La península de las tentaciones

Cuaderno de Madrid

La península de las tentaciones
Adjunto al director

Hace ahora cinco años entramos en un túnel. El coronovirus de Wuhan se extendió siguiendo el ritmo de una epidemia medieval con aeropuerto. Europa pronto descubrió que no disponía de mascarillas para hacer frente a la infección, puesto que la producción de ese material clínico se concentraba en China. Se inició entonces una loca carrera para su adquisición. Hubo intermediarios que trabajaron desinteresadamente por el bien de su país y hubo otros que cobraron cuantiosas comisiones. Algunos casos han llegado a los tribunales. Una red de comisionistas operó desde el Ministerio de Transportes, bajo la presunta protección del ministro José Luis Ábalos, a la sazón secretario de organización del PSOE. Otros comisionistas tenían excelentes contactos en el gobierno de la Comunidad de Madrid. Vivimos peligrosamente, y la Unión Europea sufrió una severa crisis de reputación.

La UE supo reaccionar con la compra mancomunada de vacunas y la puesta en marcha de un cuantioso programa de inversiones para evitar la ruina de las economías del sur, las más damnificadas. Alemania aceptó la emisión de deuda europea para salvar el mercado común, vital para su economía. “Estamos en un momento hamiltoniano ”, me dijo aquellos días el entonces embajador de Alemania en España, Wolfgang Dold. (Se refería a Alexander Hamilton , padre del federalismo norteamericano). Gracias a esos fondos, al crecimiento del turismo en tiempo de bonanza, a la lejanía del frente oriental y al abaratamiento estructural de la electricidad, España presenta hoy el mejor cuadro macroeconómico de toda Europa.

Hace ahora cinco años, el primer gobierno de coalición desde la Segunda República se estrenaba bajo el signo de la desgracia. Su primera decisión importante fue confinar a toda la población en sus casas. Muchos apostaron entonces por el derrumbe inmediato de aquel experimento político. Hubo tentaciones de ir más allá de la presión convencional. Militares retirados iniciaron la fase uno pidiendo al Rey la destitución del gobierno. La firma del programa europeo de recuperación y resiliencia frenó aquellas maniobras. Cinco años después, Pedro Sánchez sigue en su puesto, con una mayoría parlamentaria aún más complicada que la del 2020.

Cinco años después de la angustia generada por la epidemia, viene otro bucle: la geopolítica

Cinco años después volvemos a vivir peligrosamente, de otra manera. El regreso del empresario Donald Trump a la Casa Blanca, al frente de una novedosa coalición que va del resentimiento rural frente al egoísmo de las grandes ciudades, el integrismo religioso y la extrema derecha nacionalista, a los grandes empresarios de la tecnología interesados en la desregulación de su negocio a escala planetaria, está rompiendo el orden internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial en 1945.

El Gobierno de Estados Unidos quiere recomponer sus relaciones con Rusia para intentar separar Moscú de Pekín, puesto que China es ahora el gran adversario sistémico. El 40% de las patentes de inteligencia artificial ya son chinas. Se trataría de copiar, en sentido inverso, la gran operación de Richard Nixon y Henry Kissinger cuando viajaron a Pekín en 1972 para establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, entonces enemistada con la Unión Soviética. Ucrania es el precio que pagar. Quizás no lleguen a tiempo esta vez, pero hay líneas de afinidad ideológica entre el poder ruso y el nuevo poder estadounidense. El integrismo religioso es una de ellas. Ambos aborrecen a la liberal Unión Europea. ambos quieren repartírsela mediante el establecimiento de nuevas zonas de influencia. España, capital Miami.

Estados Unidos contra Europa. Mucha gente tiene la sensación de estar viviendo una distopía. Hay personas que empiezan a sufrir angustia geopolítica. Robert D. Kaplan no podía faltar a la cita y acaba de publicar La tierra baldía, un retrato del mundo en crisis permanente.

CHICA EN LA CAMA CO UN TELEFONO MOVIL

Insomnio y teléfonos móviles, signo de una época de temores encadenados

Adam Hester / Getty

Hace cinco años, la sensación de peligro era directa, profunda, asfixiante. Ahora está intelectualizada a la espera de acontecimientos. Salimos de un túnel para entrar en otro. Y hay un nexo entre ambos túneles. Las noches de insomnio, las angustias y las paranoias acumuladas durante la epidemia, las sobredosis de redes sociales en aquellas horas vacías, la aceleración de la desconfianza y la acentuación de la precariedad crearon las condiciones subjetivas para el regreso de Trump y el despliegue de la fenomenal ola reaccionaria que recorre Occidente, capitaneada por los varones ofendidos por el golpe de péndulo feminista. Estamos en el tiempo de la revancha, como ha escrito el periodista Andrea Rizzi.

Hace cinco años faltaban mascarillas, ahora el informe oficial nos dice que faltan balas. Europe Rearm es el nombre del programa lanzado por la Comisión Europea para dotar a la Unión de una fuerza militar capaz de emanciparse de Estados Unidos con una inversión de 800.000 millones de euros, de los cuales 650.000 millones deberán ser aportados por los presupuestos nacionales, mediante una modificación de la regla fiscal. La deuda para el rearme será contabilizada al margen de los otros gastos. Rearmar Europa, esta vez no se ha recurrido al lenguaje floral y a los eufemismos. 

En casi toda la inmensa llanura que va de París a las puertas de Moscú se detecta hoy una mayoría social favorable al rearme, especialmente intensa en Polonia, en las repúblicas bálticas y en Escandinavia. El drama se percibe de distinta manera más abajo de los Pirineos y al sur de los Alpes. España, Portugal e Italia fueron los tres países europeos más damnificados por la covid19 y los principales beneficiarios del plan de resiliencia. Resiliencia, bella palabra. Rearme, dura palabra. España, Portugal e Italia podrían ser ahora el eslabón débil del Rearmar Europa. Rusia se va a emplear a fondo para que así sea. Los trumpistas, también.

España y Portugal podrían coordinarse ante Francia y Alemania, marcando a Italia

Sánchez no ha pestañeado. Sabe que la palabra rearme no entusiasma a la sociedad española. España no ha sido invadida en los últimos doscientos años y las armas solo han servido para perder las colonias y combatir en las guerra civiles que vinieron después de la Constitución de Cádiz. Hay en estos momentos más de dos generaciones educadas bajo el lema “No a la guerra”. Pero el presidente también sabe que la iniciativa política se halla ahora en sus manos. Una legislatura que parecía ahogada por la ausencia de una mayoría estable ahora tiene un argumento posible, un argumento creativo: la respuesta de Europa.

Corresponde al Gobierno fijar el contenido, el coste y el ritmo del rearme español, explicarlo a la sociedad y someterlo al Parlamento, donde puede ser aprobado o derrotado clamorosamente para ir a elecciones generales. Viene un tiempo de tentaciones, así en España como en Portugal, donde se habla de elecciones anticipadas en breve para dirimir si la extrema derecha ocupa posiciones de poder en Lisboa. España y Portugal podrían formar una unidad de acción interesante en el nuevo tablero europeo para bascular entre Francia y Alemania y vigilar a Italia.

Vienen tentaciones. Vienen altas presiones.

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