Así vivieron la pandemia Salvador Illa y Alba Vergés

Diálogos

“La gente ve que hicimos las cosas con decencia y tan bien como pudimos” dice el exministro

“Es importante estar ahí cuando las cosas van mal, dar la cara”, señala la exconsellera

SALVADOR ILLA, EX MINISTRO DE SANIDAD Y ALBA VERGÉS, EX CONSELLERA DE SANITAT EN UNA CONVERSACIÓN SOBRE LA GESTIÓN DE LA PANDEMIA DEL COVID-19 CUANDO ERAN RESPONSABLES DE SU CARGO POLÍTICO

Salvador Illa y Alba Vergés conversaron ayer, en La Vanguardia , sobre su gestión de la pandemia

Mané Espinosa

Se siguen llamando ministro y consellera, como hacían durante los meses que estuvieron gestionando la pandemia, aunque Salvador Illa dejó ya su responsabilidad al frente de Sanidad el 27 de enero, y Alba Vergés, su cargo de consellera de Salut el 26 de mayo. La relación entre ambos era tan estrecha que había días que se llamaban varias veces. Hubo mucha complicidad, sostienen, y también discrepancias, serias en más de una ocasión, admiten. Pero se las guardan. Quizás para comentarlas en esa conversación que tienen pendiente.

¿Han encontrado un momento para hablar sobre esos días tan complejos que les tocó gestionar?

Alba Vergés: Tenemos pendiente una conversación larga y tranquila, pero seguimos teniendo responsabilidades políticas y agendas muy llenas...

Salvador Illa: Tenemos pendiente desayunar... La verdad es que la relación que tuvimos fue muy franca y muy intensa y creo que nos gustaría, ya más relajados, poder rememorar y evaluar también aquellos días.

Así vivieron la pandemia Salvador Illa y Alba Vergés Video

Illa-Vergés

A.V.: Compartimos entonces muchas cosas, pese a las diferencias ideológicas y pese a estar en gobiernos diferentes.

S.I.: Se crearon muchas complicidades. De una forma muy natural. Todos los que teníamos un rol en la lucha contra la pandemia compartimos una complicidad. Era una pandemia cuyo alcance no conocíamos y primaba la responsabilidad, teníamos conversaciones muy sinceras.

¿Cómo se llamaban entre ustedes, consellera, ministro, Alba, Salvador?

A.V.: Consellera y ministro, y a lo largo de las conversaciones sí que se colaba a veces el nombre. Pero los dos sabíamos el lugar que ocupábamos y las responsabilidades de cada uno. No estábamos para otras historias.

S.I.: En el ámbito institucional había una relación intensa, con reuniones a veces diarias de la interterritorial y de otros organismos. Entonces sí, era consellera y ministro. Pero a veces teníamos con versaciones más personales. Un día se me escapó “Alba” y dije “perdona, consellera”, y me dijo que no pasaba nada. Compartimos momentos muy difíciles y eso genera complicidades humanas. Es que hablábamos más entre nosotros que incluso con nuestras familias.

A.V.: Eso, seguro.

¿Se llamaban cada día?

S.I.: Y más de una vez algunos días. Porque hubo momentos que la situación de Catalunya requería un entendimiento muy especial. Yo creo que nunca la consellera dejó de llamarme cuando necesitaba algo, y yo tampoco. Muchas veces había que compartir información. Los consejeros gestionaban más directamente, y yo tenía una visión más de conjunto.

A.V.: Entre los consejeros hablábamos mucho, aunque no con todos igual.

S.I.: Yo también tenía la percepción europea porque hablaba cada quince días con cuatro o cinco ministros los domingos por la tarde, de Italia, Alemania, Francia, Gran Bretaña y Portugal. Y esa perspectiva la trasladaba a los consejeros.

A.V.: Y por mi parte pasaba al revés. Es decir, los centros, por ejemplo los clínicos, me decían cosas que aún no se veían en los datos, pero es a los que primero llegaba la información porque lo veían en las puertas de urgencias. Y es importante compartir esa información con otros consejeros para saber si les llegaba lo mismo.

¿Cómo era la comunicación personal del ministro con todas las autonomías?

S.I.: La primera reunión que hicimos con los consejeros fue presencial, en febrero, que es cuando la consellera y yo nos conocimos personalmente. Nos vimos antes de la reunión. Después las reuniones fueron cada vez más frecuentes y en momentos complicados los domingos yo hacía una ronda con todos. Pero entre semana, con la consellera Vergés hablábamos muy a menudo. La desescalada también requirió un trabajo conjunto. Nos veíamos los jueves, pero normalmente hablábamos antes. Fue un trabajo muy cómplice.

A.V.: La pandemia ha tenido diferentes etapas. En aquella primera reunión presencial en Madrid fuimos a hablar de coronavirus, que entonces ni siquiera tenía el nombre de SARS-CoV-2, y de más cosas. Por ejemplo, de financiación. Después vinieron fases más complejas.

¿En algún momento pensaron que se les iba de las manos?

S.I.: La sensación de que se nos fuera de las manos no la tuve nunca, sí la de incertidumbre. Tenías una información muy parcial. Al principio no teníamos material, y eso fue especialmente impactante. Movilizamos todos los recursos imaginables de un Estado para comprar rápido. Todos los países. Y se hizo lo que se pudo. Recuerdo como un momento angustioso la etapa de los respiradores. Esto quizá fue más estresante en Madrid, pero también en Catalunya. En la desescalada la tensión fue diferente.

A.V.: Nosotros aquí pusimos en marcha todas las posibilidades de compra porque tampoco podíamos esperar. Y eso sí que era angustioso. Sabías que lo primero era proteger a los profesionales del sistema de salud y las residencias. Fueron semanas clave. Y aunque teníamos que trabajar conjuntamente, no siempre lo veíamos de la misma manera, y nosotros teníamos que tirar adelante y pedimos al ministerio que no pararan ningún pedido. Porque el hecho de centralizar alguien lo entendió muy mal. Nosotros tocábamos de cerca el centro sanitario y nuestra responsabilidad, la del Govern de Catalunya, es más directa que la que pueda tener el ministerio.

Durante muchas semanas tuvieron una rueda de prensa diaria, era una gran exposición pública. No estaban preparados para algo así.

S.I.: A nadie le nombran consellera de Salut o ministro de Sanidad pensando que habrá una pandemia, pero cuando te toca te toca, al menos en mi caso, lo veo como una parte de mi responsabilidad, desde el primer momento. Hicimos dos tipos de comunicación, una más técnica, que recayó en Fernando Simón, y una más política, que asumí yo. De la misma manera que le pedimos a la población unos sacrificios inusuales.

A.V.: Aquí nos fue muy bien anticiparnos. La semana del 9 de marzo empieza de una manera y acaba de otra. Nosotros ya habíamos aprobado el plan de emergencias, teníamos el Procicat activado. Y fue una suerte porque si no la primera ola de casos habría sido más difícil. Claro, yo viví una pandemia muy diferente a la mayoría. La gente me dice “gracias, porque mirábamos la tele, escuchábamos lo que nos decíais y había una tranquilidad de pensar: están ahí”. Es muy importante estar ahí cuando las cosas van mal, dar la cara, explicar lo que sabes y lo que no sabes porque la incertidumbre ha sido una constante. Y tener en cuenta que detrás de las cifras que das hay personas.

S.I.: Es eso. Tratar a la gente como ciudadanos adultos, que si tienen que hacer esfuerzos importantes, lo conozcan con transparencia, qué hay, qué sabemos, qué no sabemos y por qué se toman en un sentido y no en otro.

Ambos estuvieron las primeras semanas separados de sus familias. La consellera tiene una hija que entonces tenía un año... ¿Cómo lo recuerdan, en la parte personal?

A.V.: Es duro porque ya siendo consellera los horarios son extensos y hay una parte de la vida personal a la que siempre renuncias. No poder verlos, no saber por cuántos días y haber tenido que participar en esa decisión... lo que salva es que teníamos tanto trabajo, tanto, que no daba tiempo de pensar “qué fuerte”. Estás inmerso en trabajar y con un sentimiento de impotencia, porque en mi familia se contagiaron todos y no puedes hacer nada.

S.I.: Yo creo que lo pasó peor mi familia que yo porque es lo que decía la consellera, la intensidad era tal que estás sumergido en un ritmo que no te da espacio. En cambio ellos lo veían desde la distancia, se preocupaban. En mi caso, el ritmo era muy intenso y te llevaba. No había espacio para demasiada nostalgia. Fueron tres meses que no pudimos vernos. Pero todos los ciudadanos lo pasaron mal.

Después de haber pasado lo más complicado de la pandemia, ¿no les supo mal irse, con la operación vacuna en marcha?

S.I.: A mí no me sabe mal, al contrario. Fue una decisión consciente, lo que me supo mal fue dejar a mi equipo en un momento decisivo. Cuando dejé mis responsabilidades de ministro, a finales de enero, por la información que manejábamos sabía que estábamos al principio del final.

A.V.: Yo lo veo un poco diferente. Tuvimos unas elecciones en Catalunya, Salvador Illa era el candidato y yo era consellera de Salut y no participé en las elecciones de ninguna manera porque creía que mi responsabilidad era estar al frente de la pandemia. Teníamos que organizar todo el sistema de vacunación masiva. Y estoy orgullosa de cómo lo preparamos en el sistema de salud de Catalunya.

¿Cuándo se desconecta al dejar el cargo? ¿Cuánto dejaron de mirar los datos?

S.I.: Yo aún los miro. Hasta marzo, seguro, estaba pendiente cada día.

A.V.: Yo, también. Es una de las cosas que cuestan más.

¿La gente en la calle se les dirige aún para hablarles de la pandemia? ¿O les paran para comentar otras cosas?

S.I.: La gente es correcta. Una vinculación especial con el ámbito sanitario sí que la siento. Cuando he ido a hacer algunas visitas a centros sanitarios, flota en el ambiente que compartimos algo especial, aunque no lo explicitemos. Creo que la gente ve que, tanto en el caso de la consellera como en el mío, hicimos las cosas con decencia y tan bien como pudimos. El estado actual de la pandemia, por debajo de los 50 casos por cada 100.000 habitantes, es la mejor reivindicación de nuestro trabajo.

A.V.: Hay quien te conoce en el ámbito político, pero que te conozca gente de todo tipo porque has estado dentro de su casa en un momento muy complicado... La gente me dice “qué bien verte en persona”, me dan las gracias..., nunca he encontrado la parte negativa. Y es verdad que he encontrado mucha complicidad en el sector sanitario.

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