Crear un grafismo hace tres o cuatro años sobre las sensibilidades en Esquerra habría resultado bien fácil: Oriol Junqueras en el centro, y alrededor muchos nombres orbitándolo. Esto se rompió a partir del 2021, cuando el entonces presidente de los republicanos salió de la prisión y se apostó por una bicefalia en la que Oriol Junqueras se ocuparía del partido y Pere Aragonès del Govern. Tras las debacles en las elecciones municipales y las generales del 2023, pero sobre todo después de las del Parlament del 12 de mayo de este año, se evidenció que hacía tiempo que ERC hervía internamente.
El destrozo en el partido es más que evidente, y las tres candidaturas que aspiran a dirigirlo se ponen en la boca constantemente la palabra recoser . Pero vista la precampaña y la campaña, donde se han tirado los platos a la cabeza hasta agotar existencias, y donde han saltado por los aires los vínculos más sólidos, se prevé un futuro complicado, gane quien gane, para el partido. Foc Nou vaticinó una larga lista de bajas de asociados según quién gane.
En cuestión de muy pocos meses se ha hecho trizas el sólido tándem de trece años Junqueras-Rovira
Hoy, 8.030 militantes están llamados a elegir entre Militància Decidim, de Oriol Junqueras y Elisenda Alamany, Nova Esquerra Nacional, de Xavier Godàs y Alba Camps, y Foc Nou, con Helena Solà y Alfred Bosch en el marco del 30.º congreso de ERC. Si alguna de estas listas supera el 50% de los votos emitidos y válidos, habrá nueva ejecutiva. Si no, las dos más votadas concurrirán en segunda vuelta el fin de semana del 14 y 15 de diciembre. Para la investidura de Salvador Illa, el censo fue de 8.262 militantes.
La contienda electoral se ha acabado convirtiendo de facto en un Junqueras sí, Junqueras no. El exlíder de ERC tiene una relación más que tensa con la mayoría de la que fue su ejecutiva y con los principales nombres de las otras candidaturas (el republicano y Godàs se saludaron por primera vez en el debate del martes). Con Marta Rovira, con quien durante trece años hizo tándem al frente de ERC, la relación está del todo rota.
Nova Esquerra es quien cuenta con el visto bueno de consellers del gobierno de Aragonès y de la actual ejecutiva. En la lista de Godàs confían en, como mínimo, llegar a la segunda vuelta. De ser así, esperan que Foc Nou les eche una mano. Para ello, quizá acaben siendo clave la expresidenta del Parlament Carme Forcadell y la exconsellera Dolors Bassa, que han mostrado simpatía con los de Solà y Bosch. Bassa, de hecho, avaló en su momento a Foc Nou y asegura que hoy votará a Godàs.
Militància Decidim, que es la que ha reunido más avales, cuenta con el equipo de organización del partido y se ha fortalecido en el Baix Llobregat y en las Terres de l’ Ebre y ha atraído a las dos almas de la federación de Barcelona: Eva Baró i Patrícia Gomà. También a la exconsellera Ester Capella, que firmó el manifiesto en junio que pedía “una renovación general de la cúpula” directiva de ERC y estuvo en la creación de Nova Esquerra, pero que cambió de opinión hace unas semanas para situarse al lado de Junqueras.
ERC es un partido en convulsión y seguirá estándolo muy probablemente después de tener nueva directiva, puesto que hay muchas desconfianzas por superar y heridas por curar, empezando por aclarar las campañas de contraste con aquella estructura B y los carteles del alzheimer contra los hermanos Maragall.