El jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, inicia este miércoles una gira exprés por Oriente Medio con parada en Líbano, que acaba de elegir presidente tras más de dos años de bloqueo político con el conflicto entre Hizbulah e Israel como telón de fondo, y en Siria, donde se reunirá con el líder de facto de Siria, Ahmed al Sharaa, en Damasco cuando se ha cumplido un mes de la caída del régimen de Bashar Al Asad.
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, que reafirmó ayer en un artículo en La Vanguardia, el papel activo de España en la política exterior para 2025 —un año “crucial” para la construcción de la paz y la defensa de la democracia—, mantendrá una carrusel de encuentros políticos de alto nivel para abordar la situación de los países, pero también abrirá conversaciones con líderes de minorías étnicas y religiosas, mujeres de la sociedad civil y organizaciones humanitarias en un momento en el que la Unión Europea estudia levantar sanciones a Siria si emprende una transición que garantice toda la diversidad.
La primera parada le llevará a Beirut, donde despachará con el presidente del parlamento libanés, Nabih Berri —que ha sido la voz de Hizbulah en las negociaciones—, antes de reunirse con el presidente de la república, el general Joseph Aoun, recién elegido después de semanas en las que actores internacionales intensificaros sus esfuerzos diplomáticos para asegurarse la elección de quien era líder del ejercito de Líbano.
El ministro conversarán también con el general Aroldo Lázaro, el militar español que está al frente de la misión de los cascos azules de la ONU en la frontera sur con Israel. Tras la invasión israelí de Libano fueron muchas las voces en el ámbito nacional que pidieron un repliegue de los aproximadamente 650 soldados españoles que permanecen en la zona, pese a que el fuego cruzado entre Hizbulah e Israel les impedía cumplir su mandato.
Un escenario que descartó, en todo momento, la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien durante meses ha insistido en que su presencia era más “esencial” que nunca. No solo no habrá repliegue, sino que fuentes diplomáticas aseguran que España apostaría por una ampliación humana del despliegue —siempre en consonancia con lo acordado en el seno de Naciones Unidas— para aumentar las labores de mediación en la blue line.
En la frenética agenda de este miércoles también está programada un charla informal con agencias y oenegés que han activado convenios de emergencia en Líbano: Cruz Roja, Acción contra el hambre, Intermón Oxfam, Cáritas y Save the Children.
Mañana, el jefe de la diplomacia tiene previsto desplazarse a Damasco en la que será su primera visita al país, cinco semanas después de que Bashar Al Asad huyese del país con su familia para encontrar refugio en Moscú debido al avance de las tropas rebeldes. Albares será el tercer ministro europeo de Exteriores —tras Alemania y Francia— que acude a Siria para iniciar contactos con la nueva administración siria. El encuentro con Al Sharaa tendrá lugar en su residencia, el Palacio del Pueblo, y también estará presente el ministro de Exteriores sirio, Asaad al-Shibani, según la agenda oficial del viaje de Albares.
Antes de la reunión, el ministro acudirá a la Embajada Española para reconocer el trabajo del personal. Allí presidirá el izado de bandera, que se arrió con la salida del embajador en 2012 y no ha sido enarbolada desde entonces. El ministro también se desplazará a la prisión de Sednaya, el “matadero humano” de El Asad.
El titular de Asuntos indicó esta misma semana que España está dispuesta a apoyar el levantamiento de las sanciones de la UE contra Siria siempre y cuando las nuevas autoridades del país surgidas respeten una serie de líneas rojas, empezando por los derechos de las mujeres y las minorías. Y es con esa premisa con la que mantendrá encuentros con las nuevas autoridades sirias, pero también se reunirá con líderes religiosos, mujeres de la sociedad civil y organizaciones humanitarias como Unicef, Acnur, entre otras.