Tiene una cita con “el rarito de Tinder” y el resultado es delirante: “No puedo comer champiñones porque está considerado canibalismo”

Teorías locas

La cita, a juzgar por las imágenes grabadas de incógnito, acabó sin setas en la mesa ni segundas oportunidades a la vista

Tinder no decepciona en ofrecer historias que nadie se atrevería a inventar

Tinder no decepciona en ofrecer historias que nadie se atrevería a inventar

Swipe por aquí, swipe por allá. El universo de Tinder es un desfile infinito de perfiles que, en ocasiones, parecen haber llegado de otro planeta. Hay quien se presenta con un gato en la cabeza, quien asegura tener un doctorado en arte de ligar y, claro, siempre se puede acabar cenando con alguien sumamente extravagante como le ocurrió a una chica. 

Todo comenzó con un poco de insistencia. Selena, convencida de que su amiga necesitaba salir de su zona de confort (o más bien, del sofá), le animó a aceptar una cita con el chico que había conocido en Tinder. Lo que nadie esperaba era que esta velada terminaría convirtiéndose en una anécdota difícil de superar. Porque, aunque el chico en cuestión no parecía extraño en sus primeras conversaciones, lo que ocurrió durante la cena las dejó perplejas. 

El combo definitivo

Sectas, champiñones y primeras citas

Mientras la amiga de Selena grababa todo discretamente, el protagonista de esta historia soltó una frase que, por sí sola, podría figurar en un ranking de las mejores ocurrencias del año: “No puedo comer champiñones porque está considerado canibalismo”. Sin duda, una afirmación sin base científica y que el propio chico no acabó de aclarar, aunque aseguró que los cerebros normales no podrían alcanzar a comprenderlo. 

La conversación siguió un camino cada vez más extraño. En un intento por justificar sus teorías, se lanzó a hablar de sectas. Según él, si llamas a una secta por su nombre, esta deja de serlo porque “una secta no puede ir de cara, tiene que ser clandestina. Entonces, le llamamos secta y así nadie puede decir nada”.

Selena, al recibir el vídeo, no sabía si reír o preocuparse. Lo cierto es que la anécdota se convirtió en un éxito inmediato entre su grupo de amigos. Al final, su amiga aprendió una valiosa lección: en Tinder es posible encontrar cualquier cosa, pero estar preparada para cualquier cosa también incluye el riesgo de escuchar razonamientos dignos de un universo paralelo.

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La velada terminó sin champiñones en la mesa y con una historia para contar durante años. Y aunque el rarito de Tinder no fue el match ideal, al menos se ganó el título de personaje inolvidable.

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