La falta de mayorías claras desata ya las especulaciones en torno a los pactos

Elecciones catalanas

Salvador Illa agita la campaña al postularse como presidente de un Govern “transversal”

Salvador Illa y Pere Aragonès se saludan en la manifestación del Primero de Mayo en Barcelona

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Àlex Garfcia

Sabido es que las palabras pronunciadas por los candidatos en campaña las barre el primer vendaval que se desata, resultados en mano, el día después de unas elecciones. En el caso de estas catalanas, la previsión de serias dificultades para armar mayorías a partir del día 13 –unas dificultades que, llevadas al extremo, podrían llegar a forzar una repetición electoral– está provocando que estos días se hable tanto o más de posibles pactos para gobernar Catalunya en los próximos años que de soluciones imaginativas para resolver los graves problemas que afronta el país y que están en la base de su propia inestabilidad política. El con quién pasa por delante del qué, el para qué y el cómo. Por eso, la más mínima propuesta que se salga del guion, como la que lanzó ayer el candidato del PSC, Salvador Illa, al expresar su voluntad de “liderar un gobierno transversal”, es capaz de llevar a todos sus rivales a trazar líneas rojas aparentemente muy marcadas. En definitiva, a estas alturas el sin ti suele vender más que el contigo.

Illa, al que las encuestas siguen dando como favorito para ganar las elecciones, dio ayer, en una entrevista en la cadena Ser y antes de participar en un mitin con Pedro Sánchez en Sant Boi, un nuevo paso en la proyección de su imagen de político dialogante y que se ofrece como enterrador de las estridencias de la política catalana del último decenio. Se postula como líder de “un gobierno transversal que se apoye en una mayoría muy transversal”. Su fórmula de gobierno solo excluye sobre el papel a Vox y Aliança Catalana. A nadie más, ni siquiera a Junts. “Nosotros, con Junts, hemos colaborado en otras instituciones y vamos a ver qué opción toman ellos”, afirmó el presidenciable del PSC, no sin advertir de que esta opción perdería casi todo su sentido si Puigdemont “mantiene como primera prioridad la independencia de Catalunya”.

Puigdemont rechaza la ‘invitación’ del PSC y pasa la pelota a ERC, que alerta del fantasma de la sociovergencia 4.0

Al candidato de Junts le faltó tiempo para sacudirse la presión y redirigirla hacia ERC. Tras asegurar que sus votos, con toda seguridad, no contribuirán a investir como presidente al líder del PSC, Carles Puigdemont pasó la pelota al cabeza de lista de Esquerra, Pere Aragonès. “Me gustaría saber con la misma contundencia y claridad que ningún voto de ERC servirá para hacer presidente a Salvador Illa”, señaló el líder independentista.

Puigdemont sabe que sus posibilidades de volver a acceder a la presidencia de Catalunya pasan por rehacer viejos puentes con Esquerra, que en su día padecieron todo tipo de patologías, y por la necesidad de que los republicanos no caigan en la tentación de reeditar otra vieja fórmula, la del tripartito de izquierdas con socialistas y comunes.

De momento, Aragonès trata de aislarse del ruido de los pactos postelectorales para no incentivar entre sus posibles electores el voto útil a Junts o al PSC. Prefiere centrar el debate en su gestión al frente de la presidencia de la Generalitat, aunque esta presente agujeros negros en ámbitos como la educación, la seguridad o la respuesta a la situación de sequía. Ayer, el candidato de ERC a la reelección se refirió a pactos, pero de otro tipo, un “pacto nacional” –otra vez, como en el caso de Illa, la transversalidad– para agilizar y reducir la burocracia en la Administración catalana.

Los comunes, por su parte, han visto en la propuesta de Salvador Illa un flotador al que asirse para evitar que una hipotética subida de la marea socialista se los lleve por delante. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, desenfundó el libro de los conjuros anticonvergentes para advertir a los votantes de izquierdas que votar al PSC puede abrir la vía que lleve a Puigdemont a recuperar la presidencia de la Generalitat. Dicho de otro modo, según Urtasun, es “abrir la puerta a pactar con los que no quieren una fiscalidad justa y no quieren afrontar el problema de la vivienda, los herederos de los recortes y del pujolismo”.

Las palabras de Salvador Illa no pasaron desapercibidas al Partido Popular, que en la apuesta por la “transversalidad” del candidato socialista quiso ver la amenaza de una sociovergencia 4.0 muy distinta –por la presencia del factor independentista– de aquella que nunca llegó a materializarse en los tiempos del pujolismo y en los años que precedieron al procés . En Sant Joan Despí, adonde se trasladó para ayudar en campaña uno de los barones del PP aliados con Vox, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, el candidato del partido conservador acusó a los socialistas de haber “resucitado el procés ”. “Illa se ha destapado y ha trasladado su intención de llegar a un acuerdo con Puigdemont para gobernar Catalunya”, manifestó Alejandro Fernández. “Ahí no nos encontrarán, que no cuenten con nosotros para una operación de estas características”, añadió. Cabe recordar que hace ahora una semana, en el primer debate de candidatos de estas elecciones, organizado por La Vanguardia y RAC1, Illa descartó hacer un Collboni , es decir, conseguir la presidencia gracias a los votos del PP.

Tampoco Ciudadanos, si obtiene representación, está dispuesto a entrar en el juego de Illa. El candidato Carles Carrizosa dijo que “la falta de escrúpulos” de los socialistas les podría llevar a hacer presidente a Puigdemont para mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa. Y, aunque Illa no cuente con ellos para nada, los votos de Vox no reforzarán en ningún caso un gobierno presidido por el PSC. Así lo confirmó Ignacio Garriga, que aseguró que ni siquiera facilitaría un gobierno no independentista liderado por los socialistas. Antes, una repetición electoral.

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