Aitor Esteban: “Para avanzar en el diálogo hace falta darle al Gobierno el oxígeno de los presupuestos”

Entrevista

Portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados

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Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados

Dani Duch

Poseedor de una retórica política que combina sutilidad y llaneza, capaz de engarzar la profesionalidad del matiz con alegorías mundanas, Aitor Esteban (Bilbao, 1962) ha logrado destacar como parlamentario brillante, pleno de sentido político, en el marco de un hemiciclo a veces intransitable entre la espesura de verdades últimas. Como portavoz del PNV, es pieza clave para el engarce de una legislatura duradera en un marco de Gobierno en minoría.

El nuevo gobierno

“El Ejecutivo tiene que presentar ya las cuentas porque si no, paraliza el resto de iniciativas”

Ustedes no aplaudieron al Rey, pero asistieron al discurso. ¿Qué impresión les causó?

Es lo que hacemos siempre: evitamos generar una descortesía. Es una institución que está ahí, pero nosotros, ni estamos conformes con la arquitectura del Estado ni votamos la Constitución, que no reconoce la nación vasca. Me pareció un discurso normal, con algunas frases que llaman la atención. La teoría está muy bien, pero qué hacemos con los 2,2 millones de catalanes que dicen que no tienen que ver con el Estado. Esos, más los que haya en Euskadi, necesitan atención, otro discurso: Necesitan que desde la jefatura del Estado se hable de la legitimidad de sus posiciones. Está bien que diga que España no es un país de “unos contra otros”, pero necesitamos discursos inclusivos.

A parte del gesto, que es política en sí mismo, ¿qué impresión sacaron en el PNV de la visita a Lledoners de la pasada semana?

Vimos mayor serenidad que en algunas instituciones parlamentarias. Pero el hecho de que dirigentes políticos estén en prisión dificulta que se pueda hacer más política. No sólo por la carga emotiva, sino también porque limita el conocimiento al detalle de la situación de esas personas, que a la postre tienen que dar su visto bueno a las decisiones políticas, y su capacidad de poder encontrar soluciones.

¿Y cómo están sus relaciones con ERC y JxCat, que han sido complejas aunque leales en estos años? ¿El nuevo marco político relaja esta relación?

Las relaciones nunca se han perdido. Hemos tenido relación constante con todos los actores del mundo nacionalista catalán; y no sólo nacionalistas. Es cierto que de cara a esta legislatura hay dos cosas importantes que van a suceder este año. Por una parte, el espacio exconvergente tiene que aclararse, reorganizarse, porque ahora mismo ese espacio exconvergente ha renunciado a jugar en el tablero político de Madrid. ERC es verdad que parece que pudiera estar dispuesto a hacerlo, pero hay que despejar muchas incógnitas. Unas elecciones catalanas aclararían la situación. Pero para que esta legislatura se mantenga hay que tomar riesgos por parte de todos. En primer lugar, por parte del Gobierno español. Debe afrontar cosas que pueden no ser populares, pero que son explicables y lógicas. Si queremos hacer política, las fuerzas catalanas y nosotros también, tenemos que salir de nuestra zona de confort y explicar a la gente qué es posible y qué es imposible.

Se considera al PNV el tercer socio latente del Gobierno. ¿Cuál será su papel en la legislatura?

No somos socios de Gobierno, por lo tanto nuestro papel no puede compararse al de los dos partidos integrados en el Ejecutivo. El Gobierno debe ser consciente –y hasta hoy lo está siendo– de que debe tener recorrido, y para eso necesita un apoyo en el legislativo, tendrá que ir dialogando todos los días con el resto. Y por tanto, necesitamos un tiempo, unas formas, unos mecanismos de trabajo diferentes a los que se han llevado hasta ahora. Nosotros tenemos experiencia con los gobiernos españoles y canales habilitados y consolidados. Y luego, está la relación que ha de tener con el gobierno vasco. Es necesario que vaya disminuyendo la conflictividad, y que se dé impulso al desarrollo estatutario. Puestos a expresar un deseo, me gustaría que en esta legislatura pudiéramos explorar las bases de un nuevo estatus, de una nueva relación, entre Euskadi y el Estado.

¿Y qué impresión le producen estas primeras semanas de Gobierno de coalición y el desempeño de la coalición con UP?

