La atracción fatal del PP por Junts

El escenario político

Los acercamientos de Feijóo a los independentistas siempre han tensado las costuras internas del partido La estrategia de acercamiento de Feijóo a los independentistas tensan las costuras internas del partido

Feijóo, durante su intervención en Foment del Treball, con Sánchez Llibre

Feijóo esta semana en Foment del Treball, en Barcelona

J.P.Gandul / EFE

La estación de los amores viene y va”, cantaba Franco Battiato en uno de aquellos grandes éxitos románticos que él mismo interpretaba traducidos al castellano. “Y los deseos no envejecen, a pesar de la edad”, continuaba, con proverbial sabiduría, el trovador italiano de gafas de pasta y melena enmarañada.

Que se lo digan al PP, que tras contraer un matrimonio de conveniencia con la antigua CiU, para que José María Aznar pudiera gobernar en España en su primera legislatura (1996-2000) y Artur Mas en Catalunya en el inicio de su presidencia (2010-2012), sufre la pena de la distancia desde que los antiguos nacionalistas se convirtieron en independentistas y pidieron el divorcio.

Los populares tratan de llevar a JxCat a su terreno en el Congreso para desgastar al PSOE

A las trifulcas permanentes con Mariano Rajoy (2011-2018), que derivaron en la fugaz proclamación de la independencia por parte de Carles Puigdemont, ya bajo Junts pels Sí (en la que se integraba la ERC de Oriol Junqueras) en el 2017, le han sucedido una larga serie de desencuentros que se exacerbaron cuando Pablo Casado asumió las riendas del PP y que con Alberto Núñez Feijóo al mando aún pesan como una losa en las convulsas relaciones entre ambas formaciones de centroderecha.

El insistente cortejo a Junts al que el líder popular se vio empujado por las circunstancias tras quedarse ­–con la suma de Vox, que no siempre hay que dar por hecha– a cuatro escaños de la mayoría absoluta el 23-J se ha convertido, dentro y fuera de su partido, en una verdadera atracción fatal.

Dentro, porque no son pocos los dirigentes populares que ponen el grito en el cielo al oír siquiera hablar de abrir negociaciones con “separatistas”, como pasó cuando hace dos veranos Génova inició contactos a la desesperada con capitostes independentistas y envió emisarios a explorar las posibilidades de un pacto de investidura.

Y fuera, porque la insinuación de que Santiago Abascal y los suyos voten lo mismo que el grupo que comanda Miriam Nogueras en el Congreso, como se ha comprobado cada vez que se ha planteado la posibilidad de presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez, hace que a la ultraderecha se la lleven los demonios.

Por muy despechada que esté Junts con el PSOE, un romance con el PP si tiene a Vox como carabina es impensable.

“Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo porque me matas. Sin ti, porque yo me muero”. La letra de esta otra canción de amor del olvidado cantautor español Emilio José es la que mejor ilustra las penas que, en este momento, hace pasar Junts a Feijóo, quien parece haber asumido al fin que le toca esperar a que el líder socialista, acosado por los presuntos casos de corrupción que apuntan a su familia, a Ferraz y a la Moncloa, arroje la toalla y convoque elecciones.

Feijóo se prodiga ahora más en visitas al sector empresarial catalán

Mientras tanto, el presidente del PP trata de seducir al sector empresarial catalán, el que mejor puede convencer a Junts, cuando llegue la ocasión, de que inicie un incierto noviazgo con los populares, y se prodiga en sus visitas al Cercle d’Economia y a Foment del Treball, y desoye las voces que, no solo desde el PP de Catalunya sino también desde el de Madrid, con la irredenta Isabel Díaz Ayuso al frente, y otros foros conservadores –como la Fundación FAES de Aznar o Libres e Iguales, de Cayetana Álvarez de Toledo–, le insisten en que Junts nada tiene que ver con la Convergència de Pujol y que todo el que se acerca a Puigdemont sale “achicharrado”.

Cuando vuelvan a echarse los dados, la esperanza de Génova, en todo caso, es que el camino abierto en Barcelona por Daniel Sirera, que fue quien asumió la arriesgada misión de conversar con Josep Rius y Albert Batet y rechazar las demandas de amnistía de Puigdemont; Elías Bendodo, que sugirió por primera vez en las filas conservadoras la idea de un “Estado plurinacional” y luego se desdijo, o Esteban González Pons, quien reconoció haber charlado en Bruselas muchas veces con el expresident instalado en Waterloo –“¿por qué no?”, defendió–, conduzca a buen fin.

Por eso, siempre que les es posible los populares tratan de llevar a Junts a su terreno en el Congreso o hacer el camino inverso para que el Gobierno y el PSOE muerdan el polvo y pierdan votaciones. Ha pasado esta semana, coincidiendo con la petición de Puigdemont de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza, en la enmienda para retirar el impuesto eléctrico, y volverá a pasar. Esa es la estrategia.

No en vano, el mismo Feijóo, en un almuerzo con periodistas en las elecciones gallegas y en lo que resultó una de las mayores polémicas de su liderazgo, con una polvareda interna descomunal, se abrió a ofrecer un indulto a Puigdemont. “Claro que nosotros estamos a favor de la reconciliación y haremos todo lo posible para que aquellos que rompieron la convivencia se reconcilien con el Estado de derecho y con la convivencia del país”, matizó al día siguiente. Reconciliación y convivencia.

“La estación de los amores viene y va, y llegará sin avisar, ya verás, te sorprenderá”, le dice Battiato a Feijóo. “Y esta vez, ¿cuánto durará?”.

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