Sumar y Podemos buscan la forma de relanzarse tras su desplome de 2024

El escenario político

Ambas formaciones siguen reivindicando los liderazgos de Yolanda Díaz e Irene Montero

MADRID, 24/02/2023.- La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz (i); la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell (c), y la ministra de Igualdad, Irene Montero (d), participan en la inauguración del Encuentro internacional feminista que reunirá el fin de semana en Madrid a numerosas expertas para analizar desde las violencias machistas, hasta el derecho al aborto, este viernes en la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. EFE/ Mariscal

Yolanda Díaz e Irene Montero en febrero del 2023, cuando compartían Ejecutivo y espacio político 

Mariscal / EFE

Si en algún espacio político había un anhelo especial por iniciar el 2025, era en la izquierda a la izquierda del PSOE. Aunque, más correcto sería decir que lo que había era un deseo ferviente de cerrar definitivamente el 2024.

El primer año tras el abrupto divorcio entre Sumar y Podemos les ha deparado más disgustos que alegrías. Especialmente tras un ciclo electoral autonómico que dejó al descubierto las debilidades de ambas partes: fueron barridos del mapa gallego; casi desaparecieron del tablero vasco —Sumar rescató un escaño en el parlamento de Vitoria—; y quedaron notablemente debilitados en Catalunya, donde Sumar, en coalición con los comunes, perdió el 25% de los escaños que tenía, y Podemos optó por no presentarse.

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El desastre fue tal que ambas formaciones acudieron a las elecciones europeas con más miedo que esperanza. Los de Yolanda Díaz quedaron por detrás de Vox y lograron tres escaños, los mismos que Se Acabó la Fiesta, el proyecto del agitador Alvise Pérez. Por su parte, Podemos, que aspiraba a igualar a Sumar como revancha por “el ninguneo” que denunciaban haber sufrido durante su breve coalición, apenas retuvo dos de los seis eurodiputados conseguidos cinco años antes.

Semejante cuenta de resultados alteró las coordenadas del debate. Y ambas formaciones optaron por reforzar su organización interna en lugar insistir en sus rivalidades externas.

“El error fue organizarnos de arriba abajo, y no al revés. Ya nadie duda de que el buen resultado en las generales del 2023 tuvo un gran componente coyuntural, por la necesidad de frenar a las dos derechas, más que programático. Se descuidó el afianzamiento de las bases en los territorios y por eso no dimos la talla en los comicios autonómicos”, admitían fuentes de la coalición Sumar este verano. “Y la realidad es la que es. No hay ninguna encuesta que nos sitúe por encima del 10 % de los votos. (…) No podemos aspirar a un buen resultado en las generales del 2027 si no nos reforzamos en los territorios. La gente quiere ver resultados. Aunque con el número de diputados que tenemos no podemos hacer todo lo que quisiéramos, debemos demostrar cuán necesarios somos para la aprobación de políticas sociales, feministas y verdes, especialmente en un contexto donde el auge de las derechas desplaza el centro político”, apostillaban.

Por su parte, Podemos se centró en torpedear las iniciativas de Sumar, como la reforma del subsidio por desempleo, más que en hacer valer sus cuatro votos en el Congreso. Aunque pasados los meses optó por cambiar el paso. “La gente echa de menos un gobierno de coalición con Podemos como socio, como ocurrió en la legislatura anterior. El de ahora actúa a la defensiva. Y lo que se necesita es una izquierda que haga ruido y luche para transformar el país. Eso es lo que nos reclama la militancia”, apuntaron fuentes parlamentarias antes de decidirse por suavizar sus choques directos con Sumar hasta el punto de que ahora es el PNV su enemigo íntimo en el Congreso .

Sumar se constituirá como un partido clásico con una bicefalia centrada en su implantación territorial

Sin tiempo para evaluar las medidas adoptadas por ambas formaciones, la “bomba nuclear” —como los propios dirigentes del espacio definieron el caso Errejón— interrumpió la recuperación que Sumar y Podemos habían proyectado para empezar el nuevo año sin peso en sus alas. Superado este inesperado revés, ambos apuestan por reorganizar sus piezas para reforzar su despliegue en los territorios en el primer semestre del 2025.

La mayor transformación correrá a cargo de Sumar. En su próxima asamblea estatal, prevista para marzo, abandonará su proyecto inicial de “plataforma amplia” con participación de la sociedad civil para constituirse como un partido político clásico, dirigido por una bicefalia que pondrá fin a la gestora interina que asumió el control tras las elecciones europeas. Esto no implica, sin embargo, que Yolanda Díaz deje de ser su candidata en el 2027: “Es nuestro mejor activo”, subrayan.

Aunque Podemos también ha iniciado su propio proceso de renovación orgánica con la elección de nuevas direcciones en media docena de comunidades, tras lo cual celebrará su Asamblea Ciudadana Estatal para definir su nuevo rumbo, Ione Belarra seguirá al mando, como secretaria general. Pero, como apuntan fuentes internas, tras capitanear las negociaciones con el Gobierno para la reciente aprobación del paquete fiscal y la modernización de la Justicia, Irene Montero “está de vuelta en la política nacional: no podemos desaprovechar semejante capital”.

Podemos ha iniciado un proceso de renovación orgánica tras el que celebrará su Asamblea Ciudadana Estatal

Lo paradójico es que tanto el “activo” confederal como el “capital” morado representan, hoy por hoy, un mismo escollo para que la izquierda a la izquierda del PSOE vuelva a gozar de los apoyos electorales pretéritos ya que, a diferencia de la militancia, el votante medio rehúye las disputas cainitas.

“El reseteo que ambos partidos necesitan debe incluir a sus respectivos líderes. Ellos son quienes, en mayor o menor medida, han propiciado con sus disputas la caída libre y la desmovilización a sus votantes”, admite un excolaborador de ambos partidos. “Por mucho que hayan priorizado el crecimiento en los territorios este año, mientras no se hagan a un lado o firmen una paz que parece imposible, no habrá solución. Se habla mucho, y con razón, del efecto aspiradora de Madrid en cuanto a recursos económicos, pero muy poco del efecto desestabilizador que supone la constante efervescencia política de la capital para los proyectos autonómicos”, concluye el excolaborador.

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