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Los últimos de Filipinas

Junts es un partido joven, con una dirigencia bastante veterana. No es un mal indicador. A diferencia de lo que fueron los jóvenes Podemos y Ciudadanos cuando despuntaron a nivel español, este espacio político nació con un claro antecedente, Convergència, y con una base territorial importante. Ahora, pese a esa realidad de origen, el partido pasará en las elecciones municipales del 28-M una nueva de sus periódicas pruebas de fuego, que siempre parecen a vida o muerte.

La mirada se ha centrado mucho en Barcelona, cierto clásico en la política catalana, pero poco ajustado a la realidad del espacio político convergente. Si Jordi Pujol supo construir una idea (y una realidad) de movimiento-partido (y de país) fue en gran medida por cómo supo consolidar un discurso y unos resortes de poder que iban más allá de la realidad metropolitana barcelonesa.

 Fotografía de archivo (10/10/2018) del expresidente de la Generalitat Artur Mas (c), junto a la exconsellera Joana Ortega (i) EFE/Mariscal

EFE

Que el PDECat no se presente en Barcelona refleja una línea de reagrupamiento

Ahora, Junts tiene Barcelona como punta de lanza municipal, porque la opción de hacer de Xavier Trias nuevo alcalde y la posibilidad de asumir así el liderazgo de una institución de poder como el Ayuntamiento de la capital pueden marcar los próximos años de vida de una fuerza política en constante convulsión desde que nació, a menudo por factores externos, pero también por factores internos.

El referéndum que decidió abandonar el Govern dejó a muchos asociados en la calle y profundamente desorientados, pero también cortocircuitó (o, al menos, dejó en un incierto stand by ) bastantes carreras políticas, no solo en primera fila, sino (más importante incluso) en el sottogoverno . El PSC y CiU, en Catalunya, habían tenido siempre especial cuidado con este “fondo de armario” que da una imprescindible solidez y que marca la diferencia.

Ahora, la maquinaria barcelonesa puede ser un cierto sustitutivo de aquello, pero sobre todo el éxito o el fracaso en ayuntamientos grandes, medios o pequeños de todo el país marcará mucho las opciones de futuro de Junts. No solo por la cuota de gestión y de poder municipal que pueda o no asumir, sino, sobre todo, por el mosaico de liderazgos compartidos y territoriales que estas elecciones puedan dibujar.

El paso del PDECat de no presentarse en Barcelona como tal y de integrar en la lista de Trias a un nombre como el de Joana Ortega es de aquellos que marca (a la vez que refleja) una línea de reagrupamiento en un espacio político que vivirá en las próximas elecciones municipales un importante antes y después. En el PDECat quedan pocos resistentes (los últimos de Filipinas) a la recomposición del espacio convergente en torno a Junts, y ha habido escapes ínfimos hacia su partido rival en el campo independentista. Indicativo.

De nuevo, parecen superadas, contra todo pronóstico, las expectativas depositadas por el mainstream en este espacio. Ahora faltará ver si esto llega a ciencia cierta, si se sabe culminar y si se sabe gestionar el fruto. Pero, con un partido más redefinido y rearmado municipalmente, con una plantilla de nuevos liderazgos territoriales, podría dejar de hacerlo recaer todo en los hombros de Jordi Turull y su equipo, a la vez que reforzarlo.