio pide explicaciones a una esclava por rebelarse contra una dictadura que viola y asesina mujeres y disidentes de forma sistemática? ¿Que considera que leer es una ofensa que merece cercenar dedos? Como mínimo, esta nueva cara de Canadá parece no encajar con el país que se nos había vendido hasta el momento.

Está en modo chicle. Todo esto servirá para alargar el tema mientras como espectador me canso de masticar tanta inverosimilitud y el sabor original se diluye. Y servirá para que June sufra más. Y que Serena se ilusione una vez más con sus principios conservadores para después despreciarlos y fingir ser un poco feminista. Y en Gilead tendrán tiempo para encontrar más formas de mutilar a mujeres. En Hulu, la plataforma de contenidos que produce la serie, no quieren perder su mejor activo tan pronto y, paradójicamente, así la están perdiendo por el camino.

En Hulu no quieren perder tan pronto su mayor activo y, paradójicamente, así la pierden por el camino”