Salvo algunos errores de descoordinación comunicativa que hemos visto y que deben corregir, tenemos el acuerdo sobre el Salario Mínimo, que además es un acuerdo en que participaba la patronal. Es un buen golpe de efecto. Que los primeros pasos se den a través de decretos leyes es lógico, pero espero que pasemos a una tramitación ordinaria de proyectos de ley. Veo al Gobierno tímido, tranquilo, quizá porque necesita un tiempo. Pero tiene que presentar ya los presupuestos, porque si no, paraliza el resto de iniciativas que espero empiecen a presentar.

¿Serán ustedes moduladores de la relación entre las distintas sensibilidades keynesianas y liberales ortodoxas del Gobierno en la elaboración del presupuesto?

Para empezar, el Gobierno ya tiene la base del presupuesto: el acuerdo que alcanzaron el año pasado, una base que tendrán que trabajar con el margen que Nadia Calviño logre en Europa. Es al Gobierno al que corresponde presentarlo. Un presupuesto del PNV sería bastante diferente. Pero aquí la orientación viene dada, y hay que trabajar a partir de ahí. Vigilaremos en el ámbito fiscal. Porque estos años, el hecho de tener nuestra regulación de los impuestos nos ha llevado a abstenernos, pero nuestros votos, esta vez, serán necesarios y tendremos que entrar en el contenido y obtener su concertación. Tampoco podemos olvidar que el régimen común y el concierto son como dos piscinas, y el chapoteo de una, sobre todo si es la del Estado, que es mucho mayor, salpica a la otra. Lo examinaremos en base a dos parámetros: que no repercuta en nuestro sistema negativamente, y en segundo lugar, que eso sea positivo para la economía.

¿Temen que los presupuestos estén condicionados por la agenda electoral catalana?

El drama es que no hay tiempo. La cuestión es que no hay tiempo. El presupuesto para este año tiene que salir en el primer semestre porque si no, nos metemos en fechas del año que viene. Seguiríamos con las cuentas de Cristóbal Montoro y eso pondría al Gobierno en situación complicada. Por eso, si se quiere avanzar hace falta un gobierno dispuesto a sentarse dialogar, y habrá que darle oxígeno. Ese oxígeno son los presupuestos. Espero que las circunstancias preelectorales en Catalunya no se sobrepongan a lo que debe ser un análisis más a medio largo plazo.

Ustedes, que comparten el gobierno vasco con PSE, han pactado los presupuestos con Podemos, algo que ha afectado a sus relaciones con Bildu.

Con Bildu estuvimos a punto de cerrarlos, hubo acuerdo el año anterior, pero se vio clarísimo que este año no querían: en las mesas se cerraban acuerdo y luego, lo volvían a abrir. Y cuando ya no había marcha atrás, Bildu se descolgó, querían provocar el fracaso presupuestario. La obsesión de Bildu es poner su culo en la silla del PNV, y quieren hacerlo sin transición, como si negro se pudiera convertir en blanco. Para ser el PNV hace falta el know how del PNV. Esa obsesión es lleva a no buscar acuerdos, a hacer planteamientos maximalistas para que no entremos. Podemos también estaba en planteamientos maximalistas. Resulta que aquí éramos socialdemócratas para Pablo Iglesias y neoliberales para Podemos Euskadi. Pero se han ido moderando y hemos podido llegar a acuerdos. Tienen cierta actitud más política en el sentido positivo de la política, que la de Bildu.

¿Está tratando Bildu de convertirse en ERC? ¿Temen que les ocurra como a la derecha nacionalista catalana, desplazada por ERC?

Somos organizaciones políticas muy diferentes, nosotros no somos CiU, ni en el plano ideológico, ni en los planteamientos económicos. E incluso en la visión del Estado. Y para Bildu, hasta hace nada su socio era la CUP. Si empiezan a hacer tratos con ERC es por lo que queda de Eusko Alkartasuna, que hoy no es nada, un añadido. Quieren limpiar su imagen. Pero veo más fotos de Bildu en Bruselas que con ERC. Tampoco tengo claro a qué juegan o si se la están jugando a ERC. Tienen que aclararse. Pero cada una de estas formaciones tenemos nuestras historias, nuestra visión de la política, de la vida y de la sociedad. Hay afinidades, pero ni la situación catalana es la de Euskadi, ni somos partidos iguales. ERC tiene una historia compleja, con muchas procedencias.

