Casado mantendrá el pulso a Vox pese a la amenaza a sus gobiernos
El escenario político
Solo un pequeño círculo afín a Álvarez de Toledo critica la estrategia del líder del PP
No hay vuelta atrás. La decisión del presidente del PP de romper con Vox es muy meditada y el paso se ha dado con todas las consecuencias. Ni siquiera la posible amenaza que pende sobre los tres gobiernos autonómicos del PP y Cs que se sustentan con el apoyo de Vox –Andalucía, Madrid y Murcia– va a hacer a Pablo Casado variar su estrategia. Ha sido un punto de inflexión en el que la dirección popular, con su presidente a la cabeza, se reafirma veinticuatro horas después de hacer saltar la moción de censura de Santiago Abascal por los aires.
El presidente de Vox ha asegurado en dos ocasiones que los gobiernos de estas comunidades autónomas, o de los ayuntamientos que se sustentan también en los votos de la formación de ultraderecha, no corren peligro, “porque nosotros somos como el PP”, pero la realidad ha sido otra, y el portavoz de Vox en Andalucía, dice que se va a replantear el apoyo a los presupuestos del Gobierno de Juanma Moreno.
La amenaza no ha inmutado a Casado. Su secretario general, Teodoro García Egea, lo dejó ayer muy claro, en una entrevista en la Cadena Cope: “Si Vox considera que hay que tumbar los presupuestos de una autonomía, a Vox no le importa mejorar la vida de los ciudadanos”.
La decisión
El giro es muy meditado y no tiene marcha atrás, dice la dirección popular
Para el número dos del PP, será “Vox quien tenga que dar una explicación” de por qué no se bajan los impuestos a los ciudadanos, por qué no se dan ayudas a los sectores afectados por la pandemia, etcétera. Por eso, a su juicio, “Vox tiene que decidir si forma parte de la reforma o de la ruptura”.
El giro de Pablo Casado no responde a un momento de enfado, ni a una cuestión personal, va más allá. Es un cambio de estrategia que supone un punto de inflexión en la forma en la que Casado ha dirigido el PP. Hasta ahora, el líder popular buscaba el reagrupamiento del centroderecha mediante la unión de los tres partidos que ocupan este espacio. Ahora la meta es otra, un paso que en principio él se había planteado si llegaba a la Moncloa. El objetivo es conseguir ser el pal de paller del centroderecha, captar los votantes de estos dos partidos en torno al PP, volviendo a hacer el gran partido que consiguió José María Aznar en los años 90.
Por las reacciones que ha habido en el partido, tanto en público como en privado, Casado cuenta con el apoyo de una inmensa mayoría de militantes y dirigentes, lo que le ha llenado de satisfacción, a él y a sus principales colaboradores. La apuesta era arriesgada pero ha resultado exitosa, y las dos almas del PP parecen estar mayoritariamente de acuerdo con la decisión de su líder. Y es que en su ruptura con Vox, Casado también ha abierto una brecha con el sector del partido más cercano a los planteamientos de la ultraderecha.
Ser ‘pal de paller’
La estrategia busca el apoyo de los votantes de Vox y Cs, en vez de la unión de los partidos
Las personas que en momentos decisivos del PP han alzado la voz para llevar la contraria a quien lo dirigía guardan silencio. Sin embargo, ellos mismos han mantenido posiciones distintas. Mientras José María Aznar no se ha pronunciado pero ya había dicho hace tiempo que él votaría no a la moción, con el argumento de que solo beneficiaba a Sánchez, Esperanza Aguirre, que abiertamente pidió el sí para Abascal, ni siquiera puso un comentario en las redes. Y Cayetana Álvarez de Toledo, que había pedido a Casado en su canal de YouTube que no votará no, aceptó disciplinadamente la decisión del presidente, y ayer ejerció su derecho a la discrepancia. No estuvo de acuerdo con “los ataques personales” de Casado a Abascal, “me parecieron una injusticia”, dijo en Zaragoza donde participó en un coloquio y se limitó a señalar que Casado ha abierto una “etapa nueva” que es “muy arriesgada”, porque si no pasa lo que él espera, o sea que los votantes de Vox vuelvan al PP, se habrán “volado todos los puentes, en estos momentos de imprescindible reconstrucción”.
Solo se permitió coincidir con Abascal, y no con Casado, en una cosa: “Europa no va a solucionar los problemas de España”.