Desde el punto de vista de un barcelonés de provincias, el flamante y simbólico hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal de Madrid está donde Cristo perdió los clavos.
–¡Lo único que me jode es ver esto!
“Este hospital ha sido como los chinos: ¡dicho y hecho!”, aprueba un militar en la reserva que va a recibir la segunda dosis
“Esto” es la ciudad deportiva de Valdebebas del Real Madrid, cuyo escudo imperialista molesta y mucho al comandante en la reserva Francisco Corrales, nacido (1943), criado y alistado en Melilla, recalcitrante colchonero, que ha compartido el autobús línea 174 que conecta el Madrid reconocible para el barcelonés de provin-cias (la plaza Castilla) con una parada que deja a diez minutos a pie del hospital.
En resumen: de Puerta del Sol a plaza Castilla, línea 1 del metro, más el bus, el viaje sabatino se ha cobrado 75 minutos, de ahí la apreciación de que el Zendal está donde Cristo perdió los clavos y el Real Madrid esta Liga.
El trayecto en el autobús es, sin embargo, instructivo porque dibuja un Madrid en expansión, voraz y del ladrillo con urbanizaciones flamantes cuyas calles parecen dedicadas a amigos y conocidos: Francisco Umbral, Haro Tecglen o Juan Antonio Samaranch. Y así hasta llegar a la del hospital Zendal, la calle Manuel Fraga Iribarne número 2 (él descansa y nosotros, los periodistas, también porque menudas broncas las de Don Manuel).
Hoy, sábado 24 de abril, es jornada grande en la campaña de vacunación del Zendal, tanto por el ritmo –“más ágil aún que la primera dosis”, observa Corrales– como por la ilusión juvenil que transmite el colectivo del día: los funcionarios jubilados de Muface (Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado). En total: 5.112 vacunados. Votantes todos.
El Escorial hospitalario de la presidenta Díaz Ayuso transmite funcionalidad y lo que en fútbol llamaríamos “ir a barraca”. O sea, al grano. Florituras pocas y porvenir, incierto.
Díaz Ayuso anunció la construcción el hospital centrado en la covid un 10 de mayo del 2020 y lo inauguró el 1 de diciembre. El número de camas asciende a 1.056.
–Esto ha sido como los chinos, ¡dicho y hecho!
Nuestro comandante está claramente encantado con el Zendal, salvo en el detalle de “tragar” el escudo del Real Madrid (la melodía de su móvil, damos fe, es el himno del Atlético).
El itinerario de la vacunación está bien indicado y los funcionarios jubilados llegan a pie desde la parada del autobús o de la estación ferroviaria de Renfe (Valdebebas) o en coche, casi todos acompañados por un familiar.
“Hacer esto en el centro de Madrid es muy difícil, dese cuenta. Yo estoy muy contento por el hecho, la vacunación, y la atención del personal”, señala Eduardo, 76 años, que está en el espacio reservado para los acompañantes, al aire libre. Su mujer, 77 años, va a recibir la segunda dosis.
“Tenía mis dudas de que fuese bien. Se ha hablado mucho del Zendal, supongo que porque estamos en campaña electoral. Pero una vez aquí la impresión ha mejorado. Van rápidos y lo hacen sencillo”, indica Paz Puebla, que está esperando a su madre.
–Llegas... ¡y pum!
Se van satisfechas y eso que, comentan, al principio les parecía absurdo tener que venir desde Pozuelo, unos veinte minutos en coche, donde hay un ambulatorio a cinco minutos de la puerta de casa. Hablamos, claro está, de personas que pasan de los 70 años y han conocido tiempos mejores en lo que a movilidad se refiere.
Jorge Fernández, de 28, sigue esperando a su madre y es uno de los pocos consultados que ponen peros a la obra, que considera “menos necesaria de lo que parece porque hay decenas de centros asistenciales públicos más próximos” a los domicilios de esta disciplinada legión de funcionarios jubilados. “Pero, bueno, es lo que hay”, dice antes de que aparezca su madre.
La cola de entrada y de salida ofrece muchos detalles del optimismo que suele provocar la vacunación, familiar para quienes la han experimentado. El periodista cree que cada hombre, una vacuna, y cada vacuna un voto por lo que el Zendal tiene algo de caja registradora electoral para Díaz Ayuso. Las cifras no son desdeñables porque esto va a toda máquina: este semana la estimación de vacunaciones en el Zendal asciende a 18.000.
Ese mismo sábado, la cruz de la moneda eran los enfermos que pasan a mejor vida en el interior de un edificio que recuerda a los hoteles franceses a pie de autopista. Alfa y omega. El legendario realizador de televisión Hugo Stuven, de 80 años, fallecía de buena mañana en el Zendal, pese a tener la primera dosis de la vacuna, Pfizer. Uno de sus últimos mensajes dirigido a la familia decía: “Estoy en el Zendal, pasándolas canutas”.