¿Qué esperan de la legislatura en política territorial?

Lo que me gustaría es que fuera pedagógica. Que le digamos a la gente las cosas como son: que existen sociedades dentro del estado que se sienten nación, y que esa es una realidad política que hay que enfrentar. Si conseguimos hablar de esto y poner las bases para hablar de una nueva relación con el Estado habremos avanzado mucho. En esta legislatura podríamos lograr una cierta estabilidad en la que todos podamos estar más a gusto, y si abordamos esto, podríamos solucionarlo para bastantes décadas. Además, en cierto modo, sigo teniendo la sensación de que en algunos ámbitos la transición no ha sido culminada. Hay muchos asuntos que se dejaron a medio hacer y tengo la sensación de que hoy hay cierta tendencia a regresar a una concepción del Estado decimonónica, o mejor, primoriverista, recentralizadora, que niega la realidad española.

¿Cómo cree que afectará la novísima tensión Madrid-Provincias al debate territorial?

La interpreto desde lo que me dicen la intuición y la experiencia, mis amigos y familias que viven en zonas de esa España vaciada, es que se siente huérfanos políticamente. Para la gente de la llamada España vaciada, ¿qué han sido estos años de democracia? Pues dos partidos políticos que han estado metidos en escándalos mientras sus problemas no se solucionan. La imagen de la política ha caído enormemente y hay mucha gente que se pregunta a quién votar. Por eso aparecen opciones que no habrían tenido posibilidades en otras condiciones, porque la suya no es una pulsión territorial. Su reflexión es: “Voy a votar a estos porque nadie se ocupa de mí”. Ven en estas formaciones una esperanza. Es un voto de castigo a los dos grandes partidos. Creo que en la media en que los dos grandes, si siguen siendo grandes, corrijan errores y esta visión negativa de la política vaya disminuyendo, es posible que estas formaciones vayan desapareciendo. Quizá no, no lo sé.

¿Es el fracaso de la combinación de descentralización política combinada y centralización económica?

Desde luego, es el resultado de una planificación de unos y otros gobiernos. La mejor prueba es que esto sigue siendo un país radial. Que yo entiendo que tiene que haber comunicaciones principalísimas con la capital del Estado, pero que Bilbao y Barcelona tengamos la comunicación que tenemos por ferrocarril y la escasa que hay por avión, expresa el problema. Por no hablar del Noroeste, o de Extremadura. Madrid ha sido como un agujero negro, en el sentido gravitatorio, pero ha sido un fenómeno impulsado por todos los gobiernos. Si venían empresas, la invitación siempre ha sido a que vinieran a Madrid. Se ha intentado atraer incluso a empresas instaladas en otros territorios, como el BBVA, para que desplazaran sus sedes a Madrid. Se fomenta ese modelo. A eso hay que añadir el dumping fiscal que hace Madrid, que es tremendo, y que atrae a las grandes fortunas. La situación es el producto de una planificación nefasta durante décadas, y eso provoca que la gente se cabree. Pero no hubiera sido así sin ese desprestigio de la política.

¿Qué opina con las medidas de descentralización institucional propuestas por Ximo Puig o Manuel Valls?

Pero la gente no tiene que aspirar a convertirse en ciudades de funcionarios sino a que puedan crear riqueza. Pueden trasladarse la sede del Constitucional o de la CNMC, pero de lo que se trata de ser polos tractores de actividad.

¿Y cree que el Brexit puede cambiar la concepción de las soberanías compartidas en Europa?

Nosotros hemos sido europeístas desde el principio y lo seguimos siendo. Entiendo esas tensiones como la que expresa el Brexit, aunque no sé cómo les va a ir a Inglaterra y al Reino Unido en un mundo globalizado. Pero creo que también Europa debería reforzarse en algunos aspectos, como defensa, política exterior, migración... No sé si se tendrá que mover o no sus fronteras exteriores, pero si alguien tiene esa tentación ahora, se lo tendrán que pensar muy bien. Por otra parte, Europa no puede seguir dando la espalda a realidades como los conflictos nacionales catalán o vasco, realidades que pueden ayudar a Europa. Tiene que ser capaz de crear un espacio para esas realidades no estatales, si bien no como Estados, tampoco en una asamblea de municipios y regiones. Tiene que ser imaginativa y ayudar al Estado español a buscar soluciones.

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