ERC o el hermano mayor

ERC o el hermano mayor

Hemos ganado a los convergentes!”. Es la frase que se repiten algunos en ERC para autoconvencerse de la gesta alcanzada el pasado domingo y para sobreponerse a la frustración que supone para ellos la reedición de un pacto de gobierno con Junts. A los republicanos les cuesta sacudirse el eterno complejo de hermano menor respecto de los convergentes. Y el resultado electoral no ha sido lo suficientemente contundente como para quitárselo de encima de un plumazo.

Esquerra está ante una disyuntiva difícil. El 14-F le aboca a un pacto entre fuerzas independentistas para gobernar cuando el deseo de muchos de sus líderes sería desembarazarse de quienes han sido sus compañeros de viaje en los últimos años. El pacto de gobierno más probable sigue siendo el de ERC y Junts, presidido por Pere Aragonès y apoyado en el Parlament por la CUP. Pero los republicanos quieren poner condiciones a ese acuerdo.

Las reservas van desde el contenido a las personas. ERC no desea embarcarse en la promesa de otro referéndum que no sea pactado en esta legislatura, mientras la CUP aboga por fijarlo para el 2025 y Junts presiona sin acabar de aclarar sus exigencias, aunque pretende fijar una posición común del independentismo ante el Gobierno central que se aleje de toda negociación sospechosa de autonomista. Además, los republicanos ponen reparos a algunos nombres de Junts como consellers.

Pese a estas dificultades, ERC tendría muy complicado explicar a sus seguidores que, con un 51% de votos independentistas, no son capaces de formar un gobierno de ese tenor. Además, ERC ha ganado a Junts en votos y escaños, pero la diferencia ha sido tan escasa que los republicanos no pueden arrogarse la hegemonía política que tanto anhelaban. Deberán explotar que a partir de ahora cuentan con el impulso de ostentar la presidencia para tratar de ampliar ese respaldo social. Para Junts, estar en el Govern es también primordial para construir con tiempo la estructura de un partido casi improvisado en el último momento y para definir de forma clara cuáles son sus liderazgos. Y esa tarea siempre resulta más fácil hacerla desde el poder.

Así que los incentivos para formar un gobierno independentista son evidentes para ambas formaciones. Pero ERC, además, buscará incluir de alguna forma a los comunes en la ecuación. Jéssica Albiach ha dejado claro a Aragonès que no entrará en un gobierno con Junts, pero los republicanos barajan posibles concesiones a los comunes en la Mesa del Parlament o en organismos que dependan de la Cámara catalana para mantener la colaboración con una fuerza política con la que podría resultar más fácil entenderse que con la CUP en determinados momentos, por ejemplo, para aprobar un nuevo presupuesto. Además, ERC podría compensar así en parte el sesgo hacia la derecha que supone pactar con Junts, y que es una de las críticas que lanza Salvador Illa.

En esta nueva etapa después de las elecciones, el independentismo se la juega incluso más que en la anterior, cuando el encarcelamiento de sus líderes le permitió mantener la movilización del electorado. Si finalmente se acometen ahora los indultos, esa situación variará y, dado que ERC ha renunciado a una declaración unilateral de independencia en esta legislatura, la gobernabilidad va a ser el elemento fundamental.

La eficacia de la administración y el aprovechamiento de los recursos para salir de la crisis económica van a ser elementos clave del mandato, más incluso que la aspiración independentista, por más que gobiernen ERC y Junts. Gobernar bien será el mayor reto de este período para los partidos que anhelan la secesión si desean seguir ostentando la preeminencia política en Catalunya. Y estos días, en los prolegómenos de la formación de gobierno, ya han empezado a dar signos de que no será tarea fácil.

El conseller de Interior, Miquel Sàmper, de Junts, abogó por un cambio del modelo policial. Y, casi al mismo tiempo, su partido le adelantaba por la izquierda con un comunicado en el que cuestionaba la actuación de los Mossos incluso antes de haber sido investigada. En la línea de la CUP. Esquerra siguió la estela un día después. Habrá que ver quién asume en el nuevo Govern un departamento como el de Interior sometido a tales presiones.

Los republicanos saben que podrían pagar caro otro mandato marcado por las disputas internas y la inoperancia, justo cuando acaban de lograr el objetivo perseguido durante los últimos diez años de arrebatar el liderazgo a los convergentes. Pero aún dan muestras de que no se acaban de creer el papel de hermano mayor.